Berenguela de Navarra, La Reina apátrida
Cecilia Ruiz de Rios
En la historia de la Edad Media, encontramos una ironía del destino cuando Berenguela de Navarra, esposa sufrida del rubio monarca inglés Ricardo I Corazón de León, figura como una reina apátrida en todo el sentido de la palabra. Esta bella muchacha fue la única reina de la historia que nunca pisó el suelo que supuestamente gobernaría junto a su irresponsable marido.
Berenguela de Navarra nació a mediados de mayo de 1165 en el reino de Navarra, donde su padre se llamaba Sancho y su madre Sancha. El padre era apodado el Sabio ya que se dedicó más a fomentar la educación y la prosperidad que perder el tiempo en la guerra. Los padres de la chica constituían una pareja muy bien avenida, y aunque viajaban constantemente entre Estela y Pamplona, se ocuparon de proveerle buenos tutores a su prole. Berenguela, quien desde niña mostró ser muy inteligente, aprendió a escribir versos y a hablar varios idiomas. Cuando ya era una hermosa niña de unos 10 años de edad, conoció al hombre que la haría sufrir horrores en toda su vida: Ricardo Plantagenet, más adelante "Corazón de León".
Ricardo ya era conde de Anjou cuando a mediados de la década de los 1170 se apareció a un certamen de caballería que organizaba Sancho jr. el hermano mayor de Berenguela. Dado que Berenguela aún era una chiquilla, Ricardo poco se fijó en ella pero Berenguela quedó infatuada con el inglés, a quien no se le puede negar que era un chele aseado y bien parecido con musculatura como un Dolph Lundgren. Unos 12 años después de este encuentro casual, se hablaría de una boda entre Ricardo Corazón de León y Berenguela, cuando Leonor de Aquitania, la dominante y erudita madre de Ricardo, llegó con la petición de mano a los padres de la chavala.
Leonor buscaba esta alianza matrimonial por razones políticas y no porque le gustara Berenguela para nuera. El esposo de Leonor, el atribulado rey inglés Enrique II, había muerto en 1189 y Leonor quería proteger la frontera sur del vasto imperio dejado por Enrique II a Ricardo, entonces dedujo que le convenía tener a Navarra de amiga y no de enemiga. Berenguela ya andaba por los 24 años de edad, y para entonces una chica de esa edad ya era considerada niña vieja e incasable, así que los padres de Berenguela se sintieron muy halagados con la propuesta ya que nadie más había solicitado la mano de la princesa. Una vez que Leonor obtuvo el sí de los padres de Berenguela, se la llevó consigo en un largo viaje para depositársela a su amariconado hijo antes que éste saliera de viaje en una Cruzada y no honrara la palabra de boda.
Berenguela viajó con su castrante suegra a través de los Alpes, bajando por Italia y llegaron al campamente de cruzados en Messina. Ricardo había pasado unos interludios muy sospechosos con el rey francés Felipe Augusto y éste estaba partiendo hacia Tierra Santa cuando Leonor arribó con la muchacha, esperando que la boda se diera de inmediato.
Ricardo, confrontado con la novia dispuesta, argumentó que siendo Cuaresma no podía ofender a Dios incurriendo en pecado carnal y pospuso la boda. Leonor enojada se fue, dejando a Berenguela como huésped de Juana, quien era hija de Leonor. Juana, quien recientemente había enviudado del rey de Sicilia, no estaba del mejor humor posible. Ricardo partió hacia tierra santa dejando atrás a hermana y prometida, quienes acordaron seguirle, pero el barco en que viajaban ellas perdió contacto con el de Ricardo en una tormenta. Luego arribaron a Chipre, donde el emperador Isaac Conmnenus, las retuvo como rehenes.
Ricardo furioso atacó a Conmnenus y para evitar murmuraciones sobre la reputación de Berenguela, procedió a casarse con ella en Lymassol, Chipre. Inmediatamente después de la boda, Ricardo evitó tener primera noche con su esposa y se enrumbó hacia Tierra Santa. Berenguela y Juana estuvieron casi un año en un palacio que les acondicionaron ahí, pero Ricardo al parecer le tenía pavor a la cama nupcial. En 1192 Ricardo firmó una tregua con Saladino, por quien se moría de pasión, y en septiembre de ese año despachó a su hermana Juana y a Berenguela rumbo a Francia.Pasarían más de 3 años antes que Berenguela viera de nuevo a su esposo. Juana y su cuñada se estuvieron un rato con el papa y luego la escoltó Alfonso II de Aragón, terminando el viaje en Poitou, donde Juana contrajo segundas nupcias con el conde de Toulouse.
Cuando Ricardo regresaba a casa de la Cruzada, temiendo que su hermano Juan le quitara el trono, tuvo la mala sal de ser secuestrado por Leopoldo de Austria, quien lo tuvo guardado hasta que Leonor de Aquitania drenó el erario inglés para juntar la suma del rescate. Finalmente libre, Ricardo fue coronado por segunda vez en la catedral de Winchester el 16 de abril de 1194.Su mamá Leonor ocupó el sitio de honor, y no se invitó a Berenguela a la ceremonia. Ricardo otra vez dejó solo el trono de Inglaterra para irse a agarrar de las mechas con su ex amigo y amante el rey francés Felipe Augusto, y no hizo esfuerzos por ver a su esposa.
