Emperador José II de Habsburgo

Emperador José II de Habsburgo
Al volante de la Máquina del Tiempo

Adelante internautas

Yo soy el Emperador José II de Habsburgo, gato quien gobierna desde el éter a su madre humana, la historiadora nicaragüense Cecilia.Hoy que se cumplen 6 años de mi ingreso triunfal al paraìso gatuno,donde fui coronado como emperador, mi madre hizo este blog en honor a mi memoria. Aquí voy recopilando el trabajo de mi madre en tres categorías: temas de la historia, personajes célebres y su obra cuentística y filosófica. Cualquier pregunta que deseen aclarar, tenéis el email cecilmundo@gmail.com para hacerlo. Ahora, a servirse la mesa.Bon appetit! Emperador José II de Habsburgo

Emperador navegando en su máquina del tiempo

Emperador navegando en su máquina del tiempo
en brazos de mi partera

domingo, 11 de mayo de 2008

Rabien machos!Las mujeres siempre hemos mandado!



LOS PODERES FEMENINOS TRAS EL TRONO OTOMANO
Cecilia Ruiz de Ríos

Es frecuente costumbre entre los machos mediocres querer siempre atosigar, regañar e intentar disminuir a las hembras que los aventajamos en todo aspecto,nos tratan de obsesivas mientras lloriquean sobre sus impotencias, y si pueden esconderse tras el anonimato mejor. Pero delante o detràs de cualquier trono o libro, la presencia femenina siempre alborota todo menos indiferencia, y en los siglos del dominio osmanlì esto no fue ninguna excepciòn.
Si bien el imperio otomano se caracterizó por ser un sistema en el cual las mujeres no gozaban de muchas libertades, el poder muchas veces estuvo en manos de las mujeres más allegadas al sultán, preferiblemente madres y esposas. Hoy recordaremos a mujeres como Roxelana (Khurrem), Turhan Hadice, Hafise, Sechir Para, Zuleika y la suegra de Turhan: Kosem Mahpeyker. Zuleika no fue la madre, esposa o hija de sultán alguno. Fue una noble guerrera quien disfrazada de varón fue lugarteniente de uno de los sultanes más desafortunados de la historia, Bayaceto I El Rayo. Zuleika acompañó a Bayaceto en sus aventuras guerreras, destacándose por su ferocidad en combate. Algunos historiadores la mencionan como hija de un general bizantino, otros afirman que era media hermana de Bayaceto I.
La cosa es que cuando Tamerlán capturó a Bayaceto I en las inmediaciones de Angora (antigua Ankara y cuna de los gatos mechudos), el tártaro no dejó que escapase Zuleika y se la llevó para ejecutarla inmediatamente. Reza la leyenda que primero fue desollada viva, luego untada con limón y posteriormente convertida en una tea humana. Bayaceto I, encarcelado, no duró mucho y en 1403 murió preso, desbaratándose el cráneo al embestir los barrotes de su celda y llamando a Zuleika a gritos, según versiones populares turcas. Selim I, nieto de Mehmet II el Conquistador y apodado El Adusto por su crueldad, tuvo como favorita a Hafise("La Sabia"), una pelirroja que unos afirman era descendiente de Genghis Khan mientras que otros juran hasta con los dedos de los pies que era una cautiva escocesa de la familia del rey de ese país. Haya tenido Hafise cualquier origen, se sabe que logró tener gran ascendiente sobre Selim como su bas kadin ("madre del heredero"), siendo la mamá de nada menos que de Solimán El Magnífico. Una vez que Selim I pasó a "mejor vida", Hafise como sultan valideh (madre del sultán) supo gobernar con mucho tacto a través de su hijo, quien la adoraba.
Recordemos que el poder de las mujeres se medía por el buen servicio que prestaba a los hombres (léase sultanes), y una bas-kadin era la esposa más influyente, mientras que la sultan valideh como madre del rey tenía una autoridad tan grande que el mismito sultán le temía...por aquello que reza el Corán de que el paraíso está a los pies de una madre. Hafise hizo sentir su influencia hasta en la escogencia de la segunda consorte de Solimán. Hafise como suegra pensaba que Solimán le prestaba demasiada atención a Mahi Debran Gulbehar, la primera mujer que le dio un hijo varón.
Para distraerlo le escogió entre las chicas del harén a una rusita sonriente, chela y muy buena bordadora. Esta fue la legendaria Roxelana, quien tomó el nombre de Khurrem (la que ríe). Roxelana logró que Solimán se apasionara tanto por ella que exilió a la previa consorte con todo y el hijo. Roxelana le tuvo varios hijos a Solimán, lo dominó por completo hasta hacerle que la desposara formalmente (algo nunca visto en la historia otomana, pues las esposas lograban serlo solo tras parirle un heredero varón al sultán y no por intercambio de anillos) y posteriormente hizo que eliminara al hijo de Mahi Debran Gulbehar para garantizar el trono a su propio retoño Selim II (conocido luego como El Borrachín).
Safiye fue una hermosa mujer que se destacó como la principal asesora de sus hijos Murad III y Mehmet III. Muerta en 1605, su hijo la consideraba tan indispensable que tras su deceso parecía mono mal tirado.
Sin embargo, la agitada vida de Kosem Mahpeyker parece cosa de telenovela. Era griega de origen, muy bella pero también pavorosamente intrigante y cuechera. Nacida en 1589, ingresó al harén siendo una adolescente pero aprendió pronto todas las mañas y subterfugios para sobrevivir. Kosem al morir su macho quedó de regente de su hijito Murad, quien era apenas un cipote de 11 años de edad. Tras la muerte de Murad en 1640 fue regente de su otro hijo Ibraghim el Desquiciado y luego para su nieto Mehmed IV. Taimadamente intrigó en contra de su nuera Turhan Hadice-la mujer de Ibrahim-pero en 1651 el tiro le salió por la culata cuando Turhan la hizo asesinar, siendo este uno de los suegricidios más aparatosos de la historia Tras la muerte de su suegra, Turhan Hadice fue regente de su hijo Mehmed IV, siendo esta rusita todo un as en el campo minado de la política turca.
Sin embargo, Turhan Hadice se vio humillada por la pasión que su marido Ibrahim El Desquiciado sintió hacia Sechir Para, una elefantiásica armenia cuyas menudencias desproporcionadas enloquecían al sultán. Sechir Para ("Cubo de Azúcar") aprovechó su influencia para deshacerse del harén de más de 200 mujeres de su amado, susurrándole que las damiselas lo engañaban. este cuecho hizo que Ibrahim hiciera ahogar a todas sus concubinas.

