Emperador José II de Habsburgo

Emperador José II de Habsburgo
Al volante de la Máquina del Tiempo

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Yo soy el Emperador José II de Habsburgo, gato quien gobierna desde el éter a su madre humana, la historiadora nicaragüense Cecilia.Hoy que se cumplen 6 años de mi ingreso triunfal al paraìso gatuno,donde fui coronado como emperador, mi madre hizo este blog en honor a mi memoria. Aquí voy recopilando el trabajo de mi madre en tres categorías: temas de la historia, personajes célebres y su obra cuentística y filosófica. Cualquier pregunta que deseen aclarar, tenéis el email cecilmundo@gmail.com para hacerlo. Ahora, a servirse la mesa.Bon appetit! Emperador José II de Habsburgo

Emperador navegando en su máquina del tiempo

Emperador navegando en su máquina del tiempo
en brazos de mi partera

domingo, 27 de abril de 2008

Famosos con entrañas de pedernal



HISTORICAS CRUELDADES CONTRA LOS ANIMALES
Cecilia Ruiz de Rios
Aún adolorida por la pérdida de mi idolatrado gato Emperador José II de Habsburgo a manos de una malpraxis veterinaria, es poco consuelo saber que a lo largo de la historia han habido personajes de la historia que han sido tan asesinos de animales a como lo es el que acabó con mi miau.A pesar de que el genial italiano Leonardo Da Vinci dijo que la vida es igual, sea de un humano, un gato o un pez, muchos han desatado crueldad gratuita en contra de las criaturas de Dios.
Quizás lo más preocupante es que la misma iglesia le haya negado alma a los animales, afirmando que carecen de espíritu. Pero la crueldad contra los animales data desde los inicios del mundo, cuando el cristianismo ni pensaba existir. En tiempos del esplendor del imperio romano, los primeros depredadores del medio ambiente fueron césares como Nerón, Cómodo y Calígula, quienes hicieron traer miles de bestias del continente africano para sacrificarlas en genuinas orgías de sangre en el circo romano. En una tarde común y silvestre unas 6 mil criaturas de Dios entre tigres, elefantes, leones y girafas podían dejar las vísceras como alfombra en la arena para gozo sádico del populacho y los degenerados emperadores. Un buen número de elefantes fueron utilizados sin asomo de piedad por el cartaginés Aníbal cuando éste luchó contra los romanos durante las Guerras Púnicas. Sabiendo que el elefante es un animal de clima tórrido, Aníbal los llevó por los Alpes, dejando que una mayor parte quedaran hechos macabros posicles.
Tampoco era ganga ser animal, particularmente gato, en tiempo de los antiguos faraones. Si bien los micifuces del monarca gozaban de joyas, platos exquisitos y mucho mimo mientras su socio (léase amo, para los que aún no entienden que uno es del gato y no viceversa) estuviera vivo, pero apenas estiraba las sandalias el faraón, sus mininos favoritos eran desnucados, preparados y embalsamados para que le hicieran compañía en el viaje al más allá. Numerosas momias de estos privilegiados felinos han sido encontradas, todas con el cuello roto que señala una muerte artificial. En tiempos de los grandes reyes macedonios, era costumbre entrenar al caballo a golpes, por lo cual Jenofonte hizo historia cuando adiestró al glorioso Bucéfalo para Alejandro Magno sin darle más que besos y avena dorada. Jenofonte era visto como un raro de cuidado aún después de haber escrito su histórico manual para entrenar caballos.
En la Edad Media, a los gatos les tocó bailar con la Loca Mala de la ignorancia y prejuicios de la iglesia, que insistía en que todo minino-sobre todo los negros-tenían pacto confirmable con el Diablo. Miles de bellas criaturas fueron destripadas, ahogadas, y echadas en hogueras enormes como muestra de la crueldad e ignorancia que predominaba en la Edad Media. Ricardo Corazón de León, homosexual rey inglés que fue a la 3ra. Cruzada, era no solo el terror de los sarracenos, sino que el enemigo número uno de los corceles. El chele monarca albergaba la idea que los caballos tenían una resistencia sobrenatural, y se olvidaba de alimentarles, refrescarles y atenderles debidamente. Se estima que solo durante la 3ra. Cruzada el cruel marica coronado reventó unos 20 equinos, y cuántos caballos perecieron por culpa suya a lo largo de su pleitista vida es algo como para ponerle los pelos de punta a cualquiera.
