Emperador José II de Habsburgo

Emperador José II de Habsburgo
Al volante de la Máquina del Tiempo

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Yo soy el Emperador José II de Habsburgo, gato quien gobierna desde el éter a su madre humana, la historiadora nicaragüense Cecilia.Hoy que se cumplen 6 años de mi ingreso triunfal al paraìso gatuno,donde fui coronado como emperador, mi madre hizo este blog en honor a mi memoria. Aquí voy recopilando el trabajo de mi madre en tres categorías: temas de la historia, personajes célebres y su obra cuentística y filosófica. Cualquier pregunta que deseen aclarar, tenéis el email cecilmundo@gmail.com para hacerlo. Ahora, a servirse la mesa.Bon appetit! Emperador José II de Habsburgo

Emperador navegando en su máquina del tiempo

Emperador navegando en su máquina del tiempo
en brazos de mi partera

domingo, 27 de abril de 2008

la modelito amorosa de Tiziano

BELLA, LUJURIOSA Y DESAFORTUNADA: ISABEL DE AVIS
Cecilia Ruiz de Ríos
Una de las mujeres más exquisitas de la historia fue una pelirroja monarca llamada Isabel de Avis, quien fue la consorte del rey Carlos I de España y V de Alemania. Sin embargo, esta preciosa dama estaba destinada a acabar su breve vida convirtiéndose en uno de los cadáveres que más velozmente se pudrió, dejando un recuerdo triste y salobre en la península ibérica.
Isabel nació en Lisboa el 23 de octubre de 1503, siendo princesa por ser hija del rey Manuel I El Afortunado y su esposa María de España (hija de los Reyes Católicos Isabel y Fernando). Nació doña Isabel en Lisboa, el 23 de octubre de 1503. Desde bebé era genuinamente hermosa, y su infancia la pasó junto a su madre, dedicada ésta al cuidado de su amplia prole ya que engendró siete cipotes.
Fue educada con primor, pero tuvo su primer disgusto mayor cuando en 1517 su mamá murió, pasando Isabel a ocupar el papel materno hacia sus hermanos menores. Ya adolescente, se hizo esbelta y bella, de ojos grises y cabellos rubio-rojizos. Tras quedar su papi Manuel viudo por segunda vez, volvió a contraer matrimonio en 1519, contrayendo nupcias con una sobrina: doña Leonor, hija de la linda pero desquiciada Juana la Loca y el inservible consorte de ésta, Felipe El Hermoso. Leonor sería quien propusiera el casamiento de Isabel con Carlos I (quien era su hermano) En las Cortes de Toledo de 1525, la joven madrastra Leonor propondrá un doble enlace que unirá aún más la intensa relación entre las casas reinantes de Portugal y España: el rey Juan III de Portugal casaría con Catalina, hija también de Juana La Loca, y el rey Carlos I de España y V de Alemania se casaría con Isabel de Portugal.
Ya estando todo amarrado, la dote de Isabel resultaba deliciosa el erario español, que estaba más ralo que talón de guatusa tierna.: 900.000 doblas de oro. Carlos encandilado por la belleza de Isabel, le daría a su futura esposa en calidad de arras 300.000 doblas, reales que salieron la la hipoteca que el enamorado barbudo hizo caer sobre las propiedades que tenía en Ubeda, Baeza y Andújar, signo evidente del deterioro de la economía.Isabel, emperifollada como costoso regalo navideño, fue entregada en la frontera castellano-portuguesa el 7 de enero de 1526. La boda se hizo poco más de dos meses luego, en Sevilla el 11 de marzo. Isabel, quien era de temperamento apasionado, gustó del novio que le imponían. Hicieron su luna de miel en Granada, donde Carlos ordenó plantar unas flores persas que se convertirán en uno de los símbolos peninsulares: los claveles. Y como para Isabel el amor resultó ser “friendo y comiendo”, en la luna de miel quedó pipona.
