EN EL DIA MUNDIAL DE LOS ANIMALES:
LOS GRANDES PROTECTORES Y DEFENSORES DE LAS CRIATURAS
Cecilia Ruiz de Ríos
Al celebrar el santoral católico al santo más encantador y ecológico de todos, San Francisco de Asís, se conmemora una efemérides más del Día Mundial de los Animales y aunque en Nicaragua de nombre existe ya un embrión de sociedad protectora de animales, es mucho lo que aún tenemos que hacer para proteger a nuestros hermanos mayores. Y digo hermanos mayores porque si en el Génesis de la Biblia se dice que los animales fueron creados por Yahvé antes que el humano(a quien tuvo el mal tino de manufacturarlo al sexto día), las criaturas son esos hermanos mayores nuestros a quienes debemos ternura, protección, amor e igualdad de derechos.
A lo largo de la historia, hubo personajes que amaron a los animales con genuina pasión. La idolatría del fabulosos filósofo, militar y domador de corceles griego Xenofonte llegó a tal medida que se hizo autor de un manual mediante el cual se entrena a los caballos sin un ápice de dolor. El amor de Xenofonte fue compartido por su paisano, el genial vegetariano y filósofo Aristóteles, quien no soportaba que le echaran ni mala mirada a los animales y a lo largo de su vida coleccionó todo tipo de criaturas. En tiempos del imperio romano, un barbudo de origen español llegó al trono para beneficio de corceles y perros: Adriano. Aunque muchos le recordemos como un mariposón cruel que fue amant del joven Antínoo, y masacrador de los hebreos en la Judea, adoró con locura a sus numerosos perros y caballos, a tal punto que les elaboraba suntuosas tumbas cuando morían y prohibía que en todo el imperio romano se azotara a canes o equinos. El emperador Ichijo del Japón protegió a todos los gatos, ya que aseguraba que eran los conductores del carro de la diosa del Sol. Su amor personal hacia su gata Myobu No Omoto lo llevó a despedir criados y perseguir a vecinos que molestaran a la caprichosa felina.
Durante la Edad Media, la bella Leonor de Arborea, mandamás de la isla de Cerdeña, emitió decretos para proteger a los halcones, y ella misma fue gran amante de la cetrería. No se le había quedado atrás el melancólico y poeta de closet Esteban Lazarévic, gobernante de Serbia, quien prohibió el sacrificio de los gatos y perros, quizás bajo la influencia de su amado cuñado, el sultán otomano Bayaceto I. Bayaceto I, conocido como El Rayo, fue el hombre quien se dedicó en sus pocos ratos libres a configurar la primera receta de las nieves de frutas (sherbet) y a mejorar la raza de los famosos gatos de angora.
El ex ricachón convertido en casto santo, Francisco de Asís, fue otro personaje quien se dedicó a la protección de los animales y el medio ambiente. San Francisco fue un colombófilo de armas tomar, y su adoración por las aves resultó en que al morir él, dejó un palomar repleto de más de mil aves redondas como pelotas...aunque él murió flaco.
La pasión del emperador Akbar el Grande de la dinastía mugala de la India fue tal que hasta se hizo vegetariano, acuñando la famosa frase”no sea mi estómago la tumba de las santas criaturas.” Akbar, un hombre humanista y tolerante poseedor de un carácter dulce y amable, no solo protegió a los animales, sino que eliminó la tortura, la pena de muerte, el matrimonio infantil y la espantosa costumbre de que la viuda se incinerara en la pira fúnebre del esposo. El siglo XVI en Francia vio el surgimiento de los primeros albergues para animales a manos del filántropo, periodista empírico, poeta y noble normando Juan Alejandro, quien para colmo también era el amante predilecto del rey Enrique III. Juan Alejandro de Normandía fundó varios orfelinatos para niños que perdieron sus padres en las asquerosas Guerras de Religión, y al morir él también dejó 6 albergues para mascotas que aún funcionan en Francia. Era gatóloco de atar, también.