El gran tejedor de melodìas


MAURO GIULIANI:
EL JILGUERO DE LAS CUERDAS PUNTEADAS
Cecilia Ruiz de Ríos
Uno de los recuerdos de infancia que más atesoro es el de Juana, mi madre, tocando su mandolina en las tardes. A menudo era música de Antonio Vivaldi, Tárrega, Sor o Paganini, pero también adoraba a un italiano llamado Mauro Giuliani, cuya Gran Sonata en La Mayor hasta la vez tiene el poder mágico hasta para quitar dolores. Al arribar a una efemérides más del Día Nacional del Músico, vamos a recordar a Mauro Giuliani, guitarrista y compositor italiano.
Mauro nació un 27 de julio de 1781 en Bisceglie, y moriría el 8 de mayo de 1829 en Nápoles, Italia. Aparte del catalán Fernando Sor, Mauro Giuliani es considerado como el mejor guitarrista compositor del siglo XIX. Desde niño había puesto todo de su parte para llegar a ser considerado como una eminencia de las cuerdas punteadas. Aún siendo muy pequeño, compuso algunas obras de contenido litúrgico. El y su hermano Nicolás fueron juntos a Barletta, donde ambos se aplicaron a la música. Inicialmente Mauro dio muestras de ser bueno al violonchelo, y a lo largo de su vida no habría jamás de abandonar dicho instrumento. Pero se enamoró fulminantemente de la guitarra entrando a la adolescencia. Pasaba tanto tiempo tañendo este instrumento que ni el hambre lo hacía dejar a un lado su “instrumento con curvas de mujer,”como él llamaba a la guitarra.
Mauro se casó con María José del Mónaco y en 1801 tuvieron un hijo, a quien llamaron Miguel. Poco después del nacimiento del niño, Mauro fue a pasar un tiempo en Trieste y luego en Bologna, lo cual no le agradó demasiado a su joven esposa. La cosa se puso peor cuando Mauro acabó de estudiar contrapunto, en 1806, y se largó hacia Viena, Austria, dejando en Italia a su furibunda esposa y a Miguel. Viviendo en Viena, se lanzó a una apasionada aventura con una chelita llamada Adele Willmuth, y como resultado de esta relación la muchacha le tuvo una hija al compositor en 1807, María. En 1807 Mauro estaba destinado a iniciar un nuevo período en su composición ya que se había sumergido profundamente en la corriente de la música instrumental vienesa. Como concertista, estaba siendo muy cotizado a nivel europeo.
Se convirtió en celebridad, y dado que tenía un aspecto bastante atractivo y aún estaba joven, las mujeres lo seguían por doquier. Mauro a través de su virtuosismo logró establecer nuevos parámetros para el fino arte de tañer la guitarra. Nicolás Paganini, quien era paisano suyo y también estaba en la cima de su fama como concertista, le enviaba flores con notas que decían,”Tengo envidia de vos, compondré algo para guitarra, aunque no creo que sean tan bellas piezas como las que vos habéis compuesto.”

La obra de Mauro también era admirada por grandes compositores de la época, como el germano Luis Van Beethoven y el también italiano y rey absoluto de la ópera Joaquín Rossini. Tanto el Divino Sordo como Rossini se hicieron amigos suyos, también. El entusiasmo por Mauro no dejó fríos ni a los altivos Habsburgos, y pronto Mauro fue invitado a tocar a la par de otras luminarias como Hummel y Moscheles(piano), Mayseder(violín) y Merk(violonchelo) en suntuosos conciertos en el palacio de Schonbrunn en Viena. La entrada para estos conciertos costaba un ducado (una moneda de oro, un platal en aquellos dorados entonces). El 8 de diciembre de 1815, cuando se dio el Congreso de Viena, Mauro estaba en la orquesta como violonchelista para el estreno de la memorable 6ta.Sinfonía de Beethoven.

Curiosamente, en Viena Mauro era mucho más apreciado como concertista que como compositor, a pesar de que sus obras fueron publicadas por la editorial Artaria. En 1819 Mauro debió irse de Viena por razones mayormente personales. Su cuenta bancaria y su propiedad fueron confiscadas para pagar el cerro de deudas que había acumulado en su vida opulenta. Volvió a Italia, viviendo brevemente en Trieste y Venecia antes de fijar residencia en Roma. Trajo consigo a su hija Emilia, quien había nacido en 1813.

Tanto Emilia como María, ambas hijas de Mauro estudiarían en un convento entre 1821 y 1826. En Roma no era muy aclamado, y viajaba mucho a Nápoles para asistir en su enfermedad a su papá. Nápoles le acogió con los brazos abiertos, y a menudo tocó en conciertos a dúo con su hija Emilia, quien se había convertido en eximia guitarrista. Hacia 1828 Mauro ya andaba mal de salud, y murió un año más luego en Nápoles. Sus obituarios fueron modestos, y algunos periódicos incluso lo ignoraron. Pero el valor de sus numerosas obras para guitarra lo habrían de sacar del anonimato tras su muerte, y hoy en día sus obras son como la Biblia para los fieles del credo de la guitarra.

domingo, 4 de mayo de 2008

vale la pena morir por complacer al macho?


