El Padre de los sherbets
Cecilia Ruiz de Ríos
Tras tres días de tener pesadillas con cielos crepusculares y un hombre barbudo persiguiéndome con la tapa de los sesos abierta, decidí que me salía más barato de una vez por todas complacer a mi “visitante nocturno” y sacar el artículo sobre su atribulada vida. Bayaceto I el Rayo, gran sultán otomano, figura entre los hombres más acumuladores de dolor de toda la historia, sin embargo, a él le debemos las nieves de frutas y la solidez de la raza Angora de gatos turcos peludos.
Bayaceto vino al mundo a inicios de diciembre de 1360, siendo hijo del sultán otomano Murad I y su adorada Gulchichek Khatum, una beldad de ojos grises y figura de Miss Universo. Bayaceto nació con el cordón umbilical enroscado en torno al cuello, y casi se muere ahorcado antes de poder pegar su primer grito. Bayaceto desde pequeñito mostró gran inclinación por la historia, las letras y la cocina, y tuvo los mejores tutores que el dinero pudiera conseguir. Un judío llamado Yusef fue su maestro de culinaria, y de él Bayaceto aprendería a producir deliciosos postres. Al llegar a la adolescencia, la belleza del muchacho floreció. Ya a los catorce años, mientras le tocaba hacer de regente pues su papi andaba en campaña militar, ostentaba un rostro redondo, ojos grises azulados, barba tupida y cabellos castaño rojizo. Tenía excelente musculatura y buena estatura, interesándose tanto por la ciencia y la veterinaria que comenzó a experimentar con sus propios gatos de angora, cruzándoles entre sí hasta mejorar la raza a su punto óptimo. Poseedor de una voz melodiosa de barítono y buen calígrafo, también logró la excelencia en sus estudios militares y apenas tenía 16 años cuando le apodaron Yildrim, lo cual significa rayo. La velocidad para planificar combates le llevaría a ser temido en los campos de batalla. En 1389, a los 29 años de edad, su padre falleció y Bayaceto comenzó su reinado. Para asegurarse que nadie le fuera a estorbar, se deshizo de su hermano Yakub estrangulándole.
En 1391 Ianzó una invasión contra Karamania, el cual era un emirato potente dentro de la península de Anatolia (hoy en día Turquía). Para 1395 Bayaceto había absorbido buena parte de los emiratos menores, sin olvidar que desde 1891 Bayaceto era quien tras atacar Constantinopla, quitaba y ponía emperadores bizantinos con la frecuencia que se cambiaba el turbante. También extraía grueso tributo de los decadentes bizantinos. Uno de los grandes triunfos militares le aguardaba a Bayaceto en 1396 en la que fue llamado la Gran Cruzada de Nicópolis. El rey Segismundo de Hungría, apoyado por varios mandamases de los Balcanes y por tropas francesas, alemanas e inglesas y con la bendición de los papas de Avignon y Roma, le echaron la vaca a los turcos. Las tropas cristianas se juntaron con gran pompa en la ciudad de Buda y bajaron a lo largo del Danubio (que todavía era azul) hasta Nicópolis.
El 25 de septiembre las tropas turcas y las huestes europeas chocaron a 4 millas de Nicópolis. Los imprudentes cristianos avanzaron y aunque al inicio parecían llevar la ventaja, los otomanos pronto los deschincacaron y se estima que cada lado perdió alrededor de 20 mil soldados.
Un año después Bayaceto se asomaba por Grecia y aunque llegó con su ejército hasta Corinto, no quiso tomarse Atenas. Bayaceto seguía siendo duro de roer, y por eso pudo durante su sultanato apagar los brotes rebeldes en Anatolia. En 1397 el obispo de Salona lo invitó a salvar al pueblo de la tiranía y Bayaceto se comió de paso a Sillvri, Morea y Atica, anteriormente posesiones bizantinas. Todos estos ánimos expansionistas de Bayaceto le granjearon el odio del líder tártaro Tamerlán, quien ya estaba rascándose Ia barba de disgusto pensando que Bayaceto podría tener antojo de comerse sus posesiones. Tamerlán ofreció refugio a los rebeldes que se alzaran contra Bayaceto. Bayaceto furioso se fue a la guerra contra Tamerlán pero esta vez le sa1ió todo mal. En julio de 1402 perdió la batalla de Angora cerca de lo que hoy es la capital turca. Tamerlán quiso hacer un ejemplo de Bayaceto y tras capturarlo lo sometió a diversas humillaciones. Primero le encerró en una jaula de fuertes barrotes, luego le despellejó viva a la princesa Zuleika, una aguerrida guerrera serbia que muchos juran (con mi mala lengua a la cabeza) que era concubina de Bayaceto, y para colmo de males se lo llevó consigo al sultán. Enjaulado, Bayaceto comenzó a padecer de ataques maniático depresivos y en un ataque de claustrofobia, tras siete meses de tabo, un 8 de marzo de 1403 arremetiendo contra los barrotes de su jaula para suicidarse destapándose la cabeza. La muerte del sultán -a los 43 años de edad-al vaciarse el encéfalo por un gran agujero en el cráneo figura entre las más escalofriantes de la historia.
