Emperador José II de Habsburgo

Emperador José II de Habsburgo
Al volante de la Máquina del Tiempo

Adelante internautas

Yo soy el Emperador José II de Habsburgo, gato quien gobierna desde el éter a su madre humana, la historiadora nicaragüense Cecilia.Hoy que se cumplen 6 años de mi ingreso triunfal al paraìso gatuno,donde fui coronado como emperador, mi madre hizo este blog en honor a mi memoria. Aquí voy recopilando el trabajo de mi madre en tres categorías: temas de la historia, personajes célebres y su obra cuentística y filosófica. Cualquier pregunta que deseen aclarar, tenéis el email cecilmundo@gmail.com para hacerlo. Ahora, a servirse la mesa.Bon appetit! Emperador José II de Habsburgo

Emperador navegando en su máquina del tiempo

Emperador navegando en su máquina del tiempo
en brazos de mi partera

domingo, 4 de mayo de 2008

Athenais la Mandona

LA SUCURSAL MÁS IMPERIOSA DE TODAS: MADAME DE MONTESPAN
Cecilia Ruiz de Ríos
"No se suba el conteo de azúcar por mis malas notas, teacher, si a mí no me gusta el estudio. Solo quiero un título en algo para luego agarrar un buen tipo que me mantenga como reina, sin tener que bretear" me dijo una discípula mía de apenas 19 años. Pude haber estado oyendo un eco de Agnés Sorel, o Bárbara Villiers, o Athenais de Montespán, célebres favoritas, solo que ellas combinaron astucia, pasión, ambición, buena sesera y una pinta pocas veces encontradas en féminas algunas. Por ejemplo, la sucursal más célebre del gran Luis XIV(El Rey Sol), fue Athenais de Montespán, y el único título que precisó fue el de marquesa.
Athenais de Montespán fue bella desde que pegó su primer alarido al nacer un 26 de abril de 1641 en el castillo de Tonnay, siendo hija de Gabriel de Rochechuart y su esposa Diana, quienes eran los linajudos duques de Mortemart. No sería la única retoño del matrimonio, pero sí la más mimada. Con piel de durazno sonrosado, ojos color de miel y una cabellera rojiza llena de bucles, desde niña supo imponer su voluntad. No fue demasiado buena alumna, pero sí gozó de gran popularidad entre sus contemporáneos, quienes manifestaban que "algo bueno le espera a Athenais".
Leía con voracidad y le gustaba la política. Ya siendo una hermosa adolescente con senos firmes y caderas sutilmente redondeadas, sus padres la casaron con el feo marqués de Montespán, con quien estaba destinada a tener dos niños. Hábil conversadora y muy buena en ajedrez, Athenais logró colocarse como dama de compañía de Ma.Teresa, la religiosa y fea esposa del rey Luis XIV de Francia. Athenais se ganó la confianza de la pobre y cornuda reina haciendo comentarios agrios sobre Luisa de La Valliere, quien para 1666 ya le había tenido un bebé al rey y era la favorita oficial. Athenais hacía bromas sobre sus enamorados, pero decía que solo podía serle fiel a su feo marido. Sin embargo, la melosidad de Luisa de la Valliere fue perdiendo puntos con el rey, quien detestaba que sus mujeres le hicieran reclamos. Tras darle el título de duquesa a Luisa, su atención se posó en Athenais y aunque se había prometido a sí mismo nunca tener affaires con damas casadas, la tentación de la espléndida Athenais fue demasiado y pronto sucumbió a los encantos de esta astuta y paciente mujer.

Luisa apenas protestó al verse desechada a favor de Athenais, pero al marqués de Montespán no le agradó que el rey se fuera al lecho con su mujer. La oposición de Montespán al asuntillo de su esposa con el soberano se hizo escándalo, y Luis XIV, acostumbrado a hacer lo que le diera la gana sin pedir permiso a nadie, hizo arrestar al pobre cachudo y luego lo exilió a su hacienda. Montespán, iracundo, vistió de negro y forró de oscuro su carruaje, colocando unos cuernos de toro sobre el coche para hacer pública su afrenta. Montespán incluso hizo un funeral burlesco para sepultar su honra marital, y aunque el rey se puso furioso no tomó mayores medidas en contra de su ultrajado rival. En marzo de 1669, la hermosa Athenais dio a luz a la primera criatura del rey, siendo este bebé apenas el primogénito de varios que le tendría como espurios a Luis. Aunque Luisa de La Valliere había amado a Luis porque le gustaba como hombre, Athenais mostró ser una gran interesada, logrando que el infatuado Luis pagara sus deudas, le comprara propiedades y joyas y le diera una vida de reina.
Luis además nombró al papá de Athenais como gobernador de París y una hermana fue a parar de abadesa de Fontevrault. Luisa, como era inocente hasta el punto de verse cuaca, prefirió ser gran amiga de su sucesora y cuando Luis se fue a batallar a Flandes, en un solo carruaje puso juntas a Luisa, Athenais y la reina Ma. Teresa, lo cual debe haber sido un bochorno incomparable para la pobre monarca. En 1670 Luisa se enfermó y tras recuperarse se fue a un convento, mientras que Athenais se volvía cada vez más golosa en toda el sentido de la palabra. Cuando Luis le quiso obsequiar una casa lujosa cerca de Saint Germain, la favorita declinó afirmando que era una casucha buena para una corista de pacotilla.
La reina Ma. Teresa, quien siempre tuvo buenas relaciones con Luisa, odiaba a Athenais, quien se burlaba descaradamente de ella.7 cipotes habría de parir Athenais de su affaire con el rey, y todos fueron legitimados. Algunos de ellos fueron cuidados por una viuda hermosa y puritana, Francisca, viuda del feo poeta Paul Scarron. Esta sagaz viuda en 1675 fue ennoblecida con el título de Madame de Maintenon y sería con el correr del tiempo la mujer que le quitara al rey a Athenais. Luis XIV nunca dejó de visitar la cama de su esposa Ma. Teresa, lo cual enfurecía a Athenais. También, teniendo a esta imponente mujer como favorita titular, el zanganísimo Luis XIV tuvo devaneos y affaires con una joven de apellido Oeillets, la princesa Anna de Rohan, y Ma. Angelique de Fontanges.
Debido a la vida de molicie que llevaba Athenais, la obesidad se fue adueñando de su antes bello cuerpo, convirtiéndose en una varicosa y celulítica guasimbora más gelatinosa que flan a medio cuajar. Al darse cuenta que el rey ya no estaba tan encandilado con ella, recurrió a la magia negra para tratar de retener el deseo del soberano. Con la ayuda de una bruja abortera llamada Madame La Voisin, Athenais consiguió filtros de amor, venenos y hasta hizo que celebraran misas negras sobre su cuerpo desnudo a medianoche.

