Emperador José II de Habsburgo

Emperador José II de Habsburgo
Al volante de la Máquina del Tiempo

Adelante internautas

Yo soy el Emperador José II de Habsburgo, gato quien gobierna desde el éter a su madre humana, la historiadora nicaragüense Cecilia.Hoy que se cumplen 6 años de mi ingreso triunfal al paraìso gatuno,donde fui coronado como emperador, mi madre hizo este blog en honor a mi memoria. Aquí voy recopilando el trabajo de mi madre en tres categorías: temas de la historia, personajes célebres y su obra cuentística y filosófica. Cualquier pregunta que deseen aclarar, tenéis el email cecilmundo@gmail.com para hacerlo. Ahora, a servirse la mesa.Bon appetit! Emperador José II de Habsburgo

Emperador navegando en su máquina del tiempo

Emperador navegando en su máquina del tiempo
en brazos de mi partera

domingo, 20 de abril de 2008

El sexy Alejandro VI


EL INVOLUNTARIO PAPI DE LA REFORMA: RODRIGO BORGIA
Cecilia Ruiz de Ríos
A pesar de que Rodrigo Borgia, conocido mundialmente en la historia como el papa Alejandro VI, simboliza para muchos la combinación perfecta de mafioso con estadista lujurioso, tengo que admitir que hay algunas cuatro cosas de él que merecen mi respeto, entre ellas su tierna pasión por sus hijos, la protección hacia los judíos(que en ese entonces estaban siendo perseguidos por doquier), su amor por los animales y el arte, y su cuchara como experto cuque. Sin embargo, muchos historiadores consideran a este pontífice español como la gota amarga que colmó el vaso de la corrupción eclesiástica y por ende, la pólvora que encendió la llama de la reforma protestante.
Los Borgia, cuyo apellido español era originalmente Borja, formaban una familia altamente disfuncional pero muy unida en su propósito de hacer reales y vivir muy bien sus vidas. Nacido en Játiva, España, Rodrigo era un hermoso bebé destinado a gozar de lo lindo de la vida. Dado que era sobrino de un papa-Calixto III-tenía garantizado su futuro en la exuberante iglesia católica del Renacimiento, y aunque no tuviera mucha vocación por el claustro, la obediencia y el celibato, en familia decidieron que lo más sabio era mandarlo a Roma para que comenzara a engordar con las prebendas que le ofrecía su tío. Mostró tener gran aptitud para la crueldad y el fino arte de matar sin remordimientos cuando a los 12 años se quitó de encima mediante una certera puñalada a un chico que le hacía la vida imposible. Rodrigo tomó los votos y al arribar a los 25 años ya era un joven sacerdote de ojos oscuros y figura rotunda. Su tío primero lo hizo cardenal y luego vicecanciller de la iglesia. En tan lujosas sinecuras, Rodrigo pronto se hizo rico. Construyó un palacio para sí mismo entre el puente de San Ángel y el Campo de Fiori. Vivía como rey y no era para menos. Tenía bajo su cargo oficinas papales, abadías en Italia y era obispo de Valencia, Porto y Cartagena, y su golosa amante Vanozza que tenía en España lo llegó siguiendo para manufacturarle 4 bastardos, entre ellos la infame y bella Lucrecia y el asesino sifilítico Césare. Rodrigo adoraba a su lujuriosa Vanozza Catenei, pero no conocía la fidelidad ni en estampilla y sus correrías con damas de alcurnia así como con meretrices eran tristemente célebres en Roma. Calixto III, su tío cuya vida sexual también estaba bastante colorada, se hacía de la vista obesa, por no decir gorda, ante las perversiones cometidas por su sobrinito Rodrigo.
Tanta plata acumulada por Rodrigo le sería muy útil cuando se le metió el diablo que quería ser papa. Calixto se fue de este mundo en 1458, y subió al solio papal Pío II. Este señor no era ningún santurrón en su vida privada-ya le habían tenido dos espurios-pero Pío II prefirió tratar de cortarle las alas a Rodrigo. En tonos amables-pues conocía que Rodrigo era perfectamente capaz de mandarlo a envenenar-le reprochaba su vida licenciosa, y en una ocasión en que Rodrigo hizo una fabulosa orgía donde varias damas linajudas participaron en la francachela, Pío II lo reprendió por escrito. Le recordaba que un cardenal no podía conducirse con tanta lujuria y descaro.
Ya con los pantalones puestos, Rodrigo entre orgías logró seguir acumulando plata. Vendía perdones para todo tipo de crímenes, aún los más atroces. No toleraba que un criminal rico fuese condenado y ejecutado...era más rentable que pagara por su entrada al cielo! Rodrigo continuó buscando la silla de San Pedro como el borracho ansía el guaro. Miraba con ansiedad a su alrededor, y veía a otros desfilar a la silla que el codiciaba. En el cónclave de 1484, tras la muerte de Sixto IV, Rodrigo perdió su chance ante Inocente VIII-a quien recordamos como cazador de brujas. Cuando en 1492-el año en que Colón vino a América a salar nuestro destino enviado por los Reyes Católicos de España-murió Inocente VIII, Rodrigo se relamió del gusto. Aunque quedase para pedir limosna en las calles de Roma, esta vez el pontificado sería suyo, y bien comprado. Alardeó que tenía suficiente plata para llenar la capilla Sistina. Solo se le opuso en rico cardenal italiano Ascanio Sforza, y Rodrigo, al ver su indiferencia ante la tentación, se lo llevó aparte y le preguntó sin rodeos cuánto costaba su voto y su apoyo con los que se resistían aún. Sforza se contentó con el puesto lucrativo de vice canciller y una suma enorme de monedas. Al día siguiente, cuatro agotadas mulas con costales de dinero pasaron rumbo al palacio de Sforza. Rodrigo compró el voto del cardenal de Venecia-un achacoso chinchintorro de 96 años- y salió por fin electo papa con el nombre de Alejandro VI.”Estamos en las fauces del lobo más hambriento que hemos visto y nos devorará sin asco!”gimoteó Giovanni di Medici, futuro papa Leo X, al saber que Rodrigo saltaba como chiquillo al verse electo sumo pontífice. Rodrigo se hizo coronar en una ceremonia de decadencia y boato casi pagano, y su primer cambio fue deshacerse de la madre de sus cuatro bastardos- Vanozza -para adquirir a la adolescente pero casada Julia Farnese, ya que a pesar de andar buscando los 60 años, Rodrigo se jactaba de ser un Príapo en la cama. Julita aprovechó los retozones con el papa para conseguirle a su hermano un puesto lujoso como cardenal. Este muchacho luego sería conocido como el papa Pablo III.
Rodrigo rellenó sus arcas vendiendo al mejor postor los puestos de cardenales. Una vez que hubiesen pagado opíparamente por ser investidos como príncipes de la iglesia, Rodrigo los mandaba a envenenar para que murieran y pudiera admitir más cardenales en su lugar.