Su cuerpo fue devuelto por Tamerlán y fue enterrado en Bursa en un mausoleo. Tras la muerte de Bayaceto, sus hijos se disputaron el poder. Bayaceto había tenido 6 varones y una niña llamada Sultana Fátima, quien era objeto de su viva adoración. Curiosamente, como padre Bayaceto había logrado ser tan feliz a como no lo fue en el amor, ya que fue inmensamente desdichado cuando le dieron por esposa a Olivera Lazarevic, hermana del gobernante Esteban Lazarevic de Serbia. Esta mujer, de grandes ojos pardos y ojeras sensuales, nunca supo apreciar a Bayaceto y a menudo lo trató de matar. Su regio cuñado, sin embargo, le amó tan tiernamente que le dedicó poemas, y no faltan quienes afirmen que tuvieron un devaneo gay. Mousa Chelebi, Solyman Chelebi, Isa Chelebi, Mehmet Chelebi, Ertoughroul Chelebi y Kasim Chelebi, todos hijos de Bayaceto, habían estado esperando como agua de mayo que su padre se fuera del mundo para pelearse por el poder. Mehmet derrotó a su hermano Mousa para reinar sobre las posesiones asiáticas, mientras que Solimán se hizo sultán del territorio europeo. Tras luchas entre Mehmet y Solyman el primero logró quedarse con el poder, y posteriormente tanto Solimán como Mousa fueron eliminados por Mehmet.
Bayaceto fue un hombre polifacético. Gustaba de la alta cocina, siendo el padre de las nieves de fruta. Buen poeta y calígrafo, pasaba horas leyendo. Amante de los animales, entrenaba con dulzura a sus caballos y logró mejorar la raza de los gatos de angora. Sensual y atractivo, decidió que perdía su tiempo tratando de conquistar a la indomable Olivera, por lo tanto sus correrías en el harén fueron legendarias. Se cree que solamente se dio el lujo de enamorarse de Zuleika, una guerrera serbia que se le unió a sus huestes tras la Cruzada de Nicópolis.
Tras tres días de tener pesadillas con cielos crepusculares y un hombre barbudo persiguiéndome con la tapa de los sesos abierta, decidí que me salía más barato de una vez por todas complacer a mi “visitante nocturno” y sacar el artículo sobre su atribulada vida. Bayaceto I el Rayo, gran sultán otomano, figura entre los hombres más acumuladores de dolor de toda la historia, sin embargo, a él le debemos las nieves de frutas y la solidez de la raza Angora de gatos turcos peludos.
Bayaceto vino al mundo a inicios de diciembre de 1360, siendo hijo del sultán otomano Murad I y su adorada Gulchichek Khatum, una beldad de ojos grises y figura de Miss Universo. Bayaceto nació con el cordón umbilical enroscado en torno al cuello, y casi se muere ahorcado antes de poder pegar su primer grito. Bayaceto desde pequeñito mostró gran inclinación por la historia, las letras y la cocina, y tuvo los mejores tutores que el dinero pudiera conseguir. Un judío llamado Yusef fue su maestro de culinaria, y de él Bayaceto aprendería a producir deliciosos postres. Al llegar a la adolescencia, la belleza del muchacho floreció. Ya a los catorce años, mientras le tocaba hacer de regente pues su papi andaba en campaña militar, ostentaba un rostro redondo, ojos grises azulados, barba tupida y cabellos castaño rojizo. Tenía excelente musculatura y buena estatura, interesándose tanto por la ciencia y la veterinaria que comenzó a experimentar con sus propios gatos de angora, cruzándoles entre sí hasta mejorar la raza a su punto óptimo. Poseedor de una voz melodiosa de barítono y buen calígrafo, también logró la excelencia en sus estudios militares y apenas tenía 16 años cuando le apodaron Yildrim, lo cual significa rayo. La velocidad para planificar combates le llevaría a ser temido en los campos de batalla. En 1389, a los 29 años de edad, su padre falleció y Bayaceto comenzó su reinado. Para asegurarse que nadie le fuera a estorbar, se deshizo de su hermano Yakub estrangulándole.
En 1391 Ianzó una invasión contra Karamania, el cual era un emirato potente dentro de la península de Anatolia (hoy en día Turquía). Para 1395 Bayaceto había absorbido buena parte de los emiratos menores, sin olvidar que desde 1891 Bayaceto era quien tras atacar Constantinopla, quitaba y ponía emperadores bizantinos con la frecuencia que se cambiaba el turbante. También extraía grueso tributo de los decadentes bizantinos. Uno de los grandes triunfos militares le aguardaba a Bayaceto en 1396 en la que fue llamado la Gran Cruzada de Nicópolis. El rey Segismundo de Hungría, apoyado por varios mandamases de los Balcanes y por tropas francesas, alemanas e inglesas y con la bendición de los papas de Avignon y Roma, le echaron la vaca a los turcos. Las tropas cristianas se juntaron con gran pompa en la ciudad de Buda y bajaron a lo largo del Danubio (que todavía era azul) hasta Nicópolis.
El 25 de septiembre las tropas turcas y las huestes europeas chocaron a 4 millas de Nicópolis. Los imprudentes cristianos avanzaron y aunque al inicio parecían llevar la ventaja, los otomanos pronto los deschincacaron y se estima que cada lado perdió alrededor de 20 mil soldados.
Un año después Bayaceto se asomaba por Grecia y aunque llegó con su ejército hasta Corinto, no quiso tomarse Atenas. Bayaceto seguía siendo duro de roer, y por eso pudo durante su sultanato apagar los brotes rebeldes en Anatolia. En 1397 el obispo de Salona lo invitó a salvar al pueblo de la tiranía y Bayaceto se comió de paso a Sillvri, Morea y Atica, anteriormente posesiones bizantinas. Todos estos ánimos expansionistas de Bayaceto le granjearon el odio del líder tártaro Tamerlán, quien ya estaba rascándose Ia barba de disgusto pensando que Bayaceto podría tener antojo de comerse sus posesiones. Tamerlán ofreció refugio a los rebeldes que se alzaran contra Bayaceto. Bayaceto furioso se fue a la guerra contra Tamerlán pero esta vez le sa1ió todo mal. En julio de 1402 perdió la batalla de Angora cerca de lo que hoy es la capital turca. Tamerlán quiso hacer un ejemplo de Bayaceto y tras capturarlo lo sometió a diversas humillaciones. Primero le encerró en una jaula de fuertes barrotes, luego le despellejó viva a la princesa Zuleika, una aguerrida guerrera serbia que muchos juran (con mi mala lengua a la cabeza) que era concubina de Bayaceto, y para colmo de males se lo llevó consigo al sultán. Enjaulado, Bayaceto comenzó a padecer de ataques maniático depresivos y en un ataque de claustrofobia, tras siete meses de tabo, un 8 de marzo de 1403 arremetiendo contra los barrotes de su jaula para suicidarse destapándose la cabeza. La muerte del sultán -a los 43 años de edad-al vaciarse el encéfalo por un gran agujero en el cráneo figura entre las más escalofriantes de la historia.
Su cuerpo fue devuelto por Tamerlán y fue enterrado en Bursa en un mausoleo. Tras la muerte de Bayaceto, sus hijos se disputaron el poder. Bayaceto había tenido 6 varones y una niña llamada Sultana Fátima, quien era objeto de su viva adoración. Curiosamente, como padre Bayaceto había logrado ser tan feliz a como no lo fue en el amor, ya que fue inmensamente desdichado cuando le dieron por esposa a Olivera Lazarevic, hermana del gobernante Esteban Lazarevic de Serbia. Esta mujer, de grandes ojos pardos y ojeras sensuales, nunca supo apreciar a Bayaceto y a menudo lo trató de matar. Su regio cuñado, sin embargo, le amó tan tiernamente que le dedicó poemas, y no faltan quienes afirmen que tuvieron un devaneo gay. Mousa Chelebi, Solyman Chelebi, Isa Chelebi, Mehmet Chelebi, Ertoughroul Chelebi y Kasim Chelebi, todos hijos de Bayaceto, habían estado esperando como agua de mayo que su padre se fuera del mundo para pelearse por el poder. Mehmet derrotó a su hermano Mousa para reinar sobre las posesiones asiáticas, mientras que Solimán se hizo sultán del territorio europeo. Tras luchas entre Mehmet y Solyman el primero logró quedarse con el poder, y posteriormente tanto Solimán como Mousa fueron eliminados por Mehmet.
Bayaceto fue un hombre polifacético. Gustaba de la alta cocina, siendo el padre de las nieves de fruta. Buen poeta y calígrafo, pasaba horas leyendo. Amante de los animales, entrenaba con dulzura a sus caballos y logró mejorar la raza de los gatos de angora. Sensual y atractivo, decidió que perdía su tiempo tratando de conquistar a la indomable Olivera, por lo tanto sus correrías en el harén fueron legendarias. Se cree que solamente se dio el lujo de enamorarse de Zuleika, una guerrera serbia que se le unió a sus huestes tras la Cruzada de Nicópolis.
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