LAS VICTIMAS DE LA MORTALIDAD MATERNA

Cecilia Ruiz de Ríos

A lo largo de la historia, varias valiosas féminas se fueron de este valle de lágrimas a causa de partos complicados o abortos. Algunas, como la bella Mumtaz Mahal quien está enterrada en el Taj Mahal, fallecieron tras larga experiencia trayendo niños al mundo y Mumtaz feneció en su parto No.14, dejando a su esposo Sha Jahan como mono maltirado.
De la Italia Renacentista, la figura de Lucrecia Borgia -hija predilecta del Papa Alejandro VI- nos llega envuelta en sensualidad, intrigas y misterio. Muchos historiadores la consideran una mujer lasciva, prepotente e intrigante, y fue casada 3 veces. Entre sus amantes incluyó a su propio padre, con quien cohabitó en medio de una orgía de tres días cuando los participantes de estas francachelas solo iban ataviados con sombreros y máscaras. La muerte de esta bellísima mujer se dio cuando ya habiéndose dedicado en su madurez a las caridades y obras sociales, cometió un desliz y no quiso parir el producto de sus amores. Al parecer la comadrona no hizo un buen trabajo de asesinato de la criatura y Lucrecia murió desangrada a consecuencia del aborto.
En los tiempos de la Edad Media y el Renacimiento, las reinas eran mujeres destinadas a cumplir con su deber reproductivo y ser figuras de adorno. Reina muerta, reina repuesta, y Enrique VIII de Inglaterra se perfila como el hombre que gastó mas esposas en busca del ansiado heredero varón. El glotonazo rey inglés vio cumplido aquello de a la tercera la vencida cuando su tercera esposa, la fofa Juana Seymour, por fin le dio el esperado hijo varón. Posteriormente procedió a morirse de una galopante infección uterina que en aquellos entonces llamaban fiebres puerperales. Juana no pudo gozar la gloria de ser la madre del heredero ni chinear a su Eduardito, pues a los pocos días del parto, se fue de este valle de lágrimas. El pago recibido por este sacrificio "en aras del reino" fue que cuando Enrique VIII estiró los tenis, pidió ser sepultado al lado de la abnegada Juana, de quien sospecho que si hubiera un " más allá" no hubiera querido estar en tan nefasta compañía!
Otra reina que vio su vida truncada por el triste destino biológico de mujer fue la hermosísima Isabel de Portugal, esposa de Carlos I de España y V de Alemania (nieto de los Reyes Católicos de España). Isabel de Portugal era tan bella que los pintores se peleaban por pintarla, y entre los que plasmaron su hermosura en lienzos estuvo Tiziano. Las malas lenguas, y la mía a la cabeza, le dieron a la espléndida Isabel a Tiziano por amante. La reina murió de un aborto mal atendido, según versiones del palacio que hablaban de hemorragias y fiebres galopantes de la monarca... dejando a su acongojado esposo y a su afligido hijo -el futuro Felipe II de España- preguntándose exactamente qué pasó. Para colmo, Isabel se llevó la trágica distinción de ser uno de los cadáveres cuya descomposición fue tan galopante que casi tuvieron que vertirla a cucharadas en un féretro fortificado.
Luis XIV, el viril e insaciable Rey Sol, perdió a una de sus amantes cuando ésta sufrió un aborto espontáneo. Mademoiselle Fontanges era una de las mujeres que apartaron recato, crítica y cualquier escollo para estar con el hombre que dijo que el estado era él ("l état c est moi"), y cuando el monarca se percató que la mujer iba a morir a causa de la pérdida de la criatura, fue a llorar al lado de su lecho de moribunda. La pobre mujer lo consoló diciendo que se iba victoriosa porque había visto llorar al monarca más grande del mundo... Y es que estos Luises franceses eran expertos matadores de hembras, porque Luis XV, sucesor del Rey Sol, también fue quien causó la muerte de la bella marquesa de Vintimille -una de sus amantes- cuando ésta murió al dar a luz a un hijo suyo.
Una de las mentes más privilegiadas de Inglaterra estaba destinada a evanecerse de este mundo a causa de un embarazo problemático: Charlotte Bronte, la autora de obras tan importantes como Jayne Eyre y Shirley. La Bronte, nacida en 1816, formaba parte del famoso trio de hermanas escritoras inglesas al lado de Anne, autora de Agnes Grey, y Emily, autora de Cumbres Borrascosas. En 1854 Charlotte se casó con un religioso que había sido colaborador de su papá. Arthur Bell Nichols se tomó muy en serio su rol de amo y señor de la casa, no comprendía el genio de su mujer y lo único que quería era descendencia a pesar de la frágil constitución física de Charlotte. La novelista, siempre complaciente, salió pipona y no vivió para contar el cuento, pues el embarazo fue tan problemático que madre e hijo murieron en 1855, antes de la fecha prevista para el parto.
La princesa inglesa Charlotte Augusta entró a este mundo con el pie equivocado. Era la hija del rey Jorge IV de Inglaterra y de su segunda esposa, Carolina de Brunswick. Este matrimonio comenzó mal y terminó peor, pues el rey inglés no podía ver ni en pintura a su mujer, llegándola a alejar de la corte y hasta a negarle el estar presente en su coronación. Jorge y Carolina se habían separado inmediatamente después del nacimiento de la princesa. Charlotte Augusta fue criada bajo estricta vigilancia y cuando le llegó el turno de servir a la patria, en 1816 la casaron con el príncipe belga Leopoldo de Saxe-Coburgo, futuro rey Leopoldo I. Si bien es cierto que su marido no le causaba repugnancia, Charlotte Augusta vio su salado destino colmado cuando el bebé que esperaba con tanta ansiedad se presentó de nalgas y no de cabeza, y la princesa se murió en el parto con la criatura atorada en su escuálida pelvis.
Ya en nuestro agitado siglo XX, una de la escultoras y diseñadoras más creativas del mundo murió cuando estaba embarazada: Sinaí Amara Trujillo. Esta exótica beldad era hija de un garífuno hondureño, Winston Trujillo, y una capitán del ejército israelí, Moshit Tabbar. Cuando la bella Sinaí Amara contrajo nupcias con el percusionista Karim Abdel Perahma del Kadar -hijo de un magnate de la OPEC y de una princesa asiática-su madre le vaticinó que esa boda "solo le causaría dolor y muerte." Perahma comenzó a exigir que Sinaí Amara le diera un hijo, fueron visitados los ginecólogos más famosos de Suiza, y a pesar de que los galenos advirtieron a la pareja que un embarazo podría presentar muchos riesgos, por fin la diseñadora quedó encinta. La dicha no fue duradera, pues en el 6to. mes de embarazo, Sinaí Amara se desplomó en la cocina de la lujosa casa en París que ocupaba. Fue encontrada por una criada y llevada al hospital, pero ya era muy tarde. La noche en que Sinaí Amara falleció desangrada por un parto prematuro el percusionista árabe andaba de farra tras un agitado concierto en París en la buena compañía de varias chicas de cabaret.

