El Otro Simón de la Historia
Cecilia Ruiz de Ríos
Para los hispanoamericanos, cada vez que mencionamos Simón en términos heroicos, nos referimos al Libertador Bolívar. Pero en la historia universal, existe otro Simón quien sin ser de largas patillas o militar de carrera, dio buenas muestras de valentía y gallardía. Hoy hablaremos de este héroe chino conocido como Simón Del Amatista, el único gato que ganó la prestigiosa medalla inglesa Dickin al valor y galantería animal.
En 1944, en la isla de Stonecutter en Hong Kong, una gata dio a luz 3 crías. Una de ella, un machito de pelaje negro con patitas y pechito blanco, fue a alojarse cerca de un restaurante de mala muerte para garantizarse su sobrevivencia. Dos años más tarde, en mayo, el flaco gato de ojos verdes andaba en sus correrías cuando casi le aterriza en un plato de sopa al teniente comandante Bernard Skinner, quien estaba a cargo de la nave Amatista en Hong Kong. La mirada dulce del gato atrajo al inglés, y una vez que se garantizó que ningún chino iracundo lo iba a seguir con un cuchillo por llevarse el micifuz, Skinner bautizó al peludo chinito como Hábil Gato Marinero Simon, precisamente por la admiración que el británico sentía por Simón Bolívar. Desde que han habido navegantes, los gatos han sido bienvenidos como talismanes y grandes cazadores de alimañas en los navíos.
Muchos marineros incluso simulaban el ambiente doméstico de sus casas con un gato a bordo, y consideraban signo de mala suerte si el gato no regresaba a bordo del barco después de una parada en cualquier puerto. Simon pronto se ganó el afecto de todos los tripulantes del Amatista, incluyendo el de Peggy, una perrita amistosa que le hizo muy buen cara desde su introducción a bordo. Los oficiales se partían de la risa cuando Simon se sumaba a sus mesas de tragos y pescaba cubitos de hielo de la jarra de soda. La situación de los ingleses en China era bastante apretada. Aunque en 1858 por medio del Tratado de Tiensin los ingleses habían adquirido potestad para navegar por todas las aguas chinas, incluidas las de los ríos, algunos ya se resentían de tanta injerencia europea en China.
Uno de los que toleraba este acuerdo era Chian Kai Check, quien se hacía llamar nacionalista, pero a Mao Tse Tung -quien ya estaba dando lucha con su Revolución Cultural y sus tácticas de guerrilla para comerse el poder-el arreglo le sabía a diablos. En la mañana del 19 de abril de 1948, el Amatista salió de Shanghai río arriba sobre el Yangtze. Iba a 11 nudos, pero jamás se imaginaba su tripulación que los comunistas los iban a atacar. Iban en misión de rescate de personal británico a Nanking cuando el destino les reservó el susto de sus vidas. El ataque dejó a varios muertos, y los heridos incluían a Simón, a quien le entraron varios charneles en las patitas y el lomo. Había estado durmiendo en la cabina del comandante, a como era su hábito, y Skinner estaba gravemente lesionado. Tanto los heridos como Simón fueron atendidos por galenos a la mayor brevedad posible, y un oficial de apellido Weston a pesar de estar herido se hizo cargo del mando de la nave. Luego, el ataché naval de la embajada británica en Nanking fue enviado para hacerse cargo del maltrecho Amatista. Se trataba del Teniente comandante John Simon Kerans, y cuando arribó Skinner, el comandante original de la nave, ya había fallecido el día anterior. Simón se recuperó de forma casi milagrosa de sus heridas y fue elemento crucial para mantener la moral de los oficiales mientras se negociaba la salida del barco con las autoridades chinas.
Otra amenaza se cernía sobre el barco. La proliferación de monstruosas ratas chinas amenazaba con regar la leptospirosis entre los heridos, además de que los roedores avanzaban a paso seguro hacia la cada vez más magra despensa. Simón ni corto ni perezoso comenzó a batallar contra ratas que muchas veces estaban más gordas que él. Los marineros no se perdían una batalla entre el valiente gato y las alimañas, siendo estas lidereadas por un atrevido roedor a quien apodaron Mao Tse Tung. Simón depositaba los maltrechos cadáveres de las ratas a los pies de Kerans, quien lo recompensaba de inmediato por su gran valor y eficacia.
Mientras los ingleses y os chinos jugaban a gato y al ratón en sus mesas diplomáticas, Simón no perdía tiempo en carambadas y acabó con las ratas de una vez por todas. Aún cuando la desesperada tripulación entró en medias raciones, Simón siempre recibía ración completa y sobraba quien se quitara su bocado de la boca para alimentar al felino valiente. Tres largos meses pasarían antes que el Amatista pudiera salir libre de su confinamiento en el río. Impresionado por la valentía del gato, apenas pudo Kerans envió solicitud al Dispensario del Pueblo Para Animales Enfermos en Inglaterra para que le otorgaran medalla al valor por sus proezas. La Medalla Dickin había sido establecida por la dinámica benefactora de animales María Dickin, y ya había sido otorgada a caballos, palomas y perros que mostraron gran valentía en situaciones bélicas. El 8 de agosto de 1948 Simón fue ratificado como ganador de su medalla.
El 1o.de noviembre de ese mismo año, el Amatista finalmente llegó al puerto inglés de Plymouth, donde la tripulación, y particularmente el gato Simón, fue recibido con gran pompa. Los cansados marineros por fin pudieron reunirse con sus familias, pero la vida no fue tan grata con Simón. Lo llevaron con la mejor de las intenciones a dispensario veterinario en Surrey para revisarle su salud. Separado de sus amigos lo marineros y creyendo erróneamente que estaba nuevamente abandonado, Simón pescó una mocepa de padre y señor nuestro. Los veterinarios tenían malas noticias. Al parecer debido al embarazo azaroso de su madre, Simón había nacido con un corazón físicamente débil y tanta cacería de enormes ratas lo había dejado bastante cholenco. Aunque recibía visitas de sus ex camaradas del barco y de niños que se peleaban por chinearlo, Simón se sintió descorazonado por su inactividad.
Murió un 28 de noviembre. No había cumplido ni los 4 años de edad. Su cuerpecito fue envuelto en fino algodón y su ataúd drapeado con la bandera de Gran Bretaña. Los restos del valiente minino fueron llevados por sus camaradas al lote no.281 del cementerio de mascotas en Ilford, Essex. Le rindieron honores navales completos, y Kerans conservó la medalla Dickin del gatito. Kerans para honrar la memoria del héroe mechudo ordenó la búsqueda de un gato que se le pareciera a Simón, y una vez que encontraron a un mozambicano que podría ser gemelo del finado, lo llamaron Hábil Gato Marinero Simón II.
En 1950 el autor norteamericano Paul Gallico dedicó su novela Jennie al "muy recordado Simón del Amatista." Posteriormente, la hindú Kamala Napurdalah le honró con varios sonetos y la dedicatoria de su libro sobre gatos "Miao también ama." La tumba del valiente siempre se ve adornada por flores y chischiles, y hay varios clubes de gatos y dispensarios veterinarios que portan su nombre hasta en lugares tan remotos como Nairobi y Australia.
Cecilia Ruiz de Ríos
Para los hispanoamericanos, cada vez que mencionamos Simón en términos heroicos, nos referimos al Libertador Bolívar. Pero en la historia universal, existe otro Simón quien sin ser de largas patillas o militar de carrera, dio buenas muestras de valentía y gallardía. Hoy hablaremos de este héroe chino conocido como Simón Del Amatista, el único gato que ganó la prestigiosa medalla inglesa Dickin al valor y galantería animal.
En 1944, en la isla de Stonecutter en Hong Kong, una gata dio a luz 3 crías. Una de ella, un machito de pelaje negro con patitas y pechito blanco, fue a alojarse cerca de un restaurante de mala muerte para garantizarse su sobrevivencia. Dos años más tarde, en mayo, el flaco gato de ojos verdes andaba en sus correrías cuando casi le aterriza en un plato de sopa al teniente comandante Bernard Skinner, quien estaba a cargo de la nave Amatista en Hong Kong. La mirada dulce del gato atrajo al inglés, y una vez que se garantizó que ningún chino iracundo lo iba a seguir con un cuchillo por llevarse el micifuz, Skinner bautizó al peludo chinito como Hábil Gato Marinero Simon, precisamente por la admiración que el británico sentía por Simón Bolívar. Desde que han habido navegantes, los gatos han sido bienvenidos como talismanes y grandes cazadores de alimañas en los navíos.
Muchos marineros incluso simulaban el ambiente doméstico de sus casas con un gato a bordo, y consideraban signo de mala suerte si el gato no regresaba a bordo del barco después de una parada en cualquier puerto. Simon pronto se ganó el afecto de todos los tripulantes del Amatista, incluyendo el de Peggy, una perrita amistosa que le hizo muy buen cara desde su introducción a bordo. Los oficiales se partían de la risa cuando Simon se sumaba a sus mesas de tragos y pescaba cubitos de hielo de la jarra de soda. La situación de los ingleses en China era bastante apretada. Aunque en 1858 por medio del Tratado de Tiensin los ingleses habían adquirido potestad para navegar por todas las aguas chinas, incluidas las de los ríos, algunos ya se resentían de tanta injerencia europea en China.