Tsunayoshi Tokugawa fue el quinto shogún del Japón en la línea fundada por el pavoroso Ieyasu Tokugawa. Mientras Ieyasu había sido tan desquiciado por los gatos que hasta ordenó la muerte de un veterinario que no le salvó a su gata Val, Tsuanoyoshi fue un intelectual sonriente y amoroso que daba la vida por los perros. Nacido según el horóscopo chino en el año del perro, era el hijo del cuarto shogún y la bella hija de un comerciante. Siendo resultado de un matrimonio por amor, el dulce Tsunayoshi desde chico se vio consentido por sus padres, y eso incluía montones de mascotas. Ya rigiendo el destino del imperio nipón, Tsunayoshi emitió leyes de protección para los animales, especialmente para los perros, patrocinó a artistas y sabios, limpió de criminales las ciudades y les quitó cuotas de poder a los samuráis. Tsunayoshi tenía lujosas perreras y reza la leyenda que hasta ennobleció a dos de sus canes favoritos.
Armand de Plessis, estadista galo más conocido como el Cardenal Richelieu, poder tras el trono de Luis XIII, fue un hombre que amó desenfrenadamente a los gatos. Fue tanto su frenesí por los miaus que en su testamento legó gruesa suma de dinero a sus mininos adorados, pero apenas estiró la pata el sagaz Richelieu, sus Guardias Suizos codiciaron los reales, se olvidaron de Dios y mataron a los misingos enviándoles al más allá tras su amo, para quedarse ellos con el sabro$o mandado.
La hermosa y erudita emperatriz Sissi de Wittelsbach, casada por amor (y además por masoquismo) con el emperador austríaco Franciasco José de Habsburgo, fue otra personalidad cuyo amor por las criaturas nunca tuvo límite. Gracias a sus gestiones es que hasta la vez celebramos cada primer lunes de abril el Día Mundial del Gato. María Dickin fue una inglecita quien a pesar de provenir de una familia acomodada, tuvo siempre un gran ímpetu para servir al prójimo, sobre todo si el vecino tenía perros, gatos, caballos o loras. Gracias a su energía y gran corazón, María creó los dispensarios populares ingleses para atender mascotas cuyos dueños no tuvieran dinero para pagar medicina o veterinarios.
Creó además la medalla Dickin para premiar a animales que hubieran sido proptagonistas de acciones heroicas, y como consecuencia la labor de perros, corceles, palomas de guerra y hasta el gato Simón del Amatista se vieron reconocidas a nivel mundial. Kamala Napurdalah, gran escritora y periodista empírica hindú quien cubrió el Desembarco de Normandía durante la II Guerra Mundial, fue otra gran protectora de los animales. Creó los refugios de mascotas Guillermo de Aquitania y los dispensarios Josephine Baker(en honor a dos figuras quienes siempre amaron a los animales). Para sostener estas organizaciones después de la muerte de la genio, la Fundación Kamala Napurdalah destina todas las ganancias del libro de poemas Miao También Ama (El Libro Sagrado del Gato), el cual ya va por su vigésimacuarta edición y aún se vende como pan caliente.
En la Florida, un hogar para gatos funciona en lo que fue una de las residencias del célebre novelista y periodista gringo Ernest Hemingway. El autor de Adiós a las Armas en vida fue un adorador de los gatos, y antes de morir dejó un fondo establecido para proteger a los descendientes de los más de 30 gatos que tuvo en vida. Su obra humanitaria es tan reconocida que hasta uno le puede perdonar que en una de sus desquiciadas bolencas haya querido suicidarse con la idea de caminar hacia una turbina encendida!
Muchos humanos de pocos o abundantes recursos han dedicado su vida a la defensa de los animales, y gracias a ellos es que algunas especies, como el tigre de Bengala, se han podido preservar. El Pandit Nehru de la India, el emperador Haile Selassie y el bellísimo Josip Broz Tito de Yugoslavia también emitieron leyes para proteger a las criaturas, al igual que hiciera el emperador José II de Hasburgo en el siglo XVIII. Apenas cumplieron con el mandato de amar a nuestros hermanos mayores, a quienes le debemos todo el amor y respeto del mundo.