Tras haber ejecutado a la vieja La Voisin, la hija de ésta cantó y culpó a Athenais de todo el escándalo, saliendo a relucir que Athenais incluso planificaba envenenar a la Fontanges y el hecho de haberle dado peligrosos afrodisíacos a Luis, quien afortunadamente solo pasó varias noches ventoseando fuerte como producto de haber consumido bombones de anís. Luis XIV no quiso continuar su relación con Athenais, temiendo por su vida y la de sus hijos. No exilió de la corte a su ex amante y le permitió conservar todas sus posesiones, pero ya no fue jamás a su cama. El enfríamiento de este affair permitió que Luis se fijara más en la nana de sus espurios, llegando a la conclusión que Madame de Maintenon no solo merecía su amor sino también casarse con ella, aunque fuera en boda morganática.
Athenais viviría muchos años más hasta convertirse en una gordezuela viejecita de pelo plateado, pero su pasado la condenaba. Temerosa de la muerte, pagaba a varias doncellas para que durmieran cerca de ella, manteniendo velas encendidas porque afirmaba ver al Uñudo si le apagaban las luces. Athenais falleció un 28 de mayo de 1707 de complicaciones de colesterol y diabetes, dejando tras de sí el recuerdo de una mujer astuta y caprichosa quien a través de su sexualidad supo cautivar a uno de los reyes más poderosos de la historia. Sin embargo, su mal ejemplo a través del tiempo ha servido de nociva inspiración a muchas mujeres quienes han encontrado más fácil el ganarse lujos trepando por la escalera de la vida sobre su espalda y emitiendo gemidos baratos de chica del canal Playboy.

jueves, 1 de mayo de 2008

Mi propia metamorfosis



LA METAMORFOSIS
(SOLO QUIERO QUE ME MIRES COMO GATO)