Uno de los que toleraba este acuerdo era Chian Kai Check, quien se hacía llamar nacionalista, pero a Mao Tse Tung -quien ya estaba dando lucha con su Revolución Cultural y sus tácticas de guerrilla para comerse el poder-el arreglo le sabía a diablos. En la mañana del 19 de abril de 1948, el Amatista salió de Shanghai río arriba sobre el Yangtze. Iba a 11 nudos, pero jamás se imaginaba su tripulación que los comunistas los iban a atacar. Iban en misión de rescate de personal británico a Nanking cuando el destino les reservó el susto de sus vidas. El ataque dejó a varios muertos, y los heridos incluían a Simón, a quien le entraron varios charneles en las patitas y el lomo. Había estado durmiendo en la cabina del comandante, a como era su hábito, y Skinner estaba gravemente lesionado. Tanto los heridos como Simón fueron atendidos por galenos a la mayor brevedad posible, y un oficial de apellido Weston a pesar de estar herido se hizo cargo del mando de la nave. Luego, el ataché naval de la embajada británica en Nanking fue enviado para hacerse cargo del maltrecho Amatista. Se trataba del Teniente comandante John Simon Kerans, y cuando arribó Skinner, el comandante original de la nave, ya había fallecido el día anterior. Simón se recuperó de forma casi milagrosa de sus heridas y fue elemento crucial para mantener la moral de los oficiales mientras se negociaba la salida del barco con las autoridades chinas.
Otra amenaza se cernía sobre el barco. La proliferación de monstruosas ratas chinas amenazaba con regar la leptospirosis entre los heridos, además de que los roedores avanzaban a paso seguro hacia la cada vez más magra despensa. Simón ni corto ni perezoso comenzó a batallar contra ratas que muchas veces estaban más gordas que él. Los marineros no se perdían una batalla entre el valiente gato y las alimañas, siendo estas lidereadas por un atrevido roedor a quien apodaron Mao Tse Tung. Simón depositaba los maltrechos cadáveres de las ratas a los pies de Kerans, quien lo recompensaba de inmediato por su gran valor y eficacia.
Mientras los ingleses y os chinos jugaban a gato y al ratón en sus mesas diplomáticas, Simón no perdía tiempo en carambadas y acabó con las ratas de una vez por todas. Aún cuando la desesperada tripulación entró en medias raciones, Simón siempre recibía ración completa y sobraba quien se quitara su bocado de la boca para alimentar al felino valiente. Tres largos meses pasarían antes que el Amatista pudiera salir libre de su confinamiento en el río. Impresionado por la valentía del gato, apenas pudo Kerans envió solicitud al Dispensario del Pueblo Para Animales Enfermos en Inglaterra para que le otorgaran medalla al valor por sus proezas. La Medalla Dickin había sido establecida por la dinámica benefactora de animales María Dickin, y ya había sido otorgada a caballos, palomas y perros que mostraron gran valentía en situaciones bélicas. El 8 de agosto de 1948 Simón fue ratificado como ganador de su medalla.
El 1o.de noviembre de ese mismo año, el Amatista finalmente llegó al puerto inglés de Plymouth, donde la tripulación, y particularmente el gato Simón, fue recibido con gran pompa. Los cansados marineros por fin pudieron reunirse con sus familias, pero la vida no fue tan grata con Simón. Lo llevaron con la mejor de las intenciones a dispensario veterinario en Surrey para revisarle su salud. Separado de sus amigos lo marineros y creyendo erróneamente que estaba nuevamente abandonado, Simón pescó una mocepa de padre y señor nuestro. Los veterinarios tenían malas noticias. Al parecer debido al embarazo azaroso de su madre, Simón había nacido con un corazón físicamente débil y tanta cacería de enormes ratas lo había dejado bastante cholenco. Aunque recibía visitas de sus ex camaradas del barco y de niños que se peleaban por chinearlo, Simón se sintió descorazonado por su inactividad.
Murió un 28 de noviembre. No había cumplido ni los 4 años de edad. Su cuerpecito fue envuelto en fino algodón y su ataúd drapeado con la bandera de Gran Bretaña. Los restos del valiente minino fueron llevados por sus camaradas al lote no.281 del cementerio de mascotas en Ilford, Essex. Le rindieron honores navales completos, y Kerans conservó la medalla Dickin del gatito. Kerans para honrar la memoria del héroe mechudo ordenó la búsqueda de un gato que se le pareciera a Simón, y una vez que encontraron a un mozambicano que podría ser gemelo del finado, lo llamaron Hábil Gato Marinero Simón II.
En 1950 el autor norteamericano Paul Gallico dedicó su novela Jennie al "muy recordado Simón del Amatista." Posteriormente, la hindú Kamala Napurdalah le honró con varios sonetos y la dedicatoria de su libro sobre gatos "Miao también ama." La tumba del valiente siempre se ve adornada por flores y chischiles, y hay varios clubes de gatos y dispensarios veterinarios que portan su nombre hasta en lugares tan remotos como Nairobi y Australia.
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