Emperador José II de Habsburgo

Emperador José II de Habsburgo
Al volante de la Máquina del Tiempo

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Yo soy el Emperador José II de Habsburgo, gato quien gobierna desde el éter a su madre humana, la historiadora nicaragüense Cecilia.Hoy que se cumplen 6 años de mi ingreso triunfal al paraìso gatuno,donde fui coronado como emperador, mi madre hizo este blog en honor a mi memoria. Aquí voy recopilando el trabajo de mi madre en tres categorías: temas de la historia, personajes célebres y su obra cuentística y filosófica. Cualquier pregunta que deseen aclarar, tenéis el email cecilmundo@gmail.com para hacerlo. Ahora, a servirse la mesa.Bon appetit! Emperador José II de Habsburgo

Emperador navegando en su máquina del tiempo

Emperador navegando en su máquina del tiempo
en brazos de mi partera

domingo, 20 de abril de 2008

Gobernò desde la cama?


EL REY MAS ZANGANETE DE INGLATERRA: CARLOS II ESTUARDO
Cecilia Ruiz de Ríos
"Si volvés a mirar a otra mujer con ojos de almíbar, te voy a capar,"le dijo una de mis mejores amigas a su marido Andrés, quien aparte de tener ojos morbosos es un santo varón. Pero qué haría Matilde si en lugar del abstemio ingeniero con quien se casó, hubiera sido la desventurada esposa portuguesa de Carlos II Estuardo, el rey más libidinoso que ha tenido Inglaterra? Nacido el 29 de mayo de 1630 en Londres y muerto un 6 de febrero de 1685 en el palacio de Whitehall, Carlos II era el hijo del matrimonio santurrón de Carlos I Estuardo y su odiosa esposa francesa Enriqueta María de Borbón..y ostentó un record sexual tan prodigioso que eclipsó a su abuelo materno, el famoso Enrique IV de Francia.
Lo divertido del asunto es que ni la empurrada madre de Carlitos podía decir que su hijo era buen mozo, con una greñas oscuras y nariz de pepino maduro, pero alguna magia debe de haber tenido a la hora de ustedes ya saben qué para que las mujeres se volvieran loca por él. Era un muchacho cuando el destino lo dejó sin papi, ya que su progenitor fue enviado a decapitar como traidor a la patria por el gruñón y puritano Oliverio Cromwell, quien deseaba eliminar para siempre la monarquía inglesa.Carlitos tuvo que refugiarse con su mami y resto de familia en Francia, donde eran vistos como parientes pobres en la corte de los Luises.
Quisieron casarlo con la ricachona heredera Luisa de Montpensier, nada menos que prima carnal de Luis XIV, pero la princesa al parecer le hizo mueca de asco. Finalmente, después de buscarle novia apropiada, se casó con la fea, debilucha y pálida princesa lusitana Catalina de Braganza, hija del rey Juan IV de Portugal. La boda se dio un 21 de mayo de 1662 en Portsmouth, pero para entonces Carlos ya había hecho atrocidades entre las hembras de la especie. Catalina trajo consigo una gorda dote y territorios que incluían Tángers, pero era más fea que un cheque sin fondo y Carlos le hizo la tamaña grosería de obligarla a aceptar como dama de su séquito a Bárbara Villiers, la ninfomaníaca y bella amante que traía loco a Carlos. La escena de celos fue tal que Carlos no se echó atrás ni cuando vio a su pobre portuguesa con sangrado de nariz y dando gritos como mono mal tirado. Catalina habría de aguantarle a ésa e incontables queridas más a su libidinoso esposo. Entre las tantas amantes que tuvo Carlos II estaría Eleanor Gwyn, una bella pelirroja con gran sentido del humor, belleza de diosa y un corazón de oro que amaba hacer el bien a todos.

Apodada Nell, influyó para que su regio amado abriera un hospital popular, apoyara a las artes y se preocupara por los pobres. En una ocasión en que viajaba en su carruaje, la plebe creyendo que era una de las amantes francesas del rey, casi la apedrea.Nell asomó airada y les dijo,"Bueno, gente, ya no me conocen?Si yo soy la p...protestante de Carlitos!"Todos se desternillaron de la risa y aplaudieron. Nell tuvo dos hijos con Carlos y cuando él estaba por morir, pidió que velaran por ella y que nunca le faltara alimento, ya que Nell "era buena a la muela". Otros líos de faldas incluyen a Moll Davis, Hortensia Mancini, Margaret Hughes, Jasne Roberts, Mary Knight y Winifred Wells.
Muchos se preguntarán cómo le quedaba tiempo a Carlos para reinar si pasaba mucho tiempo en arrumacos con sus féminas. El contraste entre la sombría administración de Oliverio Cromwell con su puritanismo cerrado e hipócrita, y la joie de vivre de Carlos II cuando tomó las riendas de la corona tras la muerte de Oliverio y la negativa del hijo de éste a formar dinastía era enorme. Tras la muerte de su papi en 1649, fue juramentado como rey escocés aunque en Inglaterra no podía poner pie hasta que murió Cromwell y el hijo de éste no quiso armar dinastía, devolviendo el poder a los Estuardos. Los 8 años de exilio en Francia, Holanda y Alemania le dejaron una huella en la psiquis, sobre todo al recordar la extrema pobreza que debió soportar. Quizás por eso al ser rey de Inglaterra tras la restauración de la corona, Carlos se portó tan manirroto con el erario.
Desde su coronación un 23 de abril de 1661, su reinado fue un conglomerado de fiestas y desastres. Vendió Dunquerque a Francia, a su primo Luis XIV, por 400 mil libras. Como padre de numerosos espurios, los ennobleció y les buscó ventajosas bodas. Carlos sudó mucho de preocupación durante el año de la plaga en 1665 en Londres. Y en 1666 para colmo, un gran incendio comenzó en Londres cuando un panadero olvidadizo dejó prendido el horno. Carlos salió a ayudar a como pudo, dicen las malas lenguas que en camisón y con una panita de agua. Nell Gwyn propició que Carlos fundara el Hospital Real en Chelsea, y le aplaudió cuando fundó la Real Sociedad de Ciencias. Los protestantes le quisieron obligar a proponer a su bastardo el duque de Monmouth como su heredero ya que Jacobo, el hermano menor de Carlos, era recalcitrantemente católico. Carlos a pesar de simpatizar con los católicos debido a la influencia de su mamá y su esposa portuguesa, tuvo que acceder a casar a su sobrina Mary con Guillermo III de Orange de Holanda para apaciguar a los protestantes que le llamaban papista.
Tanto desorden llevó al pobre Carlos a una apoplejía el 2 de febrero de 1685, muriendo cuatro días después, Su viuda, quien lo amó sin ser correspondida, regresó a Portugal y murió en 1705 aún recordándole. Le dieron a Carlos los últimos sacramentos católicos, pero fue sepultado en la Abadía de Westminster con ritos anglicanos.

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