Cecilia Ruiz de Ríos

“Madre. Qué palabra más linda.Madre.El paraíso yace a los pies de una madre,dijo el santo Korán.Y yo me escapo de enredar en tus pies huesudos, incongruentemente adolescentes ,que no concuerdan con las múltiples fracturas, charneles en tu espinazo y la temible bala calibre 22 alojada en tu cadera. Parte de mi comida-la que no brota de tus manos hechiceras- vino en un vistoso costal por delivery, así se dice, verdad, eso aún recuerdo del inglés que antes aprendí. Antes.Antes. Y vos la cargás hacia la cocina, ese sacro altar del templo de la delicia donde yo espío cada uno de tus lentos pero elegantes movimientos, mamá.
Soy tu sombra cotidiana, y qué bien te acompaño! Yo siempre quise algo así, y hasta ahora lo logré. Cuántas cicatrices debí coleccionar hasta llegar a esta paz.
“La palabra paz es muy importante, pero nunca antes la conocí. Fui engendrado en la violencia de unas relaciones tormentosas. Desde algún resquicio de la memoria de mis células puedo atisbarme al momento en que la jadeante, enloquecida Bronya se abandonó a las caricias sucias y mentirosas de Odell, y de la semilla de un aprovechado granuja y el huevo una pobre versión judía del marqués de Sade conjugada en femenino, me hice yo. Bronya Kalman, la bella hija mayor de Pedro Kalman-quien evadía al fisco, no pagaba lo justo a sus empleados, y golpeaba a su mujer después de cerrar su tienda de aperos de costura y telas mexicanas-había desafiado todo por estar con Odell, echando pudor,prejuicio y política por la borda. En algún rincón de mi memoria oigo sus susurros al oído del capitán,si no me hacés caso me pego un tiro, o dejo de comer y me moriré con tu nombre en la lengua.
Cuando Bronya Kalman le fue con la torta a Odell de que esperaba un hijo suyo y estaba dispuesta a hacerse católica o atea, desafiar a su padre e irse con él, fue que el estiércol pegó en el abanico y se regó. “Muchacha que te pica el trasero, dejar a mi mujer e hijos por una maje que se me regaló, y para colmo como que no se sabe que uds. los judíos jodieron a Cristo, y de copete que me levanten como pato en el comité de base del Partido cuando me van a dar la militancia.Fuchi que si te he visto que no me acuerdo!” Y Bronya con su pelo color ala de cuervo, y sus ojos verdes y líbido galopante se quedó sola y embarazada, se ponía desnuda en la ventana de su alcoba donde la enllavó el abochornado Pedro Kalman a gritar Odell, Odell! mientras jugaba patéticamente consigo misma, como la pobre protagonista de La Mujer Doble cuando la encerraron en el convento, en la novela del colombiano Próspero Morales , y no probaba bocado, y para cuando nació el bebé la anorexia estaba tan avanzada que a los pocos días del parto se murió sin poder más que susurrar Odell. Aunque el enfurecido y adolorido Pedro Kalman le dio su apellido al varoncito, quien se llamó Ferdinand Kalman, se negó a cuidar del mocoso. Fue Raquel, la rubia y regordeta hermana menor de la finada, quien como tía asumió el rol de madre soltera del bebé y lo fue criando a como pudo, llegando a privarse a veces de alimentos caros para que la cobija diera y pudiera criar al bebé de ojos verdes y cabellos azabaches. Raquel lo amó con pasión desenfrenada al niño. Cuando las cosas se ponían tensas en casa, Raquel se llevaba a Ferdinand a su trabajo, lo ponía a jugar con la extensión del teléfono, o cualquier cosa para distraerlo, menos que fuera a inspeccionar los inodoros. Cuando ya el niño tenía unos 4 años, Raquel se estabilizó en una esbelta silueta, descubrió el sexo y en una de esas se topó a Arminio Almendárez.
“El asunto acabaría en una boda, aunque sus amigas le aconsejaban que ningún tipo con semejante bocaza de chancho de monte, ojos de drogadicto y modales extraños iba a resultar ser buen esposo. No fue cosa para sorprenderse que esta versión azteca del Lagarto Juancho fuera a resultar un fiasco. El primer No que le espetó Arminio a Raquel fue en cuanto a darle el apellido a Ferdinand. Mi amor, yo sé que ese huevito no lo puso tu patito, pero te encontré sin sello...no será que querés tapar algo, demasiado acepté al no encontrar sello de garantía. En tu cultura, las mujeres con experiencia incluso son repudiadas y devueltas!Mercancía de segunda.Le cuento a tu papi?Cagará un adoquín caliente si sabe. Mejor apresúrate y cuando haya un bebé hecho por ti conmigo, hablamos de apellidos,ok? Raquel aguantó pacientemente hasta que pudo quedar encinta.
“El día que la pobre rubia recibió el gravindex con resultado positivo creyó haber encontrado el paraíso en una gaveta de cosméticos viejos. Lejos estaba de imaginarse que esa ilusión se rompería en mil pedazos cuando, alarmada por un súbito dolor en el lado izquierdo del vientre, salió corriendo a llamar por teléfono a su doctor pero antes tropezó con los camioncitos de plástico de Ferdinand en las escaleras de la casa, desplomándose gradas abajo para aterrizar en un charco de sangre. Horas más tarde, al volver en sí en una cama de hospital, el médico le dijo a Raquel que había perdido al bebé y que debía de cuidarse mucho, pues se había tratado de un embarazo ectópico. Le aclaró que aunque no se hubiera resbalado en las escaleras, el bebé estaba destinado a perderse pues el embrión había estado alojado en la trompa de Falopio izquierda, la cual debido a una violenta ruptura iba a quedar inutilizada de por vida. Aunque el galeno le explicó a Arminio quela pérdida del bebé de su esposa nada tenía que ver con la caída en las gradas, y que no era debido al descuido de Ferdinand que la señora había resbalado, una rabia incandescente roía las entrañas del mejicano.”Escuintle chingado, seguro que lo hizo adrede botar a la mujer para que abortara, solo él quiero ser, es mentira que quiere un hermanito. Ni soñando le doy mi apellido, una buena tunda es la que le garantizo apenas llegue a casa..!” Armiño aprovechó que Raquel estaría dos días más en observación en el hospital y cuando Ferdinand le fue a preguntar cómo seguía mami, lo cargó a golpes.Era horrible escuchar el sonido de las botas de cuero pesado aterrizando en el cuerpecito de Ferdinand, quien chillaba y trataba de huir del enfurecido patán en que se había convertido el hombre a quien llamó papi desde que se casó Raquel con él. “No olvides de decirle a mami que tus compañeritos de clase te dieron una zurra porque no les gustan los judíos y tú los provocaste.Estamos claro?Si chillas te pongo en un orfanato donde van los hijos del mal amor.”
“Atemorizado, golpeado, humillado, Ferdinand a su corta edad no encontró opción más que el silencio. Fingió ante Raquel haberse convertido en un bully, todo un bravucón de primaria que solo sopapeando y siendo sopapeado vivía, para poder justificar los enormes moretones, gigantescos cardenales sanguinolentos que se destacaban en su tez marmórea. Era preferible aguantar los fajazos, puñetazos y hasta patadas de Armiño, quien lo confundía con una pera de boxear, que perder a Raquel. En su inocencia, Ferdinand le lloraba por las noches a un dios que no le constaba que existiera. Ay,Adonai, bendice el vientre de mami.Yo amaré al hermano que mandés con tal que yo no pierda mi hogar. La delicada fertilidad de Raquel finalmente pareció recuperarse y cuando Ferdinand ya tenía 10 años, un varoncito nació. Arminio fue bautizado mientras Raquel se antojaba de abandonarse a un soponcio, pero para evitar confundir los nombres, el regordete niño con la misma boca de jabalí del padre fue llamado Nené. Sobraron quienes opinaran que con un nombrete tan comprometedor como Nené, el muchacho podría hasta volverse leré(léase marica), pero igual se quedó el mimado gordito. Arminio desvergonzadamente ignoró a Ferdinand desde entonces, dedicado en cuerpo y alma a criar a su redondo monstrito chele.
“Por lo menos se acabaron los pijazos, pensó aliviado Ferdinand. Pero hay golpes síquicos que duelen mucho más que un puñetazo, a como dijo una vez el gran escritor inglés D.H Lawrence que de seguro era mil veces más sabio que pobrecito yo. Ferdinand aprendió a ser más taciturno que el legendario Guillermo de Orange, legendario Stadholder de Holanda que fue asesinado por las católicas órdenes de Felipe II de España, y a evitar sistemáticamente la presencia de Arminio.
Solo con Raquel se podía permitir momentáneos chisporrotazos de ternura y confianza, sobre todo cuando Arminio andaba de viaje y Nené estaba dormido, o en el kinder conforme avanzaba el tiempo.
“Arminio torturaba finamente a Ferdinand cuando su mujer no observaba, y como consecuencia de las humillaciones, Ferdinand comenzó a tener pesadillas, ataques de llanto y pataletas en las cuales se autoinfligía daño. Consiguió una navajita y jugaba a asestar golpes en la mesa en medio de los dedos de su mano izquierda. Arminio decía que eso era normal en la adolescencia, cuando las hormonas le jugaban mala pasada a los chicos y el mejor remedio era meterlo a un baño y darle un tiempito para que se diera cran.Solícitamente, Arminio acotaba que siempre debía cumplirse la precaución de no abrir la puerta intempestivamente mientras el muchacho se masturbara, o el pobre podía quedar impotente y le crecería un lanugo rojizo en la mano pecadora. Ni rasurándose jamás podría el onanista quitarse el pelo de la mano, pues le volvería a crecer, afirmaba el azteca con cara muy seria y la enorme bocaza convertida en un puchero sin gracia.