Iván El Terrible, primer monarca ruso en llevar el título de zar, no solo fue una pesadilla para la gente, sino que sus desmanes en contra de animales fueron horriblemente legendarios. En sus arranques de ira, destrozaba gatos, ardillas, monos y perros, pero lo peor fue cuando se irritó porque un elefantito que le regalaron no pudo genuflectar ante él. Iracundo porque el elefante no se arrodillaba, Iván lo hizo eviscerar en su presencia. El tristemente célebre sultán otomano Ibrahim el Loco tampoco se quedaba atrás en su gusto por torturar animales, y gozaba destripando lapas, loras y otras aves exóticas que él compraba a precios exorbitantes para luego desbaratarlas. Aurangzeb, el cruel hijo del famoso Sha Jehan de la India mugala, sentía tremenda curiosidad por la anatomía de los animales, y llevado por esa obsesión, hizo disecar a numerosas criaturas, incluyendo los famosos murciélagos de hocico azul que ya se extinguieron en el Asia.
Las palomas han sido otros animalitos que se han visto perseguidas por locos criminales y hasta por galenos que las usaban para supuestas curas milagrosas. Cuando el tarado príncipe Carlos, hijo del monarca español Felipe II, se enfermaba, decenas de santas palomas eran sacrificadas para untar al enfermito con su sangre. Una vez que este monstrito recuperaba momentáneamente su salud, se dedicaba a la nada noble tarea de desmembrar ardillas, conejos, gatos, perros y ovejas mientras los arrastrados cepillos de la corte le hacían gracia por sus travesuras. Las palomas nuevamente serían sacrificadas cuando otro azul tarado de la Casa de Habsburgo de España estuviera en delirio: Carlos II, el deforme con el cual acabón la sucesión de Austria en la península ibérica. Cuando Carlos II volaba en fiebre poco antes de morirse en noviembre de 1700, docenas de palomas fueron sacrificadas para colocar su sangre y entrañas calientes sobre el agitado pecho del rey. Otro monarca de la península ibérica dejaría récord de crueldad contra los animales: Alfonso de Portugal. Este tarado rey, quien era un imbécil y loco criminal de tomo y lomo, hacía sacrificar caballos de raza para hacer llorar a su francesa esposa, quien adoraba a las bestias.
Las palomas habrían de sufrir lo suyo nuevamente bajo Luis XIV, el Rey Sol de Francia. Luis, quien era fan de la fragancia, hacía bañar a los pichones más hermosos en perfume, y luego los lanzaba a volar bajo techo cuando daba banquetes o bailes. Tanto perfume acabó por dejar pelonas y enfermas a las pobres palomas, a quienes aún les esperaba sufrir más cuando los desconsiderados humanos las agarraron de correos militares durante la Guerra Franco Prusiana en 1871 y luego en el siglo XX durante la primera y segunda guerras mundiales.
Napoleón Bonaparte era tristemente célebre por el maltrato que daba a sus corceles, y se hacía el chiste macabro que era fácil saber cuando la caballería francesa atacaría por el tufo y el ruido de la huesera que precedía a su aparición. En la vida privada, Napo gozaba jugando fútbol pateando al caniche Fortuné, mascota predilecta de su esposa Josefina. Tomas Alva Edison experimentó su corriente eléctrica matando a miles de gatos, mapaches, ardillas, conejos, corceles, perros y vacas, mientras que el escritor francés Marcel Proust torturaba ratones y los abría para sacarles las tripas a dentelladas. Mata Hari insertó un stiletto en el corazón de su pony para que nadie más lo montara y tanto Idi Amín Dada como Jean Bedel Bokassa del Africa hicieron matar muchos rinocerontes para usar el polvo de sus cuernos como afrodisíaco.

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