Para desgracia del mundo, el parto tuvo lugar en Valladolid, el 21 de mayo de 1507, naciendo un niño que sería bautizado con el nombre de Felipe, quien luego sería uno de los reyes más asesinos de todos los tiempos. Curiosamente, Felipe vino al mundo mientras su aún modosita y decorosa mami pidió que apagaran todos los candelabros de la sala, tapándose el rostro con un ligero trapito de encaje durante el parto para evitar que los asistentes apreciaran el dolor en su rostro. La comadrona que la asistía recomendó que soltara toda la tensión del momento gritando, a lo que Isabel contestó que por su linaje no se podía dar el lujito de gritar, prefiriendo morir. Un año después Isabel parió otro varón a quien llamaron Juan, pero este niño murió al poco tiempo. El 27 de junio de 1529, dado que Carlos no dejaba de gozar a su mujer, un nuevo parto que resultó en una niña a quien bautizaron como María. Tras el parto de María Isabel pasó calenturas que según muchos dicen se curaron bebiendo agua de la fuente de San Isidro.
En 1529 Isabel quedó por primera vez como regente de España cuando el esposo salió de viaje, pero esta es apenas una de las cinco veces que el mando queda en su mano durante las ausencias de Carlos I. Isabel supo gobernar con prudencia mientras su marido andaba fuera, y por eso el pueblo comienza a verla como mucho más que una decorativa princesa portuguesa importada para el lecho del soberano. El 24 de junio de 1535 Isabel tuvo a su cuarto retoño una niña que recibió el nombre de Juana en honor a su abuela paterna.
Es obvio que Isabel sabía lo bella que era. No pasaba ante un charco sin ver su reflexión. En Toledo, Isabel se rodeó de una pequeña corte de poetas e intelectuales, entre ellos Gracilazo de la Vega. Cuando el pintor italiano Tiziano fue patrocinado por Carlos I, Isabel aprovechó que el pintor le hiciera un retrato. También reza la leyenda que hicieron el amor de conejos asustados encima de una paleta del pintor, quedando el real trasero con una vistosidad multicolor. No solo los artistas admiraban a la espléndida pelirroja, sino que Francisco de Borja (y familia por cierto de la Lucrecia Borgia) se moría por ella. Aunque los puritanos y gazmoños afirman que era una relación platónica, todo parece indicar que la reina correspondía a los febriles avances del duque. Fueron tantos los rumores que se dijo que el nuevo bebé que esperaba la reina para el verano de 1539 no era de Carlos I, sino que del Duque. Un parto muy prematuro se presentó a finales de abril, y cuando el feto-que no estaba viable debido a ser muy prematuro-entró al mundo, Isabel tuvo una enorme hemorragia. El niño que nació apenas vivió unas horas. La hermosa Isabel se desangró a paso galopante, y una violenta infección apagó su vida al amanecer el 1º. de mayo de 1539 en el palacio de los condes de Fuensalida. Con expresión de cúcala desarbolada, el viudo Carlos se jamás volverá a casarse ni a mirar por mucho rato a otra mujer, él que fue tan faldero engendrando a varios espurios (entre ellos, con Bárbara Blomberg a Don Juan de Austria, futuro vencedor de la Batalla de Lepanto, y Margarita de Parma, con un sirvienta). Casi de inmediato del deceso de la bella, Carlos se retiró al monasterio de Santa María de la Sisla y su hijo Felipe asumió el mando e la comitiva que llevaría el cadáver de Isabel desde Toledo a Granada.
En la comitiva va el que llaman con sorna “el viudo sin anillo” Francisco de Borja. Al arribar finalmente a Granada, donde se debía sepultar los tristes despojos, Francisco debió abrir el féretro para dar fe del hecho al entregarlo a los monjes que se encargarían de enterrarlo. Este fue uno de los momentos más macabros de la historia,, pues al contemplar la masa deforme del cuerpo de su idolatrada Isabel, el acongojado duque de Borja dijo entre sollozos "No puedo jurar que ésta sea la Emperatriz, pero sí juro que fue su cadáver el que aquí se puso". Pocos contuvieron el asco ante la tufalera, pero el sepelio se hizo apresuradamente mientras el adolescente Felipe-futuro rey-apenas contenía el llanto y las ganas de vomitar.

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