“Estando ya adolescente, Ferdinand quiso dejar de extender la mano para sus gastos más grandes, y pidió permiso a sus padres para entrar de aprendiz a un restaurante u hotel, ya que le encantaba guisar y aunque no fuera a llegar nunca a ser un chef como Escoffier, deseaba conocer mejor sobre cocina. Por medio del anuncio una célebre chef solicitaba una pareja de ayudantes a quienes les enseñaría todos los vericuetos de la gastronomía. No pagaba mucho, pero la mujer necesitaba esos aprendices pues desde que un bus la arrastró como viviente llavero por media cuadra dejándola momentáneamente en silla de ruedas con la cadera dislocada, era necesario tener asistencia para seguir en el negocio de catering. Además, la chef tenía varios alumnos de cocina, y mientras pudiera volver a caminar si ayuda, iba a precisar manos extras. Se presentaron varios, pero ella escogió entre ellos a un homosexual de ojos de gitano y a Ferdinand. Se acercó y le pegó la nariz al asombrado Ferdinand.Le dijo que él tenía buen olor. Nadie le había dicho en toda su vida que él olía bien. La miraba asombrado, maravillado, mientras le contaba la doña cómo ella había sido un teniente coronel encargado de retaguardia en las zonas más peligrosas a la hora del máximo conflicto entre sandinistas y contras, y conforme fueron trabajando juntos les contó del tiro que casi le entra por el culo como supositorio, o los charneles que adquirió durante el operativo Danto y finalmente la falta de dolor cuando una bala le penetró hasta el hueso de la cadera. Entre salsas bearnesas y langostas a la Thermidor, antes de la Alaska Horneada que estaba deliciosa, pero después de la ensalada de palmitos con hongos, les habló de sus días en París y Praga, donde aprendió el punto exacto de la pimienta y las bondades del ruibarbo, regaliz y nuez moscada. Estaba cerrando un curso de repostería cuando Ferdinand por primera vez perdió los estribos mientras sus alumnos amasaban un pan para echarlo al horno. Llorando, agarró un cuchillo para despellejar carne y comenzó a asestar golpes en la mesa donde puso su mano derecha. Varios alumnos salieron corriendo aterrorizados, creyendo que Ferdinand,acto seguido iba a correr tras ellos para matarlos a cuchillada limpia. Los estudiantes nunca regresaron. La chef no sabía qué hacer. Ella había intuido desde el inicio que había cierta tensión, un odio mal disimulado, una rabia sepultada oculta detrás de la relación supuestamente cordial entre Arminio Almendárez y su hijo mayor. La pérdida monetaria era cuantiosa para la chef, y su marido, agotado tras haber estado entrenando arduamente al equipo de baloncesto de una universidad de garage, le recomendó que mejor saliera del lío desembarazándose de Ferdinand.
El homosexual de los ojos de gitano jamás regresó a trabajar, y la chef debió contratar otro ayudante, ya que el pobre gay salió huyendo y gritando como gata escaldada o virgen imprudente con su primera regla. Ni regresó por su último salario.
“A los pocos días, el nuevo asistente renunció y se fue con el escándalo a un semanario amarillista donde le dijo al reportero que el flamante hijo de Arminio Almendárez y su señora esposa estaba tan loco de atar que si lo metían al cinco-pete(a como le llamaban al hospital siquiátrico ubicado en el km.5 de la carretera sur)era probable que instigara a los locos a desatar una matansinga entre ellos. El marido de la chef se enfureció mucho, y a pesar de que ella le pidió que guardara silencio, en una ocasión en que se encontró a Arminio en el supermercado le dijo que sería prudente que manejaran con bozal y cadena a Ferdinand. Mi mujer porque es pendeja por plantilla, pero en una de esas va a agarrar el picahielo ese tarado suyo y le va a hacer salpicón la sesera, a como hizo el maje del Smersh a León Trotsky en agosto de 1940 allá en su país, don Arminio, fueron las palabras textuales del esposo. No dejaba de tener razón.
“Esa noche, cuando Ferdinand regresó a la casa, Arminio le echó por tierra sus ilusiones de quedarse en Nicaragua a estudiar. Volando te me largas a Miami apenas te bachilleres de ese colegio chingado que es un robo descarado, y suficiente de andar con locuritas de trabajar.Toda tu vida has sido un mantenido, carga nuestra.Te vas allá y no des lata.Y no vuelves donde esa cojuela comunista.”
“El primer año de universidad pareció transcurrir en tranquilidad para Ferdinand en la Florida. Llevaba notas aceptables, aunque no brillantes. Estaba yendo a un gimnasio para combatir el estrés, y cada vez que podía Raquel lo iba a ver aunque fuera por una semana. Estaba asistiendo a terapia sicológica con un siquiatra que afirmaba que gritando se solucionaban las cosas, siempre que se gritase en voz baja como los matrimonios chinos cuando pelean. Pero todo el dineral invertido en las sesiones de ese ateperetado shrink (léase, el que encoge los líos de la cabeza, según los gringos) se fue al excusado cuando en medio de un examen semestral de estadísticas, los números y gráficos comenzaron a bailar una samba combinada con hora israelí ante los atónitos ojos verdes de Ferdinand, y se vio en la irremediable situación de tener que sacar su nueva navajita turca con cachita esmaltada y comenzó a dar gritos, asestando navajazos contra su mano derecha. Impactó su dedo gordo y la sangre corrió, pero lo peor fue cuando se hirió su propio muslo y un geyser de sangre brotó manchando a dos muchachas que estaban al lado suyo. El rector de la universidad no dudó en expulsarle y echarle la policía y en menos de media hora, toda una combinación de Grand Guignol con tragedia sofocleana se conjugó para Ferdinand. El endemoniado decano que llamó a Raquel a Nicaragua le dijo que corriera hacia Miami para llevarse a su freak on a leash (tarado con correa) antes que reabrieran Alcatraz solo para encarcelarlo a él. Ferdinand regresó cabizbajo a Nicaragua escoltado por un gélido y abochornado Arminio y una angustiadísima Raquel, mientras su regordete hermano menor Nené se burlaba de él a mandíbula batiente, aunque no delante de sus amigotes del colegio estafador de ricos donde iba porque le importaba ya el qué dirán. Lo enviaron a una universidad cara, la más lujosa de Nicaragua, pero la situación en casa cada día empeoraba. La última detonación familiar se dio cuando la novia de tiempos de colegio de Ferdinand, al saber que él andaba en Nicaragua, quiso ver cómo lo pescaba para aterrizarlo en la cama y luego achacarle a él la barriga de dos meses que se había dejado poner en medio de una noche de copas y numerosos chicos.
“Arminio perdió la paciencia y sin importarle que Raquel lo estaba mirando como si lo conociera por primera vez, y se lanzó hacia Ferdinand durante la cena. Rodaron los platos y cubiertos, todo se rompió y antes que Arminio pudiera matar al muchacho, Raquel trató de protegerlo. Un puñetazo certero de Arminio privó a la mujer del conocimiento, y Ferdinand, con el pómulo izquierdo sangrante y ekl cuerpo casi molido a palos se escapó. Nunca lo volvieron a ver, pero nadie dijo nada, y Raquel y Arminio inventaron que Ferdinand se había ido a otra universidad a los Estados Unidos. Nadie les creyó.
“Y no les pueden creer. Porque Ferdinand sigue en Nicaragua. Ya no habita en lo que nunca fue su hogar. Porque ahora tiene un hogar propio donde es amado. Ferdinand mudó de piel, de lo poco que le dejó servible Arminio, bajó arrastrándose de dolor hacia el boulevard, se escabulló en la noche, se orientó por el recuerdo de canela y orégano y el tibio calor del horno tras la tanda de cocina,y se deshizo de su sangre aunque no pudo vomitar sus recuerdos. Hoy tiene otra forma. Es largo, azabache, lustroso, majestuoso, pero conserva sus ojos verdes penetrantes y sonrientes. Lo miran como gato, en el buen sentido de la palabra. Porque yo, que ahora me llamo Salomón y soy tu gato de cocina, fui Ferdinand hasta que tuve esta metamorfosis beneficiosa. Como cuanto quiero, me estiro cuanto quiero, y gozo del amor ilimitado y sin reservas de tu esposo, tu hija y hasta del perro pekinés con cara de cochón que tenés. No creas que rehuiré a tus caricias perfumadas de albahaca y ajo, de azafrán y tomillo por mucho tiempo. Cederé, y me dejaré chinear como tu más mimado bebé.Pero dame tiempo. Deja que se borre la huella en mi cebolla frontal derecha, de cuando me herí allá en Miami. Permite que ni la luna tierna me saque dolores de mi columna vertebral azotada pero aparentemente sana. Para mientras, solo quiero que me mirés como gato, tu gato negro, con la misma mirada de madre complacida que me miraba Raquel antes que el destino nos separase. Ahora vos sos mi madre, y aunque en Nicaragua la expresión Tu madre es soez, y el ser visto como gato significa algo despectivo, vos sos mi madre y me ves como gato, y no hay mayor paraíso que el que el Korán receta, por fin, a los pies de la madre.”

