Emperador José II de Habsburgo

Emperador José II de Habsburgo
Al volante de la Máquina del Tiempo

Adelante internautas

Yo soy el Emperador José II de Habsburgo, gato quien gobierna desde el éter a su madre humana, la historiadora nicaragüense Cecilia.Hoy que se cumplen 6 años de mi ingreso triunfal al paraìso gatuno,donde fui coronado como emperador, mi madre hizo este blog en honor a mi memoria. Aquí voy recopilando el trabajo de mi madre en tres categorías: temas de la historia, personajes célebres y su obra cuentística y filosófica. Cualquier pregunta que deseen aclarar, tenéis el email cecilmundo@gmail.com para hacerlo. Ahora, a servirse la mesa.Bon appetit! Emperador José II de Habsburgo

Emperador navegando en su máquina del tiempo

Emperador navegando en su máquina del tiempo
en brazos de mi partera

domingo, 4 de mayo de 2008

Los piecitos voladores

LA SAETA DE CHOCOLATE QUE HUMILLÓ AL CHACAL HITLER: JESSE OWENS
Cecilia Ruiz de Ríos
Uno de los hombres más veloces y a la vez encantadores de la historia fue un gringo sonriente llamado Jesse Owens, quien a pesar de tener más dulzura que un chocolate exquisito, le hizo pasar momentos amargos al criminal Adolfo Hitler y los nazis en 1936:James Cleveland Owens. Este precioso negro se encargaría de desmentir la cacareada teoría del superhombre blanco en la propia jaula de Hitler(Alemania) y se ganaría de el corazón y los aplausos de todos.
James Cleveland Owens vino al mundo en 1913 en una aldea de Alabama, hijo de Henry y Emma Owens. Cuando el chico tenía 8 años, sus padres decidieron mudarse a Cleveland, Ohio. Nunca tuvieron mucho dinero, pero el amor sobraba en dicho hogar. El papá de Jesse esperaba encontrar un mejor empleo, y Jesse fue a dar a un colegio público, donde el James Cleveland pasó a ser Jesse por un error de anotación de su primer teacher. La ciudad de Cleveland no les dio la prosperidad con que soñaba el padre del chavalo, y continuaron siendo pobres. Jesse tomaba empleos a medio tiempo para ayudar con los gastos. Se hizo empacador de abarrotes en un supermercado, vendedor de revistas y ayudaba a descargar vagones de trenes de carga. Ahí descubrió que no le temía al fuerte trabajo físico, y como encargado de entregas a domicilio, lo elogiaban por su rapidez dado que corría como una saeta de chocolate. En el colegio, durante la clase de educación física, el entrenador Charlie Riley captó la facilidad natural del cipote para las carreras cortas.
Lo invitó a sumarse al equipo de atletismo. Con mucha pena, Jesse explicó que no podía quedarse después de mediodía en el colegio practicando pues tenía trabajo y era su deber ayudar a mantener a su familia. Riley, entusiasmado, ofreció entrenarlo gratis tempranito en las mañanas. Jesse aceptó encantado. Pronto el joven se convirtió en la estrella de atletismo de la Secundaria Técnica del Este de Cleveland. Sus records en los 100 metros y salto largo pronto fueron maravillosos. Representó a su ciudad en una justa deportiva en Chicago. Al bachillerarse varias universidades se pelearon entre sí el honor de becarlo, pero él prefirió ir a la Universidad Estatal de Ohio sin gozar de beca alguna.
Para sostenerse debió tomar más empleos a medio tiempo. Pero en 1933 Estados Unidos aún tenía un criminal sistema de segregación para los negros, y el bello Jesse no pudo vivir en los dormitorios en el campus, sino que tuvo que alojarse con otros afro-americanos fuera de la universidad. Tampoco podía comer en los comedores estudiantiles, teniendo que buscarse sus alimentos en restaurantes solo para negros. Cuando viajaba representando a su universidad, debía alojarse en hoteles para negros, o si los hoteles para blancos le permitían quedarse en ellos, debía entrar por la puerta trasera como sirviente.
En la famosa justa deportiva de Big Ten en Ann Arbor el 25 de mayo de 1935,Jesse estableció tres récords mundiales en menos de 45 minutos, a pesar de que la espalda le estaba dando lata desde una semana atrás producto de una caída escalinatas abajo. Tenaz como siempre, estuvo recibiendo atención médica hasta pocos minutos antes de las carreras. Para Jesse el dolor carecía de importancia.
Estando en su segundo año de estudios universitarios, Jesse se percató que podría competir con facilidad a más altos niveles. Fue seleccionado para ir con la delegación gringa a los Juegos Olímpicos de 1936 en Berlín, Alemania. Adolfo Hitler estaba aumentando su influencia y poder a velocidad vertiginosa, y él planificaba demostrarle al mundo que su teoría del superhombre chele ojos azules no estaba equivocada. Hitler soñaba con que sus protomachos cheles arrasaran con todas las medallas de oro, pero iba a quedarse hueliendo el dedo como imbécil que era. Jesse se encargó de aguar los planes de Hitler al ganar varias medallas de oro. Al final de los juegos, poco le importaba a Jesse el no haberse ensuciado las manos estrechando mano tan ensangrentada como la del Fuhrer. Jesse había sido aplaudido a rabiar hasta por los atletas nazis, que se peleaban por retratarse con él. La adolescente holandesa Francina Koen- más adelante conocida como Fanny Blankers-Koen “la Holandesa Voladora” cuando en 1948 se cubrió de gloria en los juegos olímpicos de Londres- temblando de emoción le pidióel autógrafo a esta maravillosa flecha humana de ébano.
Hitler, cuando le fueron con el cuecho de lo que la rubia holandesa había hecho, soltó una sarta de improperios y la acusó de ser una “zorra desvergonzada con nostalgia por el lodo.” Jesse se llevó el oro olímpico en las carreras de los 100 y 200 metros, además del salto. Su cuarta medalla de oro se la llevó como integrante del equipo de cuatro corredores que ganaron la carrera de relevos de 400 metros. Fue el primer atleta norteamericano en cargarse 4 medallas de oro en una sola olimpiada.A pesar de sus éxitos en Alemania, la inestabilidad financiera de los Owens continuaba. Vergonzosamente cabe anotar que en ese entonces, los Estados Unidos no le ofreció mayor cosa solo por el oscuro color de su piel.
En un esfuerzo para mantener a su familia, Jesse, dejó la universidad sin concluir sus estudios cuando ya le faltaba poco para acabar y ser licenciado. Se lanzó a correr profesionalmente, corriendo en exhibiciones contra otros atletas, caballos, y hasta motocicletas. También aceptó ser orador profesional en eventos públicos, siempre tratando de promover el deporte. Cayó tan bien como conferencista que inició lo que sería su propia firma de relaciones públicas. Compañías de fuerte capital como la Ford Motors le buscaron para que hablara por ellos. Siempre enfatizaba el valor de la moralidad, la unidad familiar y la sana vida deportiva.
Consiguió patrocinios para fomentar el deporte en barrios marginados y se hizo el ídolo de los chiquillos negros, puertorriqueños y de etnias orientales. En 1976 el presidente gringo Gerald Ford le dio la medalla de la Libertad, el más alto honor recibido por un civil. Jesse se había impuesto con sonrisas, tenacidad y un carácter alegre y cariñoso. A los 66 años de edad, un 31de marzo de 1980, Jesse moriría de cáncer en Tucson, dejando como cúcala desarbolada a su adorada Ruth Solomon, la novia de secundaria con quien en 1935 se había casado. Como padre de sus tres hijas(Gloria, Beverly y Marlene), Jesse fue el progenitor más afectuoso y responsable que pudieron haber tenido. Hoy en día la Fundación Jesse Owens ha quedado mayormente en manos de su hija Marlene y a través de esta organización se ha fomentado la promoción de jóvenes atletas de todas las razas, cumpliendo así con un gran sueño del inolvidable Jesse Owens.

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