las bellas màs notables de la historia


LAS MUJERES MÁS HERMOSAS DE LA HISTORIA
Cecilia Ruiz de Ríos
"Solo usted y las hembras se sabrosearon hablando de los hombres bellos, y las mujeres más lindas de la historia, ¿qué pasó?" me protestó mi alumno y ahijado Sergio Manzanares Brethous. Muchas mujeres no solo fueron grandes celebridades e intelectuales, sino que eran tan bellas que hasta los animales se volteaban a verlas pasar. Entre las mujeres de los tiempos dorados de Grecia, la cortesana Aspasia le quitaba el hipo a cualquiera. Fue admirada hasta por el genial Pericles, y sus bucles dorados combinados con unos ojos verde tierno hicieron estragos en los corazones masculinos. La poetisa de Lesbos, Safo, tenía fama de ser más exquisita que sus propios poemas- ¡lo cual ya es decir bastante!-y aunque su nombre se convirtió en denominativo para las mujeres que prefieren a sus congéneres, Safo subyugó tanto a hombres como a féminas con su combinación increíble de cabellos negros, senos túrgidos y un cerebro envidiable. Entre las beldades de Egipto de los tiempos faraónicos, se destaca la hermosísima negra Tiye-quien fue la adorada esposa de un faraón-y la legendaria Nefertiti, consorte de Ikhnaton, quien tenía uno de los rostros más perfectos vistos en la pelotita del mundo.
En Inglaterra, una reina celta de cabellos rojos, ojos grises y piernas largas llamada Boadicea es admirada tanto por su hermosura como por su valentía al haber desafiado a los romanos cuando llegaron a invadir las islas británicas. Esta espléndida guerrera casi derrota a las huestes de Paulino Suetonio. Candace, reina y guerrera etíope cuya fama de gran general ahuyentó al macedonia Alejandro Magno, también debe haberse visto espectacular cuando montó arriba de un elefante ataviada con una lanza y nada más...Candace medía más de 6 pies de estatura, tenía ojos de miel y una piel de ébano más lisa que el satén. En la Edad Media, la intelectual y religiosa francesa Eloísa es considerada como una de las beldades más subyugadoras de la historia. De largos cabellos rizados y cobrizos, ojos de miel y una silueta de reina de belleza, Eloísa vivió tempestuosos amores con el canónigo Pedro Abelardo. Otra belleza de la Edad Media fue la reina de Francia por su matrimonio con Carlos VI, Isabeau de Wittelsbach.Esta linda mujer logró dominar a su esposo con su sensualidad y cabellos de oro, pero tras ponerle los cachos y llevar una vida de ocio y bacanal, acabó más gorda y floja que una chancha parida...qué lástima! Agnés Sorel, la amante titular de Carlos VII de Francia (por cierto hijo de Isabeau de Wittelsbach) fue una mujer chela y aseada de ojos turquesas que combinó buen corazón, valentía y generosidad con su impecable aspecto.
Tamara de Georgia, reina y guerrera consumada, también fue bellísima on cabellos caoba y ojos verdes, midiendo más de 6 pies de estatura y con unas piernas de campeonato. Jadwiga de Polonia, reina que cristianizó a ese país y fundó una universidad, parecía el original de una muñequita de filigrana con sonrosada tez, pelo de mantequilla y ojos violeta como los de Liz Taylor. En el Renacimiento, varias hembras de la especie fueron famosas por sus aspectos. En Italia, Lucrecia Borgia, hija espuria del papa Alejandro VI, era una trigueña con rostro de virgen medieval y ojos luminosos. Isabel de Avis, princesa portuguesa que fue matrimoniada con Carlos I de España y V de Alemania, era una pelirroja con rostro de muñeca y cinturita de avispa. Acabó siendo la madre de Felipe II, quien no heredó nada de su belleza. Dos reinas otomanas se disputan el título de la reina más bella de la línea osmanlí: la griega Kosem, de cabellos achocolatados y rostro marmóreo, y su nuera Turhan, de origen ruso y de ojos de ámbar.
Lástima que Turhan acabó matando a Kosem en el suegricidio más célebre de la historia! En Francia, Diana de Poitiers, amante titular del rey galo Enrique II, era una dama de silueta perfecta, rostro dulce y cabellos oscuros y ondulados quien logró conservarse linda y ágil aún en la vejez. En la India de los monarcas mugalos, Mumtaz Mahal con sus ojos negros y tez canela inspiró un amor incandescente en el emperador Sha Jehan, quien al morir ella en el parto de su último retoño, decidió construir el Taj Mahal como mausoleo para albergar los restos de la bella. Nzingha, reina africana de Ndongo y Matamba, era una morenaza de rostro de chiquilla traviesa, musculatura de ébano y unos pies menudos y sensuales.
Era tan linda que hasta sus enemigos-los portugueses colonialistas-la piropeaban. De Hungría, la condesa Erzebet Báthory fue tan exquisita que quienes sabían que asesinó a más de 600 vírgenes para bañarse en su sangre se negaban a creer que semejante angel fuera tan perversa. Entre nuestras indias, Pocahontas de estados Unidos y la Malinche de México se llevan las palmas como beldades a toda prueba, mientras que Jeanne Poisson, Marquesa de Pompadour y amante del rey galo Luis XV, fue tan hermosa que hasta sus perritos poodles la miraban con ojos de almíbar.
La casquivana Cayetana, Duquesa de Alba, acabó inmortalizada por Goya como la Maja Desnuda y La Maja Vestida,.0 Lady Jane Ellenborough, inglesa noble cuya lista de amantes fue interminable en el siglo XIX, compite con sus ojos de cielos y rostro de querube con la emperatriz de Francia Eugenia de Montijo, pero muchos opinan que la bávara Sissy Emperatriz de Austria fue la mujer más linda del siglo XIX. Jennie Jerome, la norteamericana madre del estadista inglés Winston Churchill, era exótica y oscura y hasta el rey Eduardo VII se enamoró de ella. Ya en el siglo XX, entre las bellezas más fascinantes han estado la aventurera y corista gringa Evelyn Nesbit, la sueca diva del cine Greta Garbo, la explosiva Marylin Monroe y la azteca María Félix, tan linda que uno de sus maridos-Agustín Lara-le compuso María Bonita.

Se nos fueron antes de tiempo


LAS MUERTES PREMATURAS DE LA HISTORIA
Cecilia Ruiz de Ríos
Hace poco, cuando una de mis gatitas llamada Leonor de Arborea falleció antes de cumplir los tres meses de edad, traté de consolarme pensando que al igual que muchos grandes personajes de la historia, a mi bella calico le había tocado morirse jovencita. En realidad, las páginas del tiempo están repletas de gente que debió haber vivido mucho más pero cuya hilo vital fue cortado prematuramente por las temidas Parcas.
Hasta la vez, muchos nos rascamos la cabeza preguntándonos quién fue el que ultimó al gran faraón niño Tutankhamon, dado que hay buen porcentaje de probabilidades que este chico regio haya muerto "ayudado por otros". Tut era apenas un adolescente cuando subió al trono de Egipto, sin embargo no duró mucho gozando de las mieles del poder y hoy en día, tras el descubrimiento de su rica tumba a manos de un inglés, son más los misterios que las certezas que rodean a la vida y muerte de este gobernante antiguo. Otro jovencito utilísimo que no debió haber muerto de casi 22 años de edad fue el aguerrido y melenudo chele avernio Vercingétorix. Siendo apenas un adolescente pero ya con musculatura de Dolph Lundgren, este bravo chavalo se hizo cargo de las tropas galas y por un pelito casi derrota al experimentado Julio César de Roma. En el año 52 antes de la era cristiana, Vercingétorix prefirió entregarse a los romanos antes que seguir sacrificando a su pueblo. Julio César se lo llevó de trofeo de guerra a Roma, donde lo tuvo preso por más de 5 años, susurrándole obscenidades al oído hasta que se aburrió de tratar de enamorarlo y lo ejecutó en público.
Alejandro Magno, al igual que el inefable Jesucristo, murió a los 33 años de edad. Este gran conquistador macedonio se dio a la tarea de realizar una helenización tremenda de buena parte de Asia, pero se murió de una galopante tifoidea cuando estaba en la flor de su vida. En Roma, la triste historia del emperador loco Heliogábalo llegó a un final irónico cuando el muchacho de 18 años, tras hacer numerosas torticerías y tratar de imponer un culto fálico en Roma, fue asesinado por sus soldados al dejarlo ir en una letrina repletita de ñaña. La muerte del gran huno Atila fue otra de las malas jugadas de las Parcas. Este gran guerrero, llamado el "Azote de Dios", entraba en la mejor parte de su vida cuando cometió el grave error de casarse con una adolescente llamada Ildico. En medio de la fiesta, Atila bebió cantidades navegables de licor y cuando se retiró a su noche de boda, sufrió un sangrado nasal. Estando completamente ebrio, se ahogó en su propia sangre sin haber podido desflorar a su nueva cónyuge. Estaba apenas en su treintena!
En la época del medievo, la muerte prematura de la Doncella de Noruega Margarita, heredera al trono escocés, ocasionó que el rey inglés Eduardo I Pataslargas se quisiera apoderar del trono. Margarita murió de fiebres en camino hacia Escocia, y al quedar vacante el trono escocés surgieron William Wallace y Robert Bruce para luchar contra los ingleses. Margarita de Escocia, bella chelita que fue casada con el delfín de Francia en la adolescencia, murió apenas a los 19 años de edad tras una riña con su suegro, el desagradable y cobarde Carlos VII de Francia.
Juana de Arco, campesina lorenesa destinada a salvar la monarquía de Francia al dirigir su ejército contra los ingleses durante la famosa Guerra de los Cien Años, era apenas una chiquilla analfabeta cuando afirmó haber oído voces de santos que la mandaban a luchar por la soberanía patria. Juanita no logró cumplir ni los 20 años cuando fue remitida por lo ingleses a la hoguera en Ruán, tras ser acusada por herejía y brujería. Jadwiga de Polonia, preciosa reina que fue mecenas de sabios y santa por derecho propio, murió muy jovencita tras haberle parido un hijo a su odioso esposo Jagiello de Lituania, con quien se había casado por complacer a su pueblo. No llegaba ni a los 22 años de edad. María de Borgoña, la más rica heredera de su tiempo, murió a los 25 años de edad tras haberse caído de un caballo estando encinta.
Era la adorada esposa de Maximiliano I de Hasburgo, dejando dos niños habidos de su matrimonio. La triste suerte de María se cebaría también en sus hijos, ya que su varoncito Felipe El Hermoso murió de un resfrío a los 28 años de edad tras estar infelizmente casado con Juana la Loca, hija de los Reyes Católicos. La hija de María, Margarita de Austria, estaba destinada a llorar cuando su esposo-Juan, el hijo de los Reyes Católicos-se murió jovencito poco después de la boda. Los Reyes Católicos también llorarían cuando su hija Catalina se quedó viuda al poco tiempo de matrimoniada, pues el Príncipe Arturo de Inglaterra murió tísico siendo apenas un adolescente. Para colmo Arturo dejó a Catalina intacta, sin poder ejercer su deber conyugal. Claudia, la hija habida por Ana de Bretaña con su segundo esposo Luis XII de Francia, contrajo nupcias con el rey galo Francisco I solo para sufrir. Tras tantos embarazos y malos tratos de su esposo y suegra, Claudia murió agotada en su veintena.
De la dinastía Valois, la dulce francesita Isabel fue matrimoniada como tercera consorte con el asqueroso Felipe II de España. Este grotesco rey ni esperó que tuviera su monarquía para gozarla, le hizo dos hijas y cuando estaba preñada de una pareja de gemelos, Isabel murió cuando apenas tenía 22 años de edad. Se cree que Felipe, quien andaba en malas compañías femeninas, pudo haberle acelerado la muerte a su frágil y dulce esposa al haberla contagiado de sífilis. Enrique VIII de Inglaterra hizo de todo para poder conseguir un heredero varón legítimo, y cuando por fin lo obtuvo de su tercera esposa Juana Seymour, la pobre mujer murió en su veintena a causa de fiebres pueperales tras el nacimiento de Eduardo. Al fallecer Enrique VIII, este chico enclenque subió al trono como Eduardo VI, solo para morir tísico muy jovencito, dejando nada más el recuerdo de un muchacho incapaz y malcriado que maltrataba a sus propios halcones.
La muerte prematura de Anastasia Romanova, adorada primera esposa del zar ruso Iván El Terrible, fue el punto de inicio para desatar la crueldad en este monarca. Anastasia no tenía más de 24 años cuando se sospecha que los boyardos la envenenaron. Iván lloró a mares por su "dulce vaquita" para luego crear un grupo de paramilitares con los cuales barrió con las vidas y propiedades de los aristócratas.
Henry Purcell, gran músico inglés, murió de 24 años por andar de farra. El autor de Una Trompeta Voluntaria no pudo penetrar a su casa en una noche de tormenta de nieve porque su enfadada mujer dio orden a los criados de no dejarle entrar si llegaba tras la medianoche. Alexis, heredero de Pedro I el Grande de Rusia, murió recién salido de la adolescencia cuando su padre lo acusó de complot y le hizo torturar hasta matarlo. Ma. Luisa de Orleáns fue la adorada primera esposa del rey anormal Carlos II de España, y aunque no le logró dar hijos pues el monarca era chiclán y no podía copular, esta francesita gozó de mucho favor con su esposo. Ma. Luisa murió de forma misteriosa, se cree que envenenada, y no llegaba a la veintena. Similar suerte corrió la hija de Carlos I Estuardo de Inglaterra tras su boda con Felipe, el hermano gay de Luis XIV de Francia. Enriqueta María cayó muerta en su terraza producto de un ataque fatal al hígado, aunque al morir esta adolescente no faltaron las lenguas que adujeran que había veneno de por medio. Ma. Luisa de Borbón, sobrina nieta de Luis XIV de Francia, también moriría prematuramente en su veintena cuando su vida de tragos y glotonería acabó con ella. Luis I de España, hijo mayor de Felipe V, murió de viruela poco después de cumplir 17 años. Uno de los mejores soberanos que tuvo España, Alfonso XII, murió tísico en el siglo XIX sin cumplir los 30 años, y antes de irse de este mundo ya había llorado un diluvio cuando su primera esposa Ma. Mercedes de Orleáns, con quien se casó por amor, se le murió chavala poco después de la luna de miel, también merced a la tisis.
La muerte joven no escoge solamente a cabezas coronadas para satisfacerse. El poeta inglés John Keats murió tísico en Italia a los 25 años de edad, y dos de los más grandes genios de la música clásica se fueron demasiado temprano de este valle de lágrimas:Wolfgang Amadeus Mozart (de 35 por parálisis renal, olvídense de la bazofia que Milos Forman nos dijo de envenenamiento en Amadeus) y Franz Peter Schubert el autor del Ave María y la Inconclusa. El arpista palestino Daniel de Armati murió asesinado en el Líbano a los 26 años en 1976 y el científico inglés Henry Moseley (quien actualizó la tabla periódica hecha por el ruso Mendeleiev) falleció en combate en la I Guerra Mundial en los últimos años de su veintena.