24 de agosto de 2004

Yo gato vos madre



OJO DE GATA
Para Nagasaki, samurai de Ia guarda y socio fiel
Cecilia Ruiz de Rios

Mama, que tanta falta me hace por estas fechas, decía que la tristeza tiene el uso que una le quiere dar. Miro a Juana, y me doy cuento que ml madre no se equivocaba. Es horrible verla padecer a través de mis pupilas tornasoladas, aparentemente frías. Qulero hacer mucho más que arquear mi peludo lomo contra sus hermosas pan­torrillas paro patentizar ml solidaridad con ella. Juana ha venido de mal en peor desde aquella noche en que entró con el pelo desarreglado, aguantándose la ira. Ni el marido ni las hijas se dieron cuenta de la tormenta que hacia su agosto en la mente de Juana esa noche. Cuando ella sirvió la cena, no atinaron que el sabor extraño pero sabroso de la vinagreta de la ensalada se debía a las lágrimas que virtió Juana. Cómo pueden ser los seres humanos tan ciegos? Lágrimas de mujer, las mismas que virtió Margot de Valois por su Bussy D’Amboise cuando le llevaron su cabeza, lluvia sin consuelo alguno.

La primera vez que Luis Felipe quiso manifestarle a Juana algo más que una relación de jefe a subalterna fue cuando le puso un sugestivo dedo debajo de la parte suave que hay debajo del mentón para darle un beso húmedo en la mejilla. Un festín de signos de inte­rrogación se apoderó de ella, y lo sé porque esa tarde ella me había chineado antes de irse, y mis pelos se habían quedado adheridos a su camisa de azulón. Luis Felipe, al mismo a quien Juana, cuando iba a nacer Elsania le puso la mono sobre su abultado vientre para que sintiera coma se movía el bebé...Luis Felipe rubio como un dios sal, pero con más del media quintal encima en años. Cundo Juana regresó furiosa, esa tarde Luis Felipe había aprovechado que ella estaba arriba de una escalera tratando de bajar una araña para traérsela a Elsania-quien tiene la aborrecible costumbre de colec­cionar insectos-y una mano temblorosa, ansiosa le había subido hasta la entrepierna. Desde que ibas a tener a la Elsania me has hecho la vida trizas y la gana dinosaurio ­le dijo Luis Felipe a Juana mientras el metabolismo de la mujer hacia carreras olímpicas contra sí mismo, el azúcar casi a mil de altura, la presión se agitaba, el corazón amenazaba con hacerse un puño de dolor y la adrena­lina se creía lengua de fuego en incendio forestal.

Así acababan meses de zozobra, de jugarse al gato y al ratón tras el escritorio, de levantar la vista y sorprender que se estaban mirando sin darse cuenta, al tacto de la mano masculina sobre las lycras con las cuales, sudorosa y agitada Juana regresaba del gimnasio, de seguir por el olfato, de las cosas dichas entre dientes, de los conejos asustados del antojo.

ME VOY. Esto fue lo único que Juana puso en su hoja de renuncia. Si sigo ahí voy a perder la chaveta, me dijo una noche mientras me servía una buena porción de sar­dinas picantes Indio Moctezuma, de aquellas que vienen en largas y chatas latas ovaladas. No hubo preguntas en casa. Daniel, el marido de mi socia, nunca pregunta nada. Vive en un mundo de ecuaciones y cibernética y en general no es mala gente pero prefiero guardar distan­cias con
él.
Fue cuando comenzó el calvario de Juana. La típica reac­ción de contigo me matas, sin ti me muero. Juana se esta­ba muriendo a vista y paciencia de todos. En la noche, cuando yo subía a su cama a dormir encima de su amplio tórax, sentía que sus bronquios se atascaban que los pulmones sus­piraban descontentos, que el corazón estaba pesado. Una noche sudó copiosamente, y cuando rayó el alba, el líqui­do vertido por Juana por sus poros agotados de sudo­ración era rojo. Como sangre. Los nervios se le hacían diminutas culebras bajo la piel de porcelana, el dolor le atenazaba las articulaciones como una artritis venida de la nada. El sobre de pago que le dieron a Juana para in­demnizarla por todos los años de labor para la empresa de Luis Felipe apareció estrujado en una cubeta manchado de rimmel.

Un día la vi subir con una sonrisa al carrito Fino que se había sacado en un sorteo de lotería. Tuve miedo. Sabia que se encaminaba a ponerle punto final a su destino de mujer atribulada. Juana subió por el by pass y llegó sin dudas al edificio donde tenía su despacho Luis Felipe. No se molestó en anunciarse con la recepcionista de cabellos pintados. Se limitó a decirle:-Vengo por vos. Luis Felipe se sobó las uñas en las camisa después de todo, del sobre­salto, de haber calzado pieza con pieza por fin, de haber osado a ser atrevidos, de bajar la barrera y reconocerse al otro lado del susto.

Juana esa vez descubrió de qué sustancia se hacía el triunfo. Se sintió Aníbal bebiéndose el veneno para qua no lo pescara vivo Escipión Africano. Comprendió que Wilde tenía razón que la única forma de vencer una tentación era cediendo ante ella. La próxima vez que escuchó Bilitis de Francis Lai o el movimiento lento del concierto para arpa y flauta de Mozart supo que había hecho solamente lo que le dictaban los sentidos. Siempre venía la tristeza después, las dudas, la mentira, la ira, Ia sensación de verse relegada a como be pasara a la Fontanges o la Agnes Sorel o Nell Gwynn. Pensaba para consolarse...y que diría Ia emperifollada Sabina Saboya, tan estiradita en sus actitudes como por Ia mano magistral del cirujano Fidel Morales? Tu hombre, ilustre nieto de un marinero sefardita, tu hombre Sabina, que cabalgó en el viento de mis contornos?