Césare, el guapo pero corrupto hijo de Rodrigo, se hizo cardenal de gratis. Lucrecia, la hermosa y erudita hija de Rodrigo, contrajo tres consecutivos matrimonios con linajudos hombres gracias a papi, mientras llevaba una de las vidas más lujuriosas de la historia. Para colmo, en una ocasión durante una orgía, Rodrigo y Lucrecia experimentaron el coito incestuoso, y Lucrecia parió un bebé que se asume era producto de esa noche de copas.
Rodrigo, quien tanto utilizó venenos, intrigas y asesinatos-incluyendo la persecución y ejecución de Girolamo Savonarola (quien la cantaba las verdades sin pelos en la lengua) para lograr sus metas, habría de recibir la factura del destino.
A los 73 años, con el cuerpo minado por el sobrepeso, la diabetes, hipertensión y la sífilis, Rodrigo mismo habría de saber cuán rico era el veneno. En 1503 su asistente John Burchard lo vio morir en medio de grotescos dolores, permaneciendo en cama por días sin poder tragar, sin poder contener sus vísceras y con unos cólicos violentos. Al morir, Rodrigo quedó de un tono violentamente magenta, y la piel se le comenzó a caer como cáscara .Su gordo vientre se hizo líquido, y las vísceras brotaban como sangre licuada. El ennegrecido cuerpo del papa se comenzó a hinchar y podrir, la lengua se inflamó y se abrió la fétida boca, emitiendo un ruido como una tetera hirviendo. El grotesco cadáver finalmente explotó, emitiendo gases sulfurosos por todos los orificios como un festival de flys macabros. El embajador de Venecia opinó que era el cadáver más asqueroso que había visto. Curiosamente, la pobre iglesia católica experimentaba uno de sus peores momentos, y fue precisamente a poco del entierro de Rodrigo que se comenzó a fraguar en las 95 tesis de Martín Lutero en Alemania el movimiento protestante de la reforma para acabar con tanta corrupción.


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