Emperador José II de Habsburgo

Emperador José II de Habsburgo
Al volante de la Máquina del Tiempo

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Yo soy el Emperador José II de Habsburgo, gato quien gobierna desde el éter a su madre humana, la historiadora nicaragüense Cecilia.Hoy que se cumplen 6 años de mi ingreso triunfal al paraìso gatuno,donde fui coronado como emperador, mi madre hizo este blog en honor a mi memoria. Aquí voy recopilando el trabajo de mi madre en tres categorías: temas de la historia, personajes célebres y su obra cuentística y filosófica. Cualquier pregunta que deseen aclarar, tenéis el email cecilmundo@gmail.com para hacerlo. Ahora, a servirse la mesa.Bon appetit! Emperador José II de Habsburgo

Emperador navegando en su máquina del tiempo

Emperador navegando en su máquina del tiempo
en brazos de mi partera

domingo, 27 de abril de 2008

solo para semental sirviò

El cuaco más grande sobre un trono:Humayun del Imperio Mugalo
Cecilia Ruiz de Ríos
Uno de los hombres más cuacos y dóciles de la historia no debió haber sido rey sino esclavo perfecto por su mansedumbre:Humayun del lmperio Mugalo de la India. Hijo del aguerrido Babar el Tigre y papá del mejor monarca que tuvo la India (Akbar), Humayun fue un hombre dulce, desafortunado y demasiado manejable para poder gobernar.

Humayun nació un 6 de marzo de 1508 en Kabul, hoy Afganistán, y su nacimiento fue seguido por el de tres otros varoncitos que mejor se hubieran muerto chiquitos: Kamran, Askari y Nidal. Babar desde la primera infan­cia se ocupó de que sus hijos tuvieran esmerada educación con los mejores tutores, y así Humayun pudo hablar persa, turco y árabe desde niño. Siendo el primogénito del gran guer­rero y periodista empírico Babar, Humayun era la sombra constante de su papi y pronto mostró tener tan buen seso que su papá lo mandó de gober­nador de la provincia de Badakshan, a pesar de que el chico era apenas un adolescente de 12 añitos. En 1526 este guapo príncipe de ojos negros se fue al lado de su padre a la India en busca de conquistas, llevando consigo a un con­tingente de bravos mozalbetes de Badakshan. Humayun logró una aplastante victoria en su primera batalla.

Luego guió los contingentes de su provincia en contra de los rebeldes Rajputs, nobles afganos insurgentes que se negaban a obedecer a Babar. Participó además en la batalla de Kanwaha, con gran éxito, por lo cual Babar se convenció que lo más sabio era dejarlo de heredero. Babar murió un 26 de diciembre de 1530 y cuatro días después, en fastuosa ceremonia en Agra, Humayun fue coronado como el próximo emperador de la dinastía mugala que dejaría profundas huellas en la historia y cultura de la India. Pero Humayun no estaba sentado en un lecho de rosas: heredaba un imperio apenas unificado por el poder de las armas, pero Babar no había dejado buena administración civil que permitiera La transición sin problemas. A los 23 años de edad, Humayun seguía siendo tan ingenuo como un bebé. Los Rajputs continuaban dando guerra negándose a obedecer, y para colmo los tres hermanos menores de Humayun se aliaron con opositores del monarca para tramar su caída, envidiosos de que Babar no los hubiera designado a ellos para gobernar.

Malaconsejado por oficiales que estaban en la paga de sus hermanos desleales, Humayun subestimó a su más potente rival Slier Sha, y acabó perdiendo no solamente la batalla de Kanauj en 1540, sino que también perdió el trono. Salió huyendo como alma que se lleva el diablo rumbo a Persia, exactamente hacia Sindh.


Una vez puesto ahí, el destino le deparó una cita con el amor. Conoció a la bella princesa persa Hamida Banu, quien lo amó a pesar de ser pobre, destronado, cuaco y fugitivo. Al año de casa­dos, Humayun, quien obviamente no era tan menso en la cama, se estrenó como padre de familia al nacer Akbar, quien estaría destinado a la inmortalidad histórica como el mejor monarca que tuvo la India. Reza La leyenda que Humayun y su Hamida estaban tan ricos de pobreza cuando nació el futuro emperador, que Humayun solo ofreció una botella de almizcle para perfumar el ambiente para los visitantes. Uno de ellos profetizó que la grandeza del recién nacido sería tan notable que su fama se regaría como el hipnótico perfume de la fragancia. Esta profecía se cumplió a cabalidad, 15 años pasaría Humayun haciendo su trabajo de hormiga, juntando fuerzas para poder ir a sacar del trono al usurpador Sher Sha, quien ya se autollamaba el fundador de la dinastía Sun. En 1555 Humayun regresó a la India y a punta de tenacidad logró sacar del trono al usurpador. Sin embargo, no viviría mucho rato para gobernar. Los años de stress, privaciones y humillaciones le hablan minado la salud. Tenía diabetes - que le provocaba unas neuropatías pavorosas en las piernas-y además estaba hipertenso y con problemas en el corazón.

Humayun, quien siempre tuvo un buen corazón y fue piadoso hasta caer en el ridículo, perdonó a sus desleales hermanos que le habían causado la pérdida del trono. Benévolo, sonriente y dulce, se dedicaba a obras filantrópicas. Jugaba con sus abundantes mascotas y cuando los tutores le ponían quejas de la rebeldía de Akbar, Humayun solo sonreía. Prefería pasar su tiempo estudiando astrología, astronomía y matemáticas. Bañaba personalmente a sus caballos y perros para asombro de los criados. Le hablaba y declamaba poesía erótica a su extensa colección de plantas raras. Se negaba a pelear con su rebelde y lenguaraz hermana Hildaban, aunque la consideraba una castrante de tomo y lomo.

En enero de 1556, Humayun bajaba por las escaleras del edificio Din Panah cuando le atacó el súbito dolor punzante que caracteriza a las neuropatías del diabético que anda la glucosa elevadísima. Preso de un desmayo que le nubló la visión, Humayun rodó escaleras abajo sin que nadie pudiera evitar su estrepitosa caída. Hamida, quien siempre lo adoró, contrató al arquitecto persa Mirak Mirza Gibas para construir la fastuosa tumba donde reposan los restos de este monarca guapo, cuaco, ingenuo y tenaz a quien conocemos mayormente como el eslabón viviente entre el feroz Babar el Tigre y el ilustradísimo Akbar El Grande de la dinastía mugala de la India.

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