Una tarde. Luis Felipe, quizás reconociendo que la mancha azul nunca se va, y consciente de su propia mortalidad, le dijo a Juana qua quería huellas, cuentas, un nuevo juego de huellas digitales. Esa tarde. al llegar a casa me buscó, me tomó entre sus manos y me miró a las ojos. No me pidás eso, le quise decir, enfocando sus ojos grises con los míos tornasolados. Querés luchar.

Juana poco tardó en adjudicarse la tristeza por todo. Esa noche había una luna inmensa como las bolas de queso gouda que compra el marido de Juana para comer con uvas-que hombre más chancho- y ella sintió un ápice de piedad antes de decidir qué hacer con Luis Felipe. Yo estaba durmiendo ya antes de salir en ronda por los tejados cuando sentí unos ojos asomando detrás de la cortina opalescente .Cerré mis ojos y pude ver un torrente sanguíneo agitado, una figura ,una chispa navegando por venas y arterias, la gran explosión, como cuando los tanques estallaron en 1983 en aquel atentado en Corinto, y un corazón moraduzco contrayéndose en placer y dolor , las cuerdas vocales tensas, un elíxir de placer y luego solo una sombra. Como que alguien apagó las luces y a lo lejos la voz de una mujer.” Felipe...Felipe..”.Lejos, como envuelta en niebla, vi huir una figura, todavía con un asomo de sangre en su rostro.

Al día siguiente oí a Daniel, el marido de Juana, comentando con las hijas...Ese señor que hallaron muerto en el motel fue jefe de tu mamá. Murió en su falta de ley...Según las crónicas de los diarios, nunca pudieron dilucidar quién era la mujer que estuvo con él, y según parece la regia viuda, que se enfurecía con los comentarios chabacanes de su servidumbre, fue accidente. Pero los criados decían que el viejo murió enchufado como licuadora, a la que le pasaron un corrientazo de 220.
Miré a Juana a los ojos. Me devolvió la mirada, se encogió de hombros y fue a abrir una lata de salmón escocés para ponerme a cenar.Ni ella y ni yo hemos tenido paz, y luego los ignorantes dicen que solo el perro es el mejor amigo del ser humano..



Cuando se escribe en Miàcido Mayor




LITERATURA DEL GATO
El gato siempre ha sido la musa natural de hombre y mujer por igual Mi madre siempre se inspirò en nosotros y lo seguirà haciendo hasta que se palme y venga a residir en la inmortalidad. He asignado a mi bisnieto Selim II El Borrachìn para que cargue con la responsabilidad de recopilar todo lo que la lietartura mundial ha cantado al gato.No en balde muchos escritores geniales, como Tagore, Hemingway,Napurdalah, Guillermo de Aquitania,Juan Alejandro, Baudelaire, Borges, Lorca, Amado, Gabriel garcìa Màrquez y Twain nos han mencionado o dedicado obras enteras a nosotros, como en el caso de Poe con su Gato Negro.Poco a poco iremos añadiendo estas obras. Comenzamos con el francès que amò mucho a los miàcidos.
Si deseàis algún poema o relato en particular acerca de nuestras majestades, pedidlo a
cecilmundo@gmail.com y trataremos de complaceros lo antes posible, pues nos debemos a nuestros internautas. Quedàis con mi bisnieto Selim y sus selecciones.
Emperador Josè II de Habsburgo

Baudelaire nos ama




Charles Baudelaire
Traducciòn del francès de Cecilia

EL GATO

Ven, mi hermoso gato, cabe mi corazón amoroso;

retén las garras de tu pata,y déjame sumergir en tus bellos ojos,
mezclados de metal y de ágata.

Cuando mis dedos acarician complacidostu cabeza y tu lomo elástico,y mi mano se embriaga con el placerde palpar tu cuerpo eléctrico,

veo a mi mujer en espíritu.

Su mirada,como la tuya, amable bestia,profunda y fría,

corta y hiende como un dardo,y, de los pies hasta la cabeza,un aire sutil,

un peligroso perfume,flotan alrededor de su cuerpo moreno.


data de 1857.

EL GATO


A tal punto su timbre es tierno y discreto;

pero, aunque, su voz se suavice o gruña, ella es siempre rica y profunda :a

llí está su encanto y su secreto.

Esta voz, que brota y que filtra,en mi fondo más tenebroso,me colma cual un verso cadenciosoy me regocija como un filtro.


Ella adormece los más crueles males

y contiene todos los éxtasis;para decir las más largas frases,

ella no necesita de palabras.No, no hay arco que muerdasobre mi corazón, perfecto instrumento,y haga más noblementecantar su más vibrante cuerda.


Que tu voz, gato misterioso,gato seráfico, gato extraño,en que todo es, cual en un ángel,

¡Tan sutil como armonioso!(II)De su piel blonda y oscurabrota un perfume tan dulce,

que una noche yo quedé embalsamado,

por haberlo acariciado una vez, nada más que una.


Es el espíritu familiar del lugar;él juzga, él preside, él inspiratodas las cosas en su imperio;

¿No será un hada, Dios?

Cuando mis ojos, hacia este gato amadoatraídos como por un imán,

se vuelven dócilmentey me contemplo a mí mismo,veo con asombroel fuego en sus pupilas pálidas,claros fanales, vívidos ópalos,que me contemplan fijamente.


data de 1857


LOS GATOS


Los amantes fervorosos y los sabios austerosgustan por igual,

en su madurez,

de los gatos fuertes y dulces, orgullo de la casa,

que como ellos son friolentos y como ellos sedentarios.amigos de la ciencia

y de la voluptuosidad,

buscan el silencio y el horror de las tinieblas;

el Erebo se hubiera apoderado de ellos para sus correrías fúnebres,

si hubieran podido ante la esclavitud inclinar su arrogancia.