LOS GRANDES PROTECTORES Y DEFENSORES DE LAS CRIATURAS
Cecilia Ruiz de Ríos
Al celebrar el santoral católico al santo más encantador y ecológico de todos, San Francisco de Asís, se conmemora una efemérides más del Día Mundial de los Animales y aunque en Nicaragua de nombre existe ya un embrión de sociedad protectora de animales, es mucho lo que aún tenemos que hacer para proteger a nuestros hermanos mayores. Y digo hermanos mayores porque si en el Génesis de la Biblia se dice que los animales fueron creados por Yahvé antes que el humano(a quien tuvo el mal tino de manufacturarlo al sexto día), las criaturas son esos hermanos mayores nuestros a quienes debemos ternura, protección, amor e igualdad de derechos.
A lo largo de la historia, hubo personajes que amaron a los animales con genuina pasión. La idolatría del fabulosos filósofo, militar y domador de corceles griego Xenofonte llegó a tal medida que se hizo autor de un manual mediante el cual se entrena a los caballos sin un ápice de dolor. El amor de Xenofonte fue compartido por su paisano, el genial vegetariano y filósofo Aristóteles, quien no soportaba que le echaran ni mala mirada a los animales y a lo largo de su vida coleccionó todo tipo de criaturas. En tiempos del imperio romano, un barbudo de origen español llegó al trono para beneficio de corceles y perros: Adriano. Aunque muchos le recordemos como un mariposón cruel que fue amant del joven Antínoo, y masacrador de los hebreos en la Judea, adoró con locura a sus numerosos perros y caballos, a tal punto que les elaboraba suntuosas tumbas cuando morían y prohibía que en todo el imperio romano se azotara a canes o equinos. El emperador Ichijo del Japón protegió a todos los gatos, ya que aseguraba que eran los conductores del carro de la diosa del Sol. Su amor personal hacia su gata Myobu No Omoto lo llevó a despedir criados y perseguir a vecinos que molestaran a la caprichosa felina.
Durante la Edad Media, la bella Leonor de Arborea, mandamás de la isla de Cerdeña, emitió decretos para proteger a los halcones, y ella misma fue gran amante de la cetrería. No se le había quedado atrás el melancólico y poeta de closet Esteban Lazarévic, gobernante de Serbia, quien prohibió el sacrificio de los gatos y perros, quizás bajo la influencia de su amado cuñado, el sultán otomano Bayaceto I. Bayaceto I, conocido como El Rayo, fue el hombre quien se dedicó en sus pocos ratos libres a configurar la primera receta de las nieves de frutas (sherbet) y a mejorar la raza de los famosos gatos de angora.
El ex ricachón convertido en casto santo, Francisco de Asís, fue otro personaje quien se dedicó a la protección de los animales y el medio ambiente. San Francisco fue un colombófilo de armas tomar, y su adoración por las aves resultó en que al morir él, dejó un palomar repleto de más de mil aves redondas como pelotas...aunque él murió flaco.
La pasión del emperador Akbar el Grande de la dinastía mugala de la India fue tal que hasta se hizo vegetariano, acuñando la famosa frase”no sea mi estómago la tumba de las santas criaturas.” Akbar, un hombre humanista y tolerante poseedor de un carácter dulce y amable, no solo protegió a los animales, sino que eliminó la tortura, la pena de muerte, el matrimonio infantil y la espantosa costumbre de que la viuda se incinerara en la pira fúnebre del esposo. El siglo XVI en Francia vio el surgimiento de los primeros albergues para animales a manos del filántropo, periodista empírico, poeta y noble normando Juan Alejandro, quien para colmo también era el amante predilecto del rey Enrique III. Juan Alejandro de Normandía fundó varios orfelinatos para niños que perdieron sus padres en las asquerosas Guerras de Religión, y al morir él también dejó 6 albergues para mascotas que aún funcionan en Francia. Era gatóloco de atar, también.
