LOS GRANDES DEPORTISTAS AMATEURS DE LA HISTORIA
Cecilia Ruiz de Ríos
Nadie que haya jugado profesionalmente deporte alguno tiene cabida en los Juegos Olímpicos, ni en la antigüedad ni en los juegos modernos resucitados a fines del siglo XIX por el barón Pierre de Coubertin. Muchas grandes figuras de la política, literatura y cabezas coronadas fueron aficionados apasionados de diversos deportes, y algunos azules como la princesa Ana de Inglaterra, quien es una excelente amazona. incluso han llegado a integrarse a equipos de categoría olímpica para representar a sus países. Cuántos de los personajes célebres de la historia hubieran dado cualquier cosa por estar incluidos en las delegaciones de sus países cuando la llama olímpica se prende en la sede de las competencias?
Uno de los mejores nadadores de la historia fue un granuja rico, guapísimo y astuto como él solo: Alcibíades de la antigua Grecia. Este hermoso general que se cambió de bando tres veces durante las Guerras del Peloponeso era un genuino tritón, además de ser aficionado al lanzamiento del disco, la jabalina y las carreras. Gran amigo de filósofos y grandes intelectuales como Aristófanes fue el famoso literato Agatón (de quien yo tomé su frase “ni los dioses pueden cambiar el pasado” para lema de uno de mis sitios web). Agatón además era buen lanzador del disco y la jabalina, aunque en una ocasión casi se parte la sesera en un ridículo accidente. Entre los grandes jinetes de la historia figura Xenofonte, el griego a quien le debemos el Anabasis y un buenísimo manual para entrenar sin sufrimiento a los corceles. Otro gran jinete fue el monarca persa Cyro el Grande, a quien ningún corcel o camello se le resistía.
Entre los romanos, Claudio el Historiador adoraba irse de vela por la costa sur de Italia, aprovechando para nadar aunque nunca hubiera sido campeón. Su entenado Nerón se dedicó a conducir aurigas y hasta ganó un premio olímpico por favoritismo, no porque haya sido nada bueno con los caballos. La madre posesiva de Nerón, Agrippina, fue tan buena nadadora desde joven que cuando su malagradecido hijo Nerón la quiso asesinar para que no insistiera en aconsejarlo, no pudo lograr que la ahogaran en el Mediterráneo. El barbudo emperador Adriano amaba la lucha libre, lo cual lo relajaba tras tantos viajes. Cómodo, quien fue adulterinamente concebido por Faustina, la esposa del buen y cornudo emperador-filósofo Marco Aurelio, salió igualito a su papi biológico y llegó a ser un buen gladiador por derecho propio. Además, su musculatura enorme se la debía a un sistema de pesas que él mismo inventó.
La afición de Atila, rey de los temibles hunos, por los caballos le convertiría en el jinete más temido de toda la primera parte de la Edad Media. Entrenó a sus tropas para poder hacer cualquier cosa arriba de un buen corcel, y así sembró el terror por toda Europa. Otro gran aficionado a la equitación y al polo fue el emperador Akbar el Grande, tercer monarca de la dinastía mugala fundada por Babar el Tigre, quien a su vez fue eximio jinete y gran cazador. La pasión del gentil Akbar por el polo llegaría a tal extremo que inventó una pelotita de materiales fosforescentes para poder jugar de noche!
Felipe el Hermoso, mujeriego maridito de la reina española Juana La Loca, no sacó la musculatura famosa de su papi Maximiliano de Habsburgo, quien practicaba el levantamiento de pesas, lucha libre y equitación, teniendo la fuerza suficiente como para levantar en peso corceles gordos. Tampoco fue aficionado a la cetrería como su mamá la ricachona María de Borgoña, quien llegó a tener hasta 50 halcones-apenas 10 menos que la bella reina de Cerdeña Leonor de Arborea(otra gran aficionada a la cetrería). Felipe el Hermoso amaba el fútbol y fue tras un partido muy agitado que cometió el craso error de beberse tanta agua helada que pescó neumonía y se murió poco después sin haber podido anotar otro gol.
El tiro con arco y flecha tuvo muchos adeptos, entre ellos el gran sultán seljuk Saladino- azote de los cristianos en la III Cruzada y por cierto también buen ajedrecista- y el gran monarca sasánida Shapur II. Ricardo Corazón de León, nefasto y cruel monarca chele inglés, también fue bueno en su puntería, pero el que le asestó un flechazo en el hombro mientras sitiaba un castillo la tuvo mejor, ya que de esa herida moriría de gangrena este odioso mariposón. El feroz toqui araucano Lautaro también fue temido por su puntería con arco y flecha. Las mujeres no se quedaron atrás poniendo la flecha donde ponían el ojo, y entre ellas contamos a la hermosa y valiente reina Nzingha de Ndongo y Matamba(hoy Angola), la aguerrida y astuta Amina de Nigeria y las esculturales Nomcoba y Pampata de la nación zulú, hermanita y amante oficial(además de coronela de las tropas femeninas de Shaka) respectivamente del legendario Shaka Zulu. Shaka , unificador de su nación, fue un hombre de puntería temible, y su resistencia para las correlinas y largas caminatas lo hubieran colocado a las alturas de un Abebe Bikila o un Jesse Owens en estos tiempos.
Felipe de Borbón, duque de Orleáns y regente de Francia tras la muerte en 1715 de su tío el soberano Luis XIV, fue gran aficionado al tenis, el soccer y el ajedrez. Otros grandes ajedrecistas de la historia fueron el rey polaco Juan III Sobieski (quien derrotó a los otomanos en el sitio de Viena en 1683), la reina Cristina de Suecia, la soberana Elizabeth I de Inglaterra, el bardo y periodista empírico francés Juan Alejandro de Normandía(favorito del rey galo Enrique III), el estadista Armando de Plessis (más conocido como Richelieu el poder tras el trono de Luis XIII), el independentista irlandés Michael Collins, el multifacético Sir Winston Churchill, el poeta e independentista vietnamita Ho Chi Minh, el unificador de Yugoslavia Josip Broz Tito y el hermoso monarca inca Atahualpa, quien aprendió a manejar este tablero durante su cautiverio cuando ya Pizarro lo había destinado a ser ejecutado.
Los deportes rudos como el boxeo fueron favoritos de protomachos como el presidente gringo, constructor del canal de Panamá, Teodoro Roosevelt, y del escritor norteamericano Ernest Hemingway. Tanto Roosevelt como Hemingway eran aficionados al safari y la cacería, así como la pesca deportiva y el tiro al blanco con armas de fuego. El gran escritor nipón Yukio Mishima se dedicó al levantamiento de pesas con óptimos resultados visibles, siendo también aficionado al kendo, deporte netamente japonés quien contó entre sus adeptos a varios shogunes de la dinastía Tokugawa que encontrara fin a mediados del siglo XIX. Paul Cézanne, gran pintor francés, era aficionado al juego de bolos llamado pétanque que se juega en el sur de la tierra de los Luises, y el excelente pintor galo francés Jules Nardeaux era tan excelente pesista que en una ocasión consideró la posibilidad de dejar los pinceles por lanzarse a competir profesionalmente.
Cecilia Ruiz de Ríos
Nadie que haya jugado profesionalmente deporte alguno tiene cabida en los Juegos Olímpicos, ni en la antigüedad ni en los juegos modernos resucitados a fines del siglo XIX por el barón Pierre de Coubertin. Muchas grandes figuras de la política, literatura y cabezas coronadas fueron aficionados apasionados de diversos deportes, y algunos azules como la princesa Ana de Inglaterra, quien es una excelente amazona. incluso han llegado a integrarse a equipos de categoría olímpica para representar a sus países. Cuántos de los personajes célebres de la historia hubieran dado cualquier cosa por estar incluidos en las delegaciones de sus países cuando la llama olímpica se prende en la sede de las competencias?
Uno de los mejores nadadores de la historia fue un granuja rico, guapísimo y astuto como él solo: Alcibíades de la antigua Grecia. Este hermoso general que se cambió de bando tres veces durante las Guerras del Peloponeso era un genuino tritón, además de ser aficionado al lanzamiento del disco, la jabalina y las carreras. Gran amigo de filósofos y grandes intelectuales como Aristófanes fue el famoso literato Agatón (de quien yo tomé su frase “ni los dioses pueden cambiar el pasado” para lema de uno de mis sitios web). Agatón además era buen lanzador del disco y la jabalina, aunque en una ocasión casi se parte la sesera en un ridículo accidente. Entre los grandes jinetes de la historia figura Xenofonte, el griego a quien le debemos el Anabasis y un buenísimo manual para entrenar sin sufrimiento a los corceles. Otro gran jinete fue el monarca persa Cyro el Grande, a quien ningún corcel o camello se le resistía.
Entre los romanos, Claudio el Historiador adoraba irse de vela por la costa sur de Italia, aprovechando para nadar aunque nunca hubiera sido campeón. Su entenado Nerón se dedicó a conducir aurigas y hasta ganó un premio olímpico por favoritismo, no porque haya sido nada bueno con los caballos. La madre posesiva de Nerón, Agrippina, fue tan buena nadadora desde joven que cuando su malagradecido hijo Nerón la quiso asesinar para que no insistiera en aconsejarlo, no pudo lograr que la ahogaran en el Mediterráneo. El barbudo emperador Adriano amaba la lucha libre, lo cual lo relajaba tras tantos viajes. Cómodo, quien fue adulterinamente concebido por Faustina, la esposa del buen y cornudo emperador-filósofo Marco Aurelio, salió igualito a su papi biológico y llegó a ser un buen gladiador por derecho propio. Además, su musculatura enorme se la debía a un sistema de pesas que él mismo inventó.
La afición de Atila, rey de los temibles hunos, por los caballos le convertiría en el jinete más temido de toda la primera parte de la Edad Media. Entrenó a sus tropas para poder hacer cualquier cosa arriba de un buen corcel, y así sembró el terror por toda Europa. Otro gran aficionado a la equitación y al polo fue el emperador Akbar el Grande, tercer monarca de la dinastía mugala fundada por Babar el Tigre, quien a su vez fue eximio jinete y gran cazador. La pasión del gentil Akbar por el polo llegaría a tal extremo que inventó una pelotita de materiales fosforescentes para poder jugar de noche!
Felipe el Hermoso, mujeriego maridito de la reina española Juana La Loca, no sacó la musculatura famosa de su papi Maximiliano de Habsburgo, quien practicaba el levantamiento de pesas, lucha libre y equitación, teniendo la fuerza suficiente como para levantar en peso corceles gordos. Tampoco fue aficionado a la cetrería como su mamá la ricachona María de Borgoña, quien llegó a tener hasta 50 halcones-apenas 10 menos que la bella reina de Cerdeña Leonor de Arborea(otra gran aficionada a la cetrería). Felipe el Hermoso amaba el fútbol y fue tras un partido muy agitado que cometió el craso error de beberse tanta agua helada que pescó neumonía y se murió poco después sin haber podido anotar otro gol.
El tiro con arco y flecha tuvo muchos adeptos, entre ellos el gran sultán seljuk Saladino- azote de los cristianos en la III Cruzada y por cierto también buen ajedrecista- y el gran monarca sasánida Shapur II. Ricardo Corazón de León, nefasto y cruel monarca chele inglés, también fue bueno en su puntería, pero el que le asestó un flechazo en el hombro mientras sitiaba un castillo la tuvo mejor, ya que de esa herida moriría de gangrena este odioso mariposón. El feroz toqui araucano Lautaro también fue temido por su puntería con arco y flecha. Las mujeres no se quedaron atrás poniendo la flecha donde ponían el ojo, y entre ellas contamos a la hermosa y valiente reina Nzingha de Ndongo y Matamba(hoy Angola), la aguerrida y astuta Amina de Nigeria y las esculturales Nomcoba y Pampata de la nación zulú, hermanita y amante oficial(además de coronela de las tropas femeninas de Shaka) respectivamente del legendario Shaka Zulu. Shaka , unificador de su nación, fue un hombre de puntería temible, y su resistencia para las correlinas y largas caminatas lo hubieran colocado a las alturas de un Abebe Bikila o un Jesse Owens en estos tiempos.
Felipe de Borbón, duque de Orleáns y regente de Francia tras la muerte en 1715 de su tío el soberano Luis XIV, fue gran aficionado al tenis, el soccer y el ajedrez. Otros grandes ajedrecistas de la historia fueron el rey polaco Juan III Sobieski (quien derrotó a los otomanos en el sitio de Viena en 1683), la reina Cristina de Suecia, la soberana Elizabeth I de Inglaterra, el bardo y periodista empírico francés Juan Alejandro de Normandía(favorito del rey galo Enrique III), el estadista Armando de Plessis (más conocido como Richelieu el poder tras el trono de Luis XIII), el independentista irlandés Michael Collins, el multifacético Sir Winston Churchill, el poeta e independentista vietnamita Ho Chi Minh, el unificador de Yugoslavia Josip Broz Tito y el hermoso monarca inca Atahualpa, quien aprendió a manejar este tablero durante su cautiverio cuando ya Pizarro lo había destinado a ser ejecutado.
Los deportes rudos como el boxeo fueron favoritos de protomachos como el presidente gringo, constructor del canal de Panamá, Teodoro Roosevelt, y del escritor norteamericano Ernest Hemingway. Tanto Roosevelt como Hemingway eran aficionados al safari y la cacería, así como la pesca deportiva y el tiro al blanco con armas de fuego. El gran escritor nipón Yukio Mishima se dedicó al levantamiento de pesas con óptimos resultados visibles, siendo también aficionado al kendo, deporte netamente japonés quien contó entre sus adeptos a varios shogunes de la dinastía Tokugawa que encontrara fin a mediados del siglo XIX. Paul Cézanne, gran pintor francés, era aficionado al juego de bolos llamado pétanque que se juega en el sur de la tierra de los Luises, y el excelente pintor galo francés Jules Nardeaux era tan excelente pesista que en una ocasión consideró la posibilidad de dejar los pinceles por lanzarse a competir profesionalmente.
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