Emperador José II de Habsburgo

Emperador José II de Habsburgo
Al volante de la Máquina del Tiempo

Adelante internautas

Yo soy el Emperador José II de Habsburgo, gato quien gobierna desde el éter a su madre humana, la historiadora nicaragüense Cecilia.Hoy que se cumplen 6 años de mi ingreso triunfal al paraìso gatuno,donde fui coronado como emperador, mi madre hizo este blog en honor a mi memoria. Aquí voy recopilando el trabajo de mi madre en tres categorías: temas de la historia, personajes célebres y su obra cuentística y filosófica. Cualquier pregunta que deseen aclarar, tenéis el email cecilmundo@gmail.com para hacerlo. Ahora, a servirse la mesa.Bon appetit! Emperador José II de Habsburgo

Emperador navegando en su máquina del tiempo

Emperador navegando en su máquina del tiempo
en brazos de mi partera

domingo, 11 de mayo de 2008

los sudores de la espada de Ayub


LOS ENTUERTOS Y ENREDOS DEL TRONO OTOMANO
Cecilia Ruiz de Ríos
Les haya gustado a los cristianos de Europa o no, la dinastía osmanlí(otomanos) de Turquía fue la familia que más tiempo estuvo en el poder(641 años), y aunque comenzaron humildemente con el primer Osman en 1281, fue su destino llegar a momentos de grandeza y esplendor en manos de sultanes tan memorables como Bayaceto I el Rayo, Mehmet II, Selim El Adusto y el incomparable Solimán El Magnífico. Sin embargo, entre los otomanos hubo genuinos monstruos como Ibrahim el Desquiciado o Abdul Hammeed (con quien el imperio se desmoronó tras la I Guerra Mundial en 1919), sin olvidar que aunque las mujeres eran ciudadanas de segunda, hubo reinas de gran talante como Kosem, Turhan Hadice, y Khurrem.
El primer sultán que se encontró con serios tropiezos en su vida fue Bayaceto I el Rayo, llamado así por la velocidad con que atacaba a sus enemigos en el campo de batalla. Era un pelirrojo alto de ojos grises, guapísimo y gran poeta, pero la vida le jugó malas pasadas en el amor y en la guerra. Su matrimonio con Olivera Lazarevic, la brava hermana del serbio Stefan Lazarevic, fue un eterno pozo de miel y hiel ya que la mujer le salió más endemoniada que una gata con rabia. Para colmo en 1403 le tocó ser vencido en las afueras de Angora por el cruel Tamerlán, y el tártaro se dio el gustazo de llevárselo preso. Fue tanta la desesperación de Bayaceto al ver a sus tropas masacradas, a su lugarteniente y dicen las malas lenguas con la mía a la cabeza también amante Zuleika desollada viva, y sus riquezas malgastadas que le agarró un ataque de histeria estando preso, y se suicidó estrellando su bella cabecita contra los barrotes de su celda, dejando los sesos regados por el piso.
Otro gran guerrero sería el sultán Mehmet II, quien a pesar de haber sido visto como pariente pobre por su papi porque era hijo de la sirvienta, pronto logró que el destino le sonriera cuando sus hermanos mayores murieron y su padre tuvo que cifrar sus esperanzas en él. Este exquisito hombre, quien hablaba varios idiomas y gustaba de la filosofía y la jardinería, sería quien acabara con el imperio bizantino al conquistar Constantinopla a mediados del siglo XV. Recordando sus largas horas esperando ser tomado en cuenta por papi, tuvo la macabra idea de promulgar una ley mediante la cual se especificaba que todo sultán al ser ungido con la espada de Ayub debía mandar a matar a todos sus hermanos varones para que no hubiera guerra civil al acceder al trono.
Esta ley fraticida estaría en vigencia durante buen tiempo hasta que fuera sustituida por la ley de la jaula, mediante la cual se omitía el fraticido pero se mandaba a los hermanos del sultán a vivir confinados el restos de sus vidas en una jaula. Al morir Mehmet II el Conquistador, quedaba en el trono su hijo Bayaceto II, un hombre muy sonriente, pacifista y buen poeta y jardinero. El blando corazón de este hombre lo metería en semerendos clavos, ya que dejó escapar con vida a su hermano Djem-quien luego le pagó muy mal-y permitió que sus esposas se riñeran entre sí hasta el punto que una de ellas le asesinó al heredero habido con la primera consorte.
Djem tras reinar brevemente fue depuesto por los genízaros, el cuerpo élite otomano, y Bayaceto Ii pudo derrotar a su hermano en la batalla de Yenisehir. Djem tras huir a Egipto regresaría nuevamente a darle camorra a Bayaceto II con la ayuda de los mamelucos. Djem no dejaría de dar guerra ni estando en Europa refugiado, y dicen las malas lenguas que contando con la ayuda del papa Alejandro VI Bayaceto II mandó a envenenar a Djem por fin. Para entonces, Bayaceto II había dado demasiadas muestras de ser un blandengue y tras un ataque de apoplejía, su hijo Selim lo depuso para quedarse con el sultanato.
Selim I, llamado el Justo al inicio de su reinado en 1512 y El Adusto después de convertirse en un soberano arrogante, resultó ser un gran conquistador. Guapo, buen joyero, excelente cocinero y gran soldado, en 1514 aplastó una rebelión. Inició bien el año de 1516 derrotando a los mamelucos para poderse comer Egipto, y poco después Selim se vio reconocido como el primer califa otomano. Desafortunadamente Selim sucumbió a las úlceras y cáncer gástrico en 1520 tras haber decapitado a varios de sus mejores oficiales gubernamentales.
Con Solimán el Magnífico, primogénito de Selim I, el imperio otomano llegó al apogeo de su poderío y fastuosidad. Este hermosísimo chele de ojos claros no solo era perfecto físicamente, sino que poseía una inteligencia envidiable y un carácter multifacético. Buen soldado, excelente jardinero, