LOS SLOGANS PRESTADOS DE LA HISTORIA
Cecilia Ruiz de Ríos
Mucha discusión suscitó hace poco el hecho de que yo mencionara que el ex general y luego presidente gringo Dwight «Ike» Eisenhower llegó a la butaca de la Casa Blanca con el slogan de I Like Ike en la campaña electoral, y el parecido entre esta frase y otra popularizada en nuestros comicios edilicios es obvio. Sin embargo, en América Latina y Estados Unidos se han copiado muchos slogans, frases dichas por políticos de calibre mundial, Hay hasta hits musicales mostrando que en cuestión de originalidad, a veces cojeamos bastante.
Tanto en Nicaragua como en Francia en la campaña presidencial del 81 hubo slogans muy parecidos al Me gusta Ike o Ike me cae bien, pero en Francia se probó que la repetición muy pocas veces lleva al éxito y el candidato descolorido que llevó una cuasi fotocopia del I Like Ike ni siquiera llegó a la segunda ronda de los comicios presidenciales, limitándose a ver cómo el ring electoral se reducía a una encarnizada lucha en la cual ganaría el ex pronazi Francois Mitterand. Muchos siguieron gustando de Ike a pesar de que le dio por querer clavarle muchos impuestos a los dueños de pompas fúnebres o que echó las ardillas listadas de la Casa Blanca porque le entorpecían el césped del golf con sus hoyos.Y eso por no mencionar cuando, años después que Ike estuviera en la Casa Blanca, su ex amante Kay Summerbsby publicó un escandaloso libro sobre el gran affaire entre Dwight y ella mientras se llevaba a cabo la Segunda Guerra Mundial.
Uno de los slogans más criticados de Nicaragua fue usado durante la guerra fraticida de los años 80, cuando a los rojinegros les dio por apoderarse de la frase de lucha NO PASARAN para usarla referente a los nicas exiliados que querían echar del poder al gobierno de turno. Originalmente, No pasarán la gritaba la inmortal combatiente La Pasionaria durante la espantosa guerra civil española, cuando la sangre corrió como agua por la península ibérica.
El No Pasarán pasó a la historia como símbolo de la lucha que se dio entre las facciones españolas que se enfrentaban en este horrible conflicto, y hacía palidecer al fascista generalísmo Franco. Por eso, cuando fue utilizada aquí en Nicaragua y hasta dio origen a un poemita y una cancioncita, muchos conocedores de historia se rascaron como si les anduvieran pulgas atómicas por todo el cuerpo. Si eso fuera poco, la frase de la aguerrida reina angolana Nzingha de «todo para los combatientes, todo para los frentes de guerra»(acuñada cuando los portugueses querían proseguir esclavizando a los negros) sirvió de slogan para 1983 cuando los sandináis ya se imaginaban ver a un rubio trasero de marine en su traspatio.
A Tachito Somoza Debayle le encantaba que le dijeran No Te Vas, Te Quedás. Creyéndose más linajudo que un Plantagenet o un Habsburgo, este marine criollo soñaba con eternizar su simiente en el poder, y usaba una frase que originalmente fue acuñada por Mohammed Reza Pahlevi, el acartonado Sha de Irán, cuando le dio por celebrar 2500 años del imperio persa con una maxi francachela en las ruinas de Persépolis mientras el pueblo iraní se servía rebanadas de aire con champán de nada. En un intervalo de menos de un año, tanto Somoza Debayle como el Sha de Irán se dieron cuenta que de frase no pasaba a nada más lo de No te Vas, Te Quedás, y tanto Tachito como el Sha con su tufosa esposa Farah y sus altivos hijos narigudos tuvieron que salir de sus respectivas fincas, perdón, países, como si el diablo les fuera pisando la cola.
Quien haya aconsejado a don Arnoldo Alemán adoptar el slogan Obras No Palabras al parecer no ha leído demasiado sobre la violenta y sangrienta historia del continente africano, en particular la de Uganda. A veces la omisión o la falta de ojo para el detalle puede obrar como semilla del desastre, y fue precisamente Idi Amín Dada, un ex sargento analfabeto, pasado de peso y gritón que llegó al poder en Uganda tras un golpe de estado, quien acuñó la frase Obras No palabras. El clavo del asunto es que si bien la frase suena progresista, hay que ver en qué contexto la echó a andar el tenebroso gorilón de Idi.
Este dictador con ribetes de macabro bufón se refería a que él no andaba amenazando con palabras a su oposición, sino que se iba directamente a la obra (léase asesinato). Y vaya si Idi Amín cumplía con su slogan. Miles de opositores, incluyendo un religioso de alta jerarquía, no recibieron palabra alguna sino un pasaporte inmediato sin boleto de regreso al más allá, ya fuera mediante tiros en la nuca a la orilla del río Nilo o por estrangulamiento, empalamiento u otros métodos más violentos de matar a alguien. Es por eso que algunos que conocen de historia han comentado negativamente en cuanto a este discutido slogan...