Adoptan al soñar las nobles actitudesde las grandes esfinges tendidas en el fondo de las soledades,

que parecen dormirse en un sueño sin fin;

sus grupas fecundas están llenas de chispas mágicas,y fragmentos de oro,

cual arenas finas,chispean vagamente en sus místicas pupilas.

data de 1847

ALGO



Sicopompos (ALGO)
Todos los factores estaban ahí: fuiste vos quien decidió engavetar toda tu andadura de detective práctica, nadie más que vos quien obvió sus instintos básicos de investigadora, ninguna otra más que vos quien creyó a pesar de tu experiencia de vida que todo cuento tiene final feliz. Traías el kismet para el final de nuestro encuentro desde los genes de tu antepasado loco quien desenterró a su tercera mujer para coronarla, o desde que huíste espantada ante el brioso ímpetu amoroso de aquel argelino quien a pesar de ser descendiente de Abderrhamán III jamás pudo inspirarte otra cosa que un nacatamal sentimental de asco con lástima. Ya esto era historia antigua, y no encuentro yo ahora piso ni techo para este edificio de culpas que me dejás caer encima. No señora mía, no acepto que me echés el muerto de tus calambres cotidianos, los espasmos dolorosos de volverte más sabia, las neuropatías que te trae el parecerte cada vez más a tu amado Nicolás Maquiavelo a quien tanto admirás. Todas las circunstancias fueron como sicopompos, avisando de mi inminente partida, pero a vos no te dio la regalada gana reconocerlos como tales. Vamos a ser analíticos, a como vos afirmás que te gusta ser, aunque yo creo que jamás en la historia del mundo ha habido alguien como yo que pueda desmenuzar esta escala de enredos y desencuentros entre vos y yo.
Cuando te conocí, a pocas horas de mi arribo a este valle de lágrimas, tenías ya la vida complicada porque estabas casada y eras madre de una niña prodigio. Te habías solidificado en tu aspecto de matrona a prueba de tentaciones, y apenas tendrías tiempo y espacio para mí. Curioso que fue tu esposo quien me aceptó primero. Vos misma solías decir que el que demasiada belleza anda encima, suele cojear lamentablemente del otro pie. Cierto. La mayor parte de los bellos son estúpidos, pero en mi caso el talón de Aquiles era mi quebradiza salud. Si hubiera sido estúpido no estuvieras escribiendo esto por órdenes mías. Y bien, yo pasaría más tiempo hospitalizado que andando, pero cuando estaba bien yo lograba hacerte reír como nadie. Habías hallado a la yunta perfecta sin tener que casarte con ella. Amor ideal, aunque parezca mentira. Predestinados a un eterno affaire au trés petit sérieux. Te llevabas bien hasta con mi madre, quien a menudo te piropeaba por tu buen gusto por las faldas largas, modestamente cubriendo tus piernas con una pléyade colores cuyos nombres solo vos los sabías en francés.
El primer sicopompo apareciò arriba del árbol de mango en forma de un aleteo invisible pero que sonaba un poco como el inicio de uno de los movimientos del poema sinfónico El Mar de Claudio Debussy. Nunca supiste qué era, yo quise saberlo mientras me quedé esperando que regresara mi mamá, porque no me percataba de lo súbito que es el zarpazo que da la garra translúcida de la muerte. Lloraste por mi madre muerta, fuiste a su sepelio, pero nunca le echaste tierra encima del jardín fértil de tu memoria. Ahí sigue en capilla ardiente, de cuerpo presente, porque ustedes los ateos por no creer en una vida luego de la muerte están condenados a no tener consuelo y a dejar insepultas las ascuas de sus muertos. Por eso te repito lo que decía el general Tacho Somoza Debayle, estamos jodidos todos ustedes! El palo de mango sería un sicopompo más, porque cuando te mudaste de casa ahí estaba otro palo de mango, y ahí estaría anidado mi kismet de partida.
A veces, en las noches cortas en que tu columna rota comienza a bailar al ritmo de esa atrocidad llamada El Gato Volador de Mr.Chombo, te preguntás si la geografía hubiera cambiado el final del asunto. Yo insisto, no es para consolarte, fijáte que no. Todo hubiera sido igual. Un día, mucho antes que gritaras al verme echar una enorme cucarachota aleteante encima del delicioso kimchi que preparabas para la Nochebuena, pero después que capturases una mirada gélida en la pupila oscura de tu esposo, tu hija dijo haber visto algo en el palo de mango del traspatio. Algo, con unos ojos como carbones encendidos y forma difusa, pero ella sospechaba que era redondo y tenía pelo pero no nombre.
Este algo sería un sicopompo más en la larga cadena de peldaños hacia la despedida. Antes de mudarte de casa, a los árabes les dio por vengarse del largo intervencionismo gringo y les zamparon dos aviones en las torres gemelas de Nueva Cork, y creíste ver la cara del diablo en la humareda de uno de los edificios antes que la torre colapsara. Lloraste a solas allá en tu aula de clases por los perros de rescate que fallecieron en cumplimiento del deber. Vos poco llorás por los humanos, quienes marchan a la guerra porque son estúpidos como ellos solos, sobre todo los hombres. Poco más de 40 días después del atentado del 11 de septiembre del 2001 te habías tenido que servir un tazón de lágrimas cuando tu socio murió de un pedo atravesado, sí, lo siento, eso fue, aunque el acta de defunción dijera que fue un ridículo dengue hemorrágico, pero la realidad es que Tiberio se murió con un pedo atravesado en el corazón después de pelearse con vos y hasta haberte lanzado un vaso de agua allá en el hospital, preso de la desesperación porque vos nunca tuviste tiempo para él, ni para nadie. Murió tan arrecho que luego soñabas que él venía, te rascaba tus malolientes pies de iguana y te amenazaba que iba a matarte a alguien que mucho quisieras para desquitarse que nunca le diste ni un pellizco de atención.
Entre una y otra cosa estaba mi mala salud, los sobresaltos constantes para mantenerme vivo, las prisas en fin de semana permitiendo que el lépero del galeno con ojos de chulo y voracidad de lobo te dejara sin un centavo ni para el destartalado bus, el miedo constante, la mirada fija en mi caja torácica(estás durmiendo amor, o no respirás apenas, criatura?), y siempre en las noches sin luna, la sombra, ese algo peludo, de ojos encendidos y con olor acre en el árbol de mango del patio, ese hálito a presentimiento de lo fatal sin poder hacer nada para espantarlo y lanzarlo lejos a que fuera a joder a otro lado.
Una cosa tenés que reconocerme, sin embargo, a pesar de tanto que te hice sufrir. Yo te enseñé a amar sin egoísmos, a valorar los pocos momentos alegres que da la vida, aunque estuvieran rodeados de penas que eran campeonas en natación. Me perdonaste desmanes, como cuando en arrebatos de rabia rompía todos tus perfumes-y no seás fachenda diciendo que todos eran franceses-o te arruinaba algún vestido cuando ya estabas emperifollada para salir. Te desternillaste de la risa cuando casi rompo la pantalla de tu televisor mientras mirabas un especial de la II Guerra Mundial y le di un puñetazo al cañón de sepa judas cuantos milímetros que apuntaba amenazante desde el nunca jamás. Lo peor fue cuando me cagué en tu lavamanos, no lo hice por ofenderte, no sería la única vez que un macho hiciera algo semejante, vos misma contaste que el Che Guevara siendo cipote se cagó arriba de un piano (y no faltan los derechistas que digan que luego embarró de ñaña a toda Cuba) pero ustedes las hembras, qué cosas no le aguantan al macho cuando están locas por él? Ni a tu esposo le aguantaste las cosas que soportaste conmigo, pero ahí estabas, y solo mirabas a este pelirrojo y la sonrisa te partía la cara redonda como un machete destapa una jugosa sandía en verano.
Pero estaba el algo, ese algo sin nombre, en el palo de mango. Cómo le llamaste al algo…Azrael, el Jinn, el Dybbuk o el Desolado?Como que desolé, Desolé,madame, il est mort! Madame s´est meurt, madame s´est meurt gritaron las criadas cuando se palmó la infiel cuñada de Luis XIV en plena juventud, empachada y tras habérselas pegado a su maricón marido Felipe. El Triste, como la canción del bolo José José?
Nunca te dignaste aponerle nombre, ni cuando un 20 de abril, antes que pudieras probar bocado y salir a darle clase a un gordiflón koreano con cara de piña y total inmunidad en cuanto al aprendizaje, esa silueta siniestra se me metió en el cuerpo y no quiso salir. Me fui dando gritos, porque ya estaba enamorado de la vida, y entusiasmado con las travesuras que te iba a hacer. No alcancé a recibir ayuda médica, me morí camino a una clìnica, en el semáforo frente a un asqueroso mall capitalista, en el lento semáforo que luego la alcaldía convirtió en rotonda con una escalera de escultura para justificar el saqueo del erario. No morí en tus brazos, sino que mi último aliento lo absorbió tu esposo al quedar yo en su regazo. No había más que hacer. Quisieron plantar una rosa roja encima de mi tumba pero hasta para eso fuiste un fracaso, pues la mata por la que hizo viaje tu familia entera a un vivero en la carretera vieja a León la descachimbó a mordiscos una voraz perra que tenías y el resto fue comido para la cena por un agresivo ejército de zompopos más efectivos que los soldados aliados del Desembarco de Normandía donde estuvo tu papá y tres hermanos suyos más.
El algo siguió apareciendo nuevamente a ratos en el palo de mango, y cuando mi viuda murió en una efemérides más de la Noche de los Cuchillos largos, quisiste pensar que ese sicopompo del dolor reaparecía para echarte a llorar de nuevo. Nunca creíste que venía por vos. Desde el momento en que estoy usando tus manos y un teclado electrónico para escribir este relato a través de vos, es obvio que no te has muerto. Pero te esperaba un calvario de sufrimientos, y a veces me echás la culpa de haber quedado diabética a los 43 años. No es justo. Tu genética y tu muela voraz trituradora de millardos de caramelos mientras estudiabas tienen la culpa, no yo. Y no fue que Tiberio viniese por mí para vengarse de tu indiferencia, nadie te quitó a este macho que aún te ama. Al morirme, pasé a ser únicamente de tu propiedad, aunque Abraham Lincoln haya emancipado a los esclavos en 1864 y el zar Alejandro II haya soltado a los siervos en Rusia en 1861. Sigo siendo esclavo de tu prodigiosa memoria historiadora, sigo siendo el sirviente de esa máquina del tiempo en la cual me atrapaste, y si de veras confesás todo por escrito, no olvidés poner que en la noche, cuando ya tu esposo duerme como olla de nacatamales roncando a tu lado, yo llego y sentís que algo-pero no el algo del palo de mango- pasó por tu costado dejando una sensación tibia de pelo rojo y un ligero ronroneo. Porque en realidad nunca me he ido, y aunque sintás un nudo de garganta como si te comiste un burro muy gordo con todo y albarda y se te pegó en el gaznate, cuando leés a Tagore (¨el niño se ha ido, ya no está su cuerpecito…¨) o cantás sin que te oigan el Angelito de la Violeta Parra(a dònde se fue su gracia, a dònde fue su dulzura, por qué se cae su cuerpo, como una fruta madura?¨), yo sigo siempre al pie de ese cañón que has sido para mí desde que nací.
El algo de aquel palo de mango y otros sicopompos que te anunciaron que yo sería breve en la realidad pero eterno en el recuerdo quedaron a la zaga, desperdigados pero latentes. Solamente la pequeña dosis de glibenclamida y metformina en la mañana te recuerdan que la diabetes vive en tu organismo, pero yo no te la di. Hoy gravito en la nada y te uso de escritor fantasma. Es lo menos que podrías hacer por mí, y desde la foto que adorna el pasillo, donde estoy espléndido en el trono de alegría casera que yo ayudé a construir, te sugiero nada más que sigás adelante, mujer. Y tengo de buena fuente, a como dicen los buenos periodistas y no los mercenarios de la información y las ventajas sucias, que algún día nos volveremos a encontrar. Si de alguien jamás podrás escapar es de mí, tu gato pelirrojo y peludo que solo vivió 13 meses, 13 días y casi 7 horas, tu gato del imperial nombre de José II de Habsburgo, quien no quiere que lo ridiculicés llamándole angel de la guarda porque algo estará siempre escuchándote y con los sicopompos del adiós nunca se juega. Pero para mientras vas aprendiendo con qué cosas se juegan y con cuáles otras no, aquí estoy. No soy un fantasma pues no existen. Mirá más de cerca, me tenés cargado. Si, regresé dentro del cuerpo de tu gato al que le pusiste mi mismo nombre, retorné en la forma de mi propio bisnieto, porque la gran desgracia tuya es que creás adicción, peor que la Cocacola que ya dejaste.


Cecilia Ruiz de Ríos, 16 de febrero del 2006.

Presentando la secciòn de cuentos





CUENTISTICA ORIGINAL es la secciòn que he asignado a mi bisnieto Xepe Koko II de Habsburgo, heredero de mi sagacidad, frondosidad y erudición. Entre èl y yo fuimos honrados por nuestra madre humana con el cuento SICOPOMPOS, que es con el cual comenzamos la secciòn de cuentìstica en este blog. Poco a poco se iràn sumando las producciones cuentìsticas de nuestra madre. quien escribe relatos oficialmente desde 1992.Ahora pasad adelante a la secciòn de mi precioso bisnieto Xepe Koko, a quien vemos acà en todo su esplendor.

Emperador Josè II de Habsburgo, anfitrión del blog.