Anduvo en tales pleitos y malos pasos que hasta la Iglesia lo regañó. Cuando cayó enfermo poco después, Ricardo se arrepintió en público y trató de reconciliarse con Berenguela, pasando las Navidades juntos. Pero la reconciliación no cuajó pues Ricardo le huía al tálamo nupcial. Construyó su castillo Gaillard en Normandía y nunca invitó a Berenguela ahí. En 1196 finalmente le dijo a Berenguela que se hiciera alcanfor y reconoció como heredero a su hermano menor Juan. Para colmo trató Ricardo de reclamar como propios dos castillos en Navarra que formaban parte de la dote de Berenguela.
Berenguela afligida se retiró a un castillo cerca de Angers. Cuando Ricardo murió a los 42 años de edad un 6 de abril de 1199 como resultado de una gangrena causada por un flechazo, Berenguela no fue invitada al funeral. Fue sepultado en la abadía de Fontevrault y a Berenguela le tocó pelear con su familia política para reclamar su herencia de viuda. El papa Inocente III y su sucesor Honorio III sacaron la cara por ella, alegando que la iglesia defendía a viudas, pobres y huérfanos. La herencia de Berenguela le fue dada tras la muerte de su cuñado Juan Sin Tierra, y quien se la reconoció fue el hijo de Juan, Enrique III. Tras estar refugiada en la corte de su hermana Blanca en Champaña, Berenguela se dedicó a obras de caridad.
Al morir su castrante suegra Leonor en 1204, Berenguela pudo pasar a vivir a la ciudad de Le Mans, donde hasta la vez hay una estatua suya. Por 25 años, Berenguela vivio en Le Mans, haciendo obras sociales y en Epau creó un monasterio. Berenguela no pudo ver su obra terminada, muriendo un 23 de diciembre de 1230.La estatua de "nuestra dama de Le Mans"(a como es llamada Berenguela) fue movida del monasterio hacia la catedral de San Julián en esta bella ciudad francesa. Y aunque en Inglaterra apenas la mencionan porque fue la esposa desdeñada de un rey irresponsable y amariposado que solo vio al país como una alcancía para andar haciendo sus bochinches,
Berenguela de Navarra, la reina apátrida, es recordada con cariño por todos los descendientes de huérfanos, viudas y pobres que ella protegió con sus obras tantos siglos atrás.
Cecilia Ruiz de Rios
En la historia de la Edad Media, encontramos una ironía del destino cuando Berenguela de Navarra, esposa sufrida del rubio monarca inglés Ricardo I Corazón de León, figura como una reina apátrida en todo el sentido de la palabra. Esta bella muchacha fue la única reina de la historia que nunca pisó el suelo que supuestamente gobernaría junto a su irresponsable marido.
Berenguela de Navarra nació a mediados de mayo de 1165 en el reino de Navarra, donde su padre se llamaba Sancho y su madre Sancha. El padre era apodado el Sabio ya que se dedicó más a fomentar la educación y la prosperidad que perder el tiempo en la guerra. Los padres de la chica constituían una pareja muy bien avenida, y aunque viajaban constantemente entre Estela y Pamplona, se ocuparon de proveerle buenos tutores a su prole. Berenguela, quien desde niña mostró ser muy inteligente, aprendió a escribir versos y a hablar varios idiomas. Cuando ya era una hermosa niña de unos 10 años de edad, conoció al hombre que la haría sufrir horrores en toda su vida: Ricardo Plantagenet, más adelante "Corazón de León".
Ricardo ya era conde de Anjou cuando a mediados de la década de los 1170 se apareció a un certamen de caballería que organizaba Sancho jr. el hermano mayor de Berenguela. Dado que Berenguela aún era una chiquilla, Ricardo poco se fijó en ella pero Berenguela quedó infatuada con el inglés, a quien no se le puede negar que era un chele aseado y bien parecido con musculatura como un Dolph Lundgren. Unos 12 años después de este encuentro casual, se hablaría de una boda entre Ricardo Corazón de León y Berenguela, cuando Leonor de Aquitania, la dominante y erudita madre de Ricardo, llegó con la petición de mano a los padres de la chavala.
Leonor buscaba esta alianza matrimonial por razones políticas y no porque le gustara Berenguela para nuera. El esposo de Leonor, el atribulado rey inglés Enrique II, había muerto en 1189 y Leonor quería proteger la frontera sur del vasto imperio dejado por Enrique II a Ricardo, entonces dedujo que le convenía tener a Navarra de amiga y no de enemiga. Berenguela ya andaba por los 24 años de edad, y para entonces una chica de esa edad ya era considerada niña vieja e incasable, así que los padres de Berenguela se sintieron muy halagados con la propuesta ya que nadie más había solicitado la mano de la princesa. Una vez que Leonor obtuvo el sí de los padres de Berenguela, se la llevó consigo en un largo viaje para depositársela a su amariconado hijo antes que éste saliera de viaje en una Cruzada y no honrara la palabra de boda.