Lech Walesa como dirigente sindical fue todo un éxito, pero cuando le tocó agarrar las riendas de Polonia, probó que era un desastre hasta para escoger frases de campaña. Lo peor fue cuando tomó la frase acuñada por el impecable Sir Winston Churchill después de la II Guerra Mundial de «tras la cortina de hierro» para soltar kilos enteros de galimatías.
Las frases alusivas a las camisas han jugado un rol bastante repetitivo en la historia. Selim el Adusto, sultán otomano quien engendró al fabuloso Solimán el Magnífico, daba particular importancia a los jenízaros, soldados elites de origen cristiano pero convertidos al Islam que usaban unas camisas particularmente coloridas para distinguirse del resto de las tropas turcas. En nuestro siglo, un periodista de pacotilla convertido en dirigente político capitalizó la importancia de referirse a sus seguidores como los hombres de las camisas oscuras. Benito Mussolini, a pesar de que él en particular pocas veces se rasuraba, bañaba o cambiaba la camisa, uniformó a sus simpatizantes con las famosas camisas negras y les instaba a lucirlas en desfiles, o a quitárselas para trabajar arduamente, sudando por su partido fascista.
No es de extrañarse que Evita Duarte de Perón, una vez convertida en la mujer de Juan Domingo Perón, tomara prestado lo de descamisarse para rendir trabajo al fascismo y lo aplicara en Argentina para llamar a sus obreros los descamisados. Una de las máculas sobre la memoria de Juan Domingo Perón fue que él y su mujer sintieron mucha simpatía por Mussolini, y cuando se le acabó el ascenso de estrella al Duce y acabó ajusticiado por los partisanos, meado y volteado patas arriba en la Piazza Loreto junto a su amante Clara Petacci, Perón comprobó que tragarse las palabras o buscar cómo la gente olvidara un slogan prestado era tan imposible como volver a meter el dentífrico dentro del tubo.
El uso de temas musicales populares en campañas políticas no se ha limitado a países del Tercer Mundo, y un hermoso Clinton bailó al ritmo de la Macarena de los españoles Los del Río cuando quiso sentarse en el taburete presidencial...Edward Seaga fue el primer ministro jamaiquino que se sirvió de la simpatía y palabras de un compatriota suyo, el inefable Bob Marley Rey del Reggae, para protagonizar una aparatosa reconciliación nacional con ribetes de final feliz de telenovela. Mediando un Bob Marley ya enfermo, Seaga y su mayor rival político se dieron las manos en un estadio de Jamaica mientras muchos coreaban la letra del hit de Un Solo Amor (One Love) de Marley
Cecilia Ruiz de Ríos
Mucha discusión suscitó hace poco el hecho de que yo mencionara que el ex general y luego presidente gringo Dwight «Ike» Eisenhower llegó a la butaca de la Casa Blanca con el slogan de I Like Ike en la campaña electoral, y el parecido entre esta frase y otra popularizada en nuestros comicios edilicios es obvio. Sin embargo, en América Latina y Estados Unidos se han copiado muchos slogans, frases dichas por políticos de calibre mundial, Hay hasta hits musicales mostrando que en cuestión de originalidad, a veces cojeamos bastante.
Tanto en Nicaragua como en Francia en la campaña presidencial del 81 hubo slogans muy parecidos al Me gusta Ike o Ike me cae bien, pero en Francia se probó que la repetición muy pocas veces lleva al éxito y el candidato descolorido que llevó una cuasi fotocopia del I Like Ike ni siquiera llegó a la segunda ronda de los comicios presidenciales, limitándose a ver cómo el ring electoral se reducía a una encarnizada lucha en la cual ganaría el ex pronazi Francois Mitterand. Muchos siguieron gustando de Ike a pesar de que le dio por querer clavarle muchos impuestos a los dueños de pompas fúnebres o que echó las ardillas listadas de la Casa Blanca porque le entorpecían el césped del golf con sus hoyos.Y eso por no mencionar cuando, años después que Ike estuviera en la Casa Blanca, su ex amante Kay Summerbsby publicó un escandaloso libro sobre el gran affaire entre Dwight y ella mientras se llevaba a cabo la Segunda Guerra Mundial.
Uno de los slogans más criticados de Nicaragua fue usado durante la guerra fraticida de los años 80, cuando a los rojinegros les dio por apoderarse de la frase de lucha NO PASARAN para usarla referente a los nicas exiliados que querían echar del poder al gobierno de turno. Originalmente, No pasarán la gritaba la inmortal combatiente La Pasionaria durante la espantosa guerra civil española, cuando la sangre corrió como agua por la península ibérica.
El No Pasarán pasó a la historia como símbolo de la lucha que se dio entre las facciones españolas que se enfrentaban en este horrible conflicto, y hacía palidecer al fascista generalísmo Franco. Por eso, cuando fue utilizada aquí en Nicaragua y hasta dio origen a un poemita y una cancioncita, muchos conocedores de historia se rascaron como si les anduvieran pulgas atómicas por todo el cuerpo. Si eso fuera poco, la frase de la aguerrida reina angolana Nzingha de «todo para los combatientes, todo para los frentes de guerra»(acuñada cuando los portugueses querían proseguir esclavizando a los negros) sirvió de slogan para 1983 cuando los sandináis ya se imaginaban ver a un rubio trasero de marine en su traspatio.