Tsunayoshi Tokugawa fue el quinto shogún del Japón en la línea fundada por el pavoroso Ieyasu Tokugawa. Mientras Ieyasu había sido tan desquiciado por los gatos que hasta ordenó la muerte de un veterinario que no le salvó a su gata Val, Tsuanoyoshi fue un intelectual sonriente y amoroso que daba la vida por los perros. Nacido según el horóscopo chino en el año del perro, era el hijo del cuarto shogún y la bella hija de un comerciante. Siendo resultado de un matrimonio por amor, el dulce Tsunayoshi desde chico se vio consentido por sus padres, y eso incluía montones de mascotas. Ya rigiendo el destino del imperio nipón, Tsunayoshi emitió leyes de protección para los animales, especialmente para los perros, patrocinó a artistas y sabios, limpió de criminales las ciudades y les quitó cuotas de poder a los samuráis. Tsunayoshi tenía lujosas perreras y reza la leyenda que hasta ennobleció a dos de sus canes favoritos.
Armand de Plessis, estadista galo más conocido como el Cardenal Richelieu, poder tras el trono de Luis XIII, fue un hombre que amó desenfrenadamente a los gatos. Fue tanto su frenesí por los miaus que en su testamento legó gruesa suma de dinero a sus mininos adorados, pero apenas estiró la pata el sagaz Richelieu, sus Guardias Suizos codiciaron los reales, se olvidaron de Dios y mataron a los misingos enviándoles al más allá tras su amo, para quedarse ellos con el sabro$o mandado.
La hermosa y erudita emperatriz Sissi de Wittelsbach, casada por amor (y además por masoquismo) con el emperador austríaco Franciasco José de Habsburgo, fue otra personalidad cuyo amor por las criaturas nunca tuvo límite. Gracias a sus gestiones es que hasta la vez celebramos cada primer lunes de abril el Día Mundial del Gato. María Dickin fue una inglecita quien a pesar de provenir de una familia acomodada, tuvo siempre un gran ímpetu para servir al prójimo, sobre todo si el vecino tenía perros, gatos, caballos o loras. Gracias a su energía y gran corazón, María creó los dispensarios populares ingleses para atender mascotas cuyos dueños no tuvieran dinero para pagar medicina o veterinarios.
Creó además la medalla Dickin para premiar a animales que hubieran sido proptagonistas de acciones heroicas, y como consecuencia la labor de perros, corceles, palomas de guerra y hasta el gato Simón del Amatista se vieron reconocidas a nivel mundial. Kamala Napurdalah, gran escritora y periodista empírica hindú quien cubrió el Desembarco de Normandía durante la II Guerra Mundial, fue otra gran protectora de los animales. Creó los refugios de mascotas Guillermo de Aquitania y los dispensarios Josephine Baker(en honor a dos figuras quienes siempre amaron a los animales). Para sostener estas organizaciones después de la muerte de la genio, la Fundación Kamala Napurdalah destina todas las ganancias del libro de poemas Miao También Ama (El Libro Sagrado del Gato), el cual ya va por su vigésimacuarta edición y aún se vende como pan caliente.
En la Florida, un hogar para gatos funciona en lo que fue una de las residencias del célebre novelista y periodista gringo Ernest Hemingway. El autor de Adiós a las Armas en vida fue un adorador de los gatos, y antes de morir dejó un fondo establecido para proteger a los descendientes de los más de 30 gatos que tuvo en vida. Su obra humanitaria es tan reconocida que hasta uno le puede perdonar que en una de sus desquiciadas bolencas haya querido suicidarse con la idea de caminar hacia una turbina encendida!
Muchos humanos de pocos o abundantes recursos han dedicado su vida a la defensa de los animales, y gracias a ellos es que algunas especies, como el tigre de Bengala, se han podido preservar. El Pandit Nehru de la India, el emperador Haile Selassie y el bellísimo Josip Broz Tito de Yugoslavia también emitieron leyes para proteger a las criaturas, al igual que hiciera el emperador José II de Hasburgo en el siglo XVIII. Apenas cumplieron con el mandato de amar a nuestros hermanos mayores, a quienes le debemos todo el amor y respeto del mundo.
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