cuando nos mata la sesera


LAS MIGRAÑAS MÁS CÉLEBRES DE LA HISTORIA
Cecilia Ruiz de Ríos

Dado que en Nicaragua cada vez es más frecuente la posibili­dad de padecer de jaquecas de­bido a la inestabilidad bancaria, los eventos competitivos fraudulentos, las cuentas impa­gables y la delincuencia, hoy a petición de mi asidua lectora Arjumand Morazán vamos a hablar de Los personajes hist6- ricos que padecieron de las más terribles migrañas. Muchos reyes y emperadores se las vieron “de a pelito” con sus migrañas. Julio César, el cruel general y dictador romano quo sometió a las Ga­lias y fue amante no solo del rey Nicómedes de Bitinia sino también de la hermosa Cleopatra Filopator VII, encontraba el castigo a sus des- manes en su propia cavidad craneal merced a unos dolores quo le hacían morderse la lengua para no gritar. “Un látigo se estremece en mi pensamiento, y azota cuando menos lo espe­ro,” escribió Julio César, a quien el dolor de la migraña habría de acabársele solamente cuan­do su pobre cuerpo sustituyó dicho malestar por varios cuando le clavaron tantas puñaladas que lo dejaron casi como alfiletero humano en las gradas del senado.

La amargada, fea y floja reina inglesa María Tudor, primogénita del regordeto Enrique VIII, sería otro personaje que se revolcaría del dolor cuando las tenazas de la migraña le apretaban la sien. María, a quien Ia historia bautizó co­mo La Sangrienta por sus masa­cres contra los protestantes, desde chiquita fue muy enfermiza, endeble y pálida, y acabaría muriendo de un galopante cáncer ovárico quo le impidió ser madre a pesar de que su esposo Felipe II cumplió con sus deberes (aunque al trom­pón y a la patada, porque sentía gran repulsión por ella). Pedro I El Grande, Zar de Rusia, fue otra cabeza que se vio apretada y no solamente por el peso de una corona. Pedro tenía tras de sí una infancia traumática a la cual sobrevivió de punto milagro. Muchos expertos aducen que es posible que tuviera epilepsia y hasta una lesión cerebral, pero el genial mandamás que modernizó Rusia y creó su primera flota se vería aquejado toda su vida por la migraña, y en dos ocasiones con­vulsionó en el campo de batalla para susto de sus soldados. Otro monarca que padecía de jaquecas fue Carlos II de España, último soberano de la odiada dinastía de los Habsburgos.