Berenguela viajó con su castrante suegra a través de los Alpes, bajando por Italia y llegaron al campamente de cruzados en Messina. Ricardo había pasado unos interludios muy sospechosos con el rey francés Felipe Augusto y éste estaba partiendo hacia Tierra Santa cuando Leonor arribó con la muchacha, esperando que la boda se diera de inmediato.
Ricardo, confrontado con la novia dispuesta, argumentó que siendo Cuaresma no podía ofender a Dios incurriendo en pecado carnal y pospuso la boda. Leonor enojada se fue, dejando a Berenguela como huésped de Juana, quien era hija de Leonor. Juana, quien recientemente había enviudado del rey de Sicilia, no estaba del mejor humor posible. Ricardo partió hacia tierra santa dejando atrás a hermana y prometida, quienes acordaron seguirle, pero el barco en que viajaban ellas perdió contacto con el de Ricardo en una tormenta. Luego arribaron a Chipre, donde el emperador Isaac Conmnenus, las retuvo como rehenes.
Ricardo furioso atacó a Conmnenus y para evitar murmuraciones sobre la reputación de Berenguela, procedió a casarse con ella en Lymassol, Chipre. Inmediatamente después de la boda, Ricardo evitó tener primera noche con su esposa y se enrumbó hacia Tierra Santa. Berenguela y Juana estuvieron casi un año en un palacio que les acondicionaron ahí, pero Ricardo al parecer le tenía pavor a la cama nupcial. En 1192 Ricardo firmó una tregua con Saladino, por quien se moría de pasión, y en septiembre de ese año despachó a su hermana Juana y a Berenguela rumbo a Francia.Pasarían más de 3 años antes que Berenguela viera de nuevo a su esposo. Juana y su cuñada se estuvieron un rato con el papa y luego la escoltó Alfonso II de Aragón, terminando el viaje en Poitou, donde Juana contrajo segundas nupcias con el conde de Toulouse.
Cuando Ricardo regresaba a casa de la Cruzada, temiendo que su hermano Juan le quitara el trono, tuvo la mala sal de ser secuestrado por Leopoldo de Austria, quien lo tuvo guardado hasta que Leonor de Aquitania drenó el erario inglés para juntar la suma del rescate. Finalmente libre, Ricardo fue coronado por segunda vez en la catedral de Winchester el 16 de abril de 1194.Su mamá Leonor ocupó el sitio de honor, y no se invitó a Berenguela a la ceremonia. Ricardo otra vez dejó solo el trono de Inglaterra para irse a agarrar de las mechas con su ex amigo y amante el rey francés Felipe Augusto, y no hizo esfuerzos por ver a su esposa.
Anduvo en tales pleitos y malos pasos que hasta la Iglesia lo regañó. Cuando cayó enfermo poco después, Ricardo se arrepintió en público y trató de reconciliarse con Berenguela, pasando las Navidades juntos. Pero la reconciliación no cuajó pues Ricardo le huía al tálamo nupcial. Construyó su castillo Gaillard en Normandía y nunca invitó a Berenguela ahí. En 1196 finalmente le dijo a Berenguela que se hiciera alcanfor y reconoció como heredero a su hermano menor Juan. Para colmo trató Ricardo de reclamar como propios dos castillos en Navarra que formaban parte de la dote de Berenguela.
Berenguela afligida se retiró a un castillo cerca de Angers. Cuando Ricardo murió a los 42 años de edad un 6 de abril de 1199 como resultado de una gangrena causada por un flechazo, Berenguela no fue invitada al funeral. Fue sepultado en la abadía de Fontevrault y a Berenguela le tocó pelear con su familia política para reclamar su herencia de viuda. El papa Inocente III y su sucesor Honorio III sacaron la cara por ella, alegando que la iglesia defendía a viudas, pobres y huérfanos. La herencia de Berenguela le fue dada tras la muerte de su cuñado Juan Sin Tierra, y quien se la reconoció fue el hijo de Juan, Enrique III. Tras estar refugiada en la corte de su hermana Blanca en Champaña, Berenguela se dedicó a obras de caridad.
Al morir su castrante suegra Leonor en 1204, Berenguela pudo pasar a vivir a la ciudad de Le Mans, donde hasta la vez hay una estatua suya. Por 25 años, Berenguela vivio en Le Mans, haciendo obras sociales y en Epau creó un monasterio. Berenguela no pudo ver su obra terminada, muriendo un 23 de diciembre de 1230.La estatua de "nuestra dama de Le Mans"(a como es llamada Berenguela) fue movida del monasterio hacia la catedral de San Julián en esta bella ciudad francesa. Y aunque en Inglaterra apenas la mencionan porque fue la esposa desdeñada de un rey irresponsable y amariposado que solo vio al país como una alcancía para andar haciendo sus bochinches,
Berenguela de Navarra, la reina apátrida, es recordada con cariño por todos los descendientes de huérfanos, viudas y pobres que ella protegió con sus obras tantos siglos atrás.
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