A Tachito Somoza Debayle le encantaba que le dijeran No Te Vas, Te Quedás. Creyéndose más linajudo que un Plantagenet o un Habsburgo, este marine criollo soñaba con eternizar su simiente en el poder, y usaba una frase que originalmente fue acuñada por Mohammed Reza Pahlevi, el acartonado Sha de Irán, cuando le dio por celebrar 2500 años del imperio persa con una maxi francachela en las ruinas de Persépolis mientras el pueblo iraní se servía rebanadas de aire con champán de nada. En un intervalo de menos de un año, tanto Somoza Debayle como el Sha de Irán se dieron cuenta que de frase no pasaba a nada más lo de No te Vas, Te Quedás, y tanto Tachito como el Sha con su tufosa esposa Farah y sus altivos hijos narigudos tuvieron que salir de sus respectivas fincas, perdón, países, como si el diablo les fuera pisando la cola.
Quien haya aconsejado a don Arnoldo Alemán adoptar el slogan Obras No Palabras al parecer no ha leído demasiado sobre la violenta y sangrienta historia del continente africano, en particular la de Uganda. A veces la omisión o la falta de ojo para el detalle puede obrar como semilla del desastre, y fue precisamente Idi Amín Dada, un ex sargento analfabeto, pasado de peso y gritón que llegó al poder en Uganda tras un golpe de estado, quien acuñó la frase Obras No palabras. El clavo del asunto es que si bien la frase suena progresista, hay que ver en qué contexto la echó a andar el tenebroso gorilón de Idi.
Este dictador con ribetes de macabro bufón se refería a que él no andaba amenazando con palabras a su oposición, sino que se iba directamente a la obra (léase asesinato). Y vaya si Idi Amín cumplía con su slogan. Miles de opositores, incluyendo un religioso de alta jerarquía, no recibieron palabra alguna sino un pasaporte inmediato sin boleto de regreso al más allá, ya fuera mediante tiros en la nuca a la orilla del río Nilo o por estrangulamiento, empalamiento u otros métodos más violentos de matar a alguien. Es por eso que algunos que conocen de historia han comentado negativamente en cuanto a este discutido slogan...
Lech Walesa como dirigente sindical fue todo un éxito, pero cuando le tocó agarrar las riendas de Polonia, probó que era un desastre hasta para escoger frases de campaña. Lo peor fue cuando tomó la frase acuñada por el impecable Sir Winston Churchill después de la II Guerra Mundial de «tras la cortina de hierro» para soltar kilos enteros de galimatías.
Las frases alusivas a las camisas han jugado un rol bastante repetitivo en la historia. Selim el Adusto, sultán otomano quien engendró al fabuloso Solimán el Magnífico, daba particular importancia a los jenízaros, soldados elites de origen cristiano pero convertidos al Islam que usaban unas camisas particularmente coloridas para distinguirse del resto de las tropas turcas. En nuestro siglo, un periodista de pacotilla convertido en dirigente político capitalizó la importancia de referirse a sus seguidores como los hombres de las camisas oscuras. Benito Mussolini, a pesar de que él en particular pocas veces se rasuraba, bañaba o cambiaba la camisa, uniformó a sus simpatizantes con las famosas camisas negras y les instaba a lucirlas en desfiles, o a quitárselas para trabajar arduamente, sudando por su partido fascista.
No es de extrañarse que Evita Duarte de Perón, una vez convertida en la mujer de Juan Domingo Perón, tomara prestado lo de descamisarse para rendir trabajo al fascismo y lo aplicara en Argentina para llamar a sus obreros los descamisados. Una de las máculas sobre la memoria de Juan Domingo Perón fue que él y su mujer sintieron mucha simpatía por Mussolini, y cuando se le acabó el ascenso de estrella al Duce y acabó ajusticiado por los partisanos, meado y volteado patas arriba en la Piazza Loreto junto a su amante Clara Petacci, Perón comprobó que tragarse las palabras o buscar cómo la gente olvidara un slogan prestado era tan imposible como volver a meter el dentífrico dentro del tubo.
El uso de temas musicales populares en campañas políticas no se ha limitado a países del Tercer Mundo, y un hermoso Clinton bailó al ritmo de la Macarena de los españoles Los del Río cuando quiso sentarse en el taburete presidencial...Edward Seaga fue el primer ministro jamaiquino que se sirvió de la simpatía y palabras de un compatriota suyo, el inefable Bob Marley Rey del Reggae, para protagonizar una aparatosa reconciliación nacional con ribetes de final feliz de telenovela. Mediando un Bob Marley ya enfermo, Seaga y su mayor rival político se dieron las manos en un estadio de Jamaica mientras muchos coreaban la letra del hit de Un Solo Amor (One Love) de Marley
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