Carlitos ha­bía nacido tan deforme y defectuoso que fue un milagro que no se muriera chiquito. La deformi­dad ósea de la cabeza de Carlos sin lugar a du­das daba pie a toda suerte de trastornos, des­de cefaleas pavorosas hasta el hecho que su mandíbula estaba tan desigual que no podía masticar muchos alimentos sólidos porque las dos hileras de dientes no calzaban entre sí.
La migraña aquejó a numerosos genios. Las escritoras inglesas Virginia Woolf y George Eliot, y l poetisa romántica británica Elizabeth Barrett Browning se remitían al lecho cuando el dolor arreciaba, mientras que el norteamerica­no cuentista y bardo Edgar Allan Poe solía afir­mar que solo hallaba alivio al dolor de su migraña consumiendo cantidades navegables de whisky y moonshine (una especie de cususa destilada artesanalmente en el sur de los Esta­dos Unidos.) El gran George Bernard Shaw solía aislarse por días cuando la migraña lo ataca­ba, mientras que Lewis Carroll-el autor de Alicia en el País de las Maravillas-se untaba en las sienes unas pócimas y menjunjes malolientes. Otro inglesito que sufrió lo inmencionable por las migrañas fue el poeta y filósofo Alexander Pope, el mismo que entre dolores afirmaba que “la justicia es una telaraña en ha cual se pegan las moscas pero a través de la cual pasan los pájaros.” Científicos como el gran sueco Carol Linneo, líderes religiosos como Juan Calvino, filósofos como Emmanuel Kant y Fe­derico Nietszche también sufrieron abundantes dolores a manos de es­to mal que al parecer escogió muy selectivamente a sus víctimas. Tam­poco habrían de capearse de la cefalea inventores como Alfredo Nobel, a quien le debemos ha dinamita y los Premios Nobel, o Alexander Graham Bell, quien nos legó el teléfono y grandes tomos de rehabilitación para sordomudos. El matemático y pensador francés Blaise Pascal pa­só más de la mitad de su vida sumi­do en el dolor.

En el campo del pentagrama clásico, la migraña habría de atacar al ruso considerado como el mayor gonlo musical que ha dado su país, Pedro Ilitch Tchaikovsky, autor de El Lago de los Cisnes, El Cascanueces y la Sinfonía Paté­tica ( la cual según las malas lenguas con la mía a la cabeza del rally fue compuesta en su ma­yor parte mientras Pedrito andaba un trapo ca­liente envuelto alrededor de la testa tratando de apaciguar el dolor. El romántico y estirado com­positor y pianista polaco Federico Chopin pade­ció de migraña desde chiquito, siendo un para­digma de debilidad, palidez y posteriormente hi­pocondría. El hombre que nos legó ha primera literatura musical típicamente pianística solía reclinarse en un diván con su perro y sus gatos de almohada mientras suspiraba de dolor con un pañuelo do encaje empapado en vino como cintillo. Aquellos que se agarran la cabeza a dos manos afirmando que se les va a partir están en muy buena compañía. El gran estadista gringo Thomas Jefferson, quien fue el que redactó la declaración de la independencia estadounidense, solía dar pujos de dolor cuando ­la cefalea se apoderaba de él.

El hombre quien fue el tercer presidente de los Estados Unidos se quejaba a tal punto “que no aguantaba ni an­dar su empolvada peluca puesta, y muchas veces encontró un poco de alivio en las pócimas y arrumacos que le preparaba su fiel esclava negra Sally Hemmings, con quien acabó teniendo varios chavalos bastardos ya que nunca medió boda entre Jefferson y la hermosa Sally. Otro presidente gringo que padeció de migrañas-empeoradas por sus gomas ya que era apasionado por la botella-fue Ulysses Grant. Como el pobre ex general convertido en mandamás no paraba de beber, en una ocasión un charlatán ofreció trepanarle la sesera para menguarle los dolores. No faltan quienes digan que el presidente Woodrow Wilson estaba en medio de una migraña olímpica en París cuando un flaquito quiso llegar a exponerle sobre los abusos de los franceses en Indochina.

Si la excusa de que Wilson estaba con cefalea fuera cierta, sería ha migraña más cara de toda la historia. Wil­son, quien creía que la autodeterminación de los pueblos era okay siempre que fueran rubios y con reales, ignoró descortésmente al caudillo que luego sería Ho Chi Mihn, y así le destinó para el futuro al presidente gringo Lyndon B. Johnson una tamaña jaqueca empacada y con­servada en su jugo de bilis desde 1918...porque el independentista Tío Ho sería el valiente que le espetaría un sonoro NO a Johnson cuan­do éste quiso “amansar “a los vietnamitas en la década de los 60. Todo porque Wilson en 1918 “estaba indispuesto.”
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i.

cuidado les meten un sapo en la barriga!

LAS MALDICIONES MÁS PAVOSAS DE LA HISTORIA
Cecilia Ruiz de Ríos
En una agitada clase de Historia Contemporánea II, una de mis alumnas me preguntó al mencionar a los Romanov y Rasputín si era cierto que el famoso y sexy "Monje Loco" le echó sal a Nicolás II afirmando que si algo le pasaba a él, la dinastía caería como castillo de naipes. La realidad es que aunque yo no creo en maldiciones, hay unas cuantas coincidencias raras en la historia.
Mientras le arrancaban las entrañas y lo capaban a plena vista y paciencia del público inglés en agosto de 1305, el gran independentista William Wallace le soltó una maldición a Eduardo I Pataslargas, afirmando que su dinastía(la de los Plantagenet) acabarían destronados por falta de heredero. También le susurró que las pagaría con su hijo Eduardo II, lo cual se cumplió, pues al subir al trono este hijo de Pataslargas se dedicó a protagonizar el bulto, el cuadro y el ridículo. El pobre homosexual acabó siendo destronado por su propia esposa y el amante de ésta, solo para luego ser ejecutado en el castillo Berkeley con hierros candentes introducidos por el trasero. Con el correr del tiempo la dinastía Plantagenet se fue deteriorando hasta ser un cero a la izquierda.
Felipe IV el Bello fue uno de los reyes más trágicos de Francia. Se le ocurrió no solo echarle el guante a la fortuna de los Templarios, sino que también hizo un asado con el Gran Maestre de esta orden, Jacques de Molay. Mientras las llamas devoraban al anciano Molay, éste maldijo a Felipe afirmando que sus tres hijos morirían sin herederos y que en menos de un año, el monarca y él se verían al otro lado de la muerte para ajustar cuentas. Esta no fue la única maldición caída sobre Felipe IV el Bello de Francia. Dado que se había dado a la tarea de mandar a su fiel Guillermo de Nogaret a sopapear al papa Bonifacio al mismito palacio de Agnani donde el sumo pontífice vivía, el papa en cuestión también lo maldijo antes de morir de pena moral tras ser nalgueado por Nogaret. Efectivamente, el pobre monarca murió antes de cumplirse un año de la muerte de Molay y Bonifacio, y sus tres hijos-quienes calentaron el taburete real por turno-todos murieron sin dejar el ansiado heredero varón.
A la hora de convocar a la "pava"(mala suerte), nadie le ganaba a Miguel de Nostradamus, el sabio médico y vidente judío que nos legó Las Centurias. Al sentir que la muerte se acercaba, el barbudísimo astrólogo afirmó que quien profanara su tumba y tocara sus huesos moriría de forma atroz. Esto se cumplió cuando siglos después que estiró la pata, unos soldados se pusieron a jugar con la huesera del vidente y uno de ellos incluso bebió vino usando el cráneo de Nostradamus como copa. Efectivamente, todos los involucrados en la desecración de la tumba de Nostradamus murieron violentamente, dos de ellos en accidentes increíbles y los otros tres asesinados.
Una gitana quien se acostó con el rey Felipe IV de España se llevó tamaño disgusto cuando el soberano no quiso volverse a refocilar con ella. Echando una maldición sobre el monarca, le juró que tendría con su segunda esposa un genuino monstruo con el cual acabaría la estirpe de los Habsburgo en España. Con su pariente y segunda consorte Mariana de Austria, Felipe IV efectivamente engendró a Carlos II, último monarca de la casa de Austria en España y uno de los tarados más espeluznantes de la historia.
Otra amante despechada se ensañó contra un monarca cuando éste no quiso reconocerle públicamente al hijo espurio que le dio. La húngara Zita Andrassy parió un chavalo ciego del emperador Francisco José I de Habsburgo, el flamante esposo de Sissi de Wittelsbach. Zita quiso que Francisco José le diera apellido y dinero por el chico, pero cuando él ni la recibió(estaba recién casado y loco enamorado de Sissi ) ella envió una nota diciendo que las pagaría con una maldición sobre su familia. Zita prometió muerte para una recién nacida(en efecto una de las hijas de la real pareja murió en la infancia), suicidio para el heredero(en efecto, Rodolfo se suicidó con su amante en enero de 1889), asesinato para Sissi (quien fue ultimada con una lima filosa en Suiza en 1898) y disgustos en su vejez para Francisco José I(quien peleó con su sobrino Francisco Ferndinando cuando contrajo matrimonio con Sofía Chotek, para colmo muriendo estos esposos asesinados en 1914 en Sarajevo).
Rasputín llegó a obtener grandes cuotas de poder sobre el zar Nicolás II Romanov debido a que era el único capaz de aliviar al hemofílico heredero al trono, Alexis. Rasputín jugaba a ser Dios con la política rusa, se hablaba de amoríos entre él y la zarina Alejandro y la gente le odiaba casi tanto como a los despilfarradores zares. Sabiendo que miembros de la nobleza le detestaban por su ascendente sobre la familia real, Rasputín emitió su advertencia con visos de maldición,"Si a mí me pasa algo, tú vas después a la muerte y el desastre," le dijo a Nicolás II. Rasputín fue asesinado un 30 de diciembre de 1916, ahogándose en gélidas aguas tras haber probado veneno y ser el blanco de varios tiros. Poco después, la revolución bolchevique llegó a su hervor y los zares con sus hijas, el heredero enclenque y hasta el perro spaniel Jimmy fueron ultimados un 16 de julio de 1918 en Ekaterinburgo.
Quizás una de las maldiciones más tenebrosas de la historia fue la que se cumplió al abrir el inglesito Carter la tumba del gran faraón egicpio Tutankhamen. Casi todos los involucrados en la apertura de la tumba murieron de formas muy extrañas, aunque Carter personalmente no pasó mayores apuros.
En Nicaragua, las maldiciones han rondado nuestra historia y folklore popular desde hace rato. Cuando los sanguinarios Contreras acabaron con el obispo Antonio Valdivieso, la maldición pareció caer sobre León Viejo, el cual acabó en ruinas merced al Momotombo. Eso por no mencionar la maldición de chayules que se apoderó de San Carlos después de ser echado un cura católico de la zona, o la del empresario chinandegano que reza la leyenda que le juró al Uñudo que si hacía buenos reales, en cada zafra podría contar con las almas de varios trabajadores como su pago...lo cual siempre se cumple al morir varios obreros agrícolas en cada corte de caña.
Recientemente con el ataque terrorista a Estados Unidos se ha hablado mucho de la Maldición del Indio que se cierne sobre los presidentes electos en años 0.Tecumseh figura como uno de los caudillos indígenas más valientes de los Estados Unidos. El y su hermano, quien era profeta, luchaban contra la usurpación de sus tierras a manos del blanco. Cuando William Henry Harrison luchó contra Tecumseh en la batalla del Thames un 5 de octubre de 1813, resultando el indio shawnee asesinado, con su último aliento el caudillo lo maldijo a él y a todos los presidentes gringos que fueran electos en años con 0. Para comenzar, el odioso William Henry Harrison murió de pulmonía a un mes de ser drapeado con la banda presidencial, siendo el primer mandatario que moría en la Casa Blanca. Posteriormente, presidentes como Abraham Lincoln(electo en 1860), James Garfield (el gordiflón de la pasión desenfrenada, electo en 1880), William McKinley (electo en 1900) y hasta el zanganísimo John F. Kennedy(electo en 1960) fueron asesinados, haciéndonos pensar que Reagan al ser electo en 1980 se capeó de puro pelito de morir en 1981.