Emperador José II de Habsburgo

Emperador José II de Habsburgo
Al volante de la Máquina del Tiempo

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Yo soy el Emperador José II de Habsburgo, gato quien gobierna desde el éter a su madre humana, la historiadora nicaragüense Cecilia.Hoy que se cumplen 6 años de mi ingreso triunfal al paraìso gatuno,donde fui coronado como emperador, mi madre hizo este blog en honor a mi memoria. Aquí voy recopilando el trabajo de mi madre en tres categorías: temas de la historia, personajes célebres y su obra cuentística y filosófica. Cualquier pregunta que deseen aclarar, tenéis el email cecilmundo@gmail.com para hacerlo. Ahora, a servirse la mesa.Bon appetit! Emperador José II de Habsburgo

Emperador navegando en su máquina del tiempo

Emperador navegando en su máquina del tiempo
en brazos de mi partera

domingo, 4 de mayo de 2008

Màs estèriles que mulas


LAS MACHORRAS
Cecilia Ruiz de Ríos
Una tarde de marzo de 1988, el mundo se me encarrujó a los pies cuando un mal hijo de Hipócrates -quien mejor hubiera estudiado ciencias políticas- me dijo que era estéril. Muerta de pavor y angustiada pensando en un posible repudio, afortunadamente el diagnóstico resultó errado y un 11 de abril de ese mismo año mi magnum opus, Elizabeth, fue concebida. A lo largo de la historia, muchas mujeres vieron su existencia amargada por la infertilidad.

María Tudor, la única hija sobreviviente de los más de 6 embarazos de la reina Catalina de Aragón, pudo ascender al trono inglés después que su hermanastro Eduardo murió tísico. Tras un breve paréntesis para decapitar a la regente Lady Jane Grey, esta primogénita del mujeriego monarca Enrique VIII se hizo ilusiones en cuanto a parirle un hijo a su feo y español esposo Felipe II. Sin embargo, cuando el vientre de María "La Sanguinaria" (llamada así por las masacres que hizo contra los protestantes) por fin se hinchó, fue a causa de un tumor canceroso en los ovarios. Su hermana menor, Elizabeth Tudor, perdió maravilloso tiempo en confeccionar primorosas ropitas de bebé para un vástago que nunca llegó. María se fue a la tumba gracias al galopante cáncer que le impidió la dicha de ser madre.

Elizabeth Tudor, llamada la Reina Virgen, fue indudablemente una de las figuras políticas más respetadas de todos los tiempos. Al morir de cáncer su machorra y amargada hermana mayor, Elizabeth pasa a ocupar el trono inglés y lo primero que todos esperan es que se case. Sin embargo, la pelirroja hija de Ana Bolena y Enrique VIII prefirió espetar que "mi celoso marido es el pueblo" y aunque tuvo devaneos con varios cortesanos, nunca le dio la mano a nadie. Investigaciones médicas indican que la dinámica Elizabeth pudo haber sufrido de infantilismo uterino, una deformación congénita que no permite el desarrollo completo de la matriz y
por ende el embarazo resulta misión imposible.

Otra soberana destinada a nunca chinear hijos propios fue la bellísima francesa Margarita de Valois, hija menor del mal avenido matrimonio entre el rey Enrique II de Valois y la fea florentina Catalina de Médicis. Curiosamente, la madre de la bella Margarita fue tildada de machorra hasta que el judío galeno y vidente Miguel de Nostradamus le dio una pócima con sabor a diablos que la hizo parir posteriormente como toda una coneja. Margarita, quien es conocida popularmente como la reina Margot, comenzó su vida sexual entregándose a su propio hermano Enrique, y una vez que probó el amor nadie la pudo parar. A pesar de que fue casada por razones de estado con el rey Enrique de Navarra -futuro rey Enrique IV de Francia- Margot escandalizó a la licenciosa corte del siglo XVI tomando amante tras amante. Sin embargo, Margot se vio privada de la felicidad de ser madre, y a final de cuentas su infertilidad -y no sus infidelidades- fue el factor que decidió a Enrique de Navarra a divorciarse de ella en búsqueda del ansiado heredero. Para Margot el hecho de no tener hijos fue una tragedia personal, dado que la sexy, libidinosa y erudita reina adoraba a los chiquillos. Cuando el futuro Luis XIII nació del segundo matrimonio de Enrique de Navarra con la chela María de Médicis, Margot se encariñó con el chico a tal punto de legarle buena parte de sus bienes al morir ella.
El hecho de no poder parir fue lo que separó a una de las mujeres más bellas de este siglo del Sha de Persia, Reza Pahlevi. Soraya, quien llegó a ser esposa del monarca, fue repudiada por éste al descubrirse que nunca podría darle un ansiado heredero varón. Soraya tuvo que renunciar a su amor y su posición social para darle cabida a la ambiciosa Farah Diba, quien como tercera y última esposa del Sha sí pudo parirle el codiciado varón.

Muchas especulaciones se han tejido en torno a la esterilidad de la intelectual estadounidense Delia Bacon, la crítica literaria que dedicó toda una vida a tratar de probar que William Shakespeare jamás había escrito sus famosas obras como Romeo y Julieta, Otello y El Rey Lear. El investigador John Walker afirmó que toda la amargura de Delia provenía del hecho de que aunque se hubiera casado, jamás habría tenido la posibilidad de ser madre. Otra notable figura femenina que jamás dio fruto fue la bellísima diseñadora francesa Coco Chanel. La Chanel, a quien le debemos toda una serie de joyas de la haute couture y un imperio que lleva su nombre, tuvo diversos amantes pero jamás salió encinta debido a una malformación pélvica.

Por otro lado, una de las cortesanas más bellas de todos los tiempos, la española llamada La Bella Otero, nunca pudo tener hijos a causa de una inmensa fractura pélvica que sufrió durante una violación cuando era apenas una niña.

Hubo mujeres que aunque lograban salir embarazadas, no estaban capacitadas para la maternidad. Una de éstas fue la fea, débil y católica Catalina de Braganza, princesa portuguesa que fue la reina consorte del protestante rey inglés Carlos II Estuardo. Catalina salió encinta en numerosas ocasiones, pero la barriga no le llegaba muy lejos debido a abortos espontáneos.

Al no haber herederos legítimos, resultaba una ironía que Carlos II, quien fue bastante alegrón, engendrara numerosos espurios con amantes como Bárbara, Lady Castlemaine y hasta con la actriz Nell Gwynn. Josephine Baker, la escultural y valiente negra gringa que conquistó a París bailando con solo una falda de bananitos, en una ocasión quedó encinta estando casada con un judío francés, pero el embarazo acabó en un lamentable aborto espontáneo que la dejó incapacitada para poder tener hijos propios. Josephine quiso compensar esta pérdida adoptando posteriormente niños de las más diversas razas.

Dos de las mujeres más hermosas de la pantalla hollywoodense nunca pudieron tener hijos: Joan Crawford y Marylin Monroe. Joan Crawford se imposibilitó de tener hijos como consecuencia de dos abortos provocados, y aunque posteriormente adoptó varios niños, su instinto maternal quedó bastante averiado... a tal punto que cuando la hija mayor llegó a adulta, denunció los maltratos de la diva del celuloide en un amargo libro titulado "Mamaíta Querida".

Marylin Monroe, por su parte, se sometió a dos abortos voluntarios y como resultado de ellos, nunca más pudo parir, a pesar de que ya estando casada por tercera vez con el dramaturgo judío Arthur Miller, deseó intensamente ser madre. La ansiedad de la sensual rubia era tal que se sometió a operaciones correctivas para ver si lograba tener un hijo, pero a pesar de todo, Marylin Monroe se fue a la tumba sin poder dejar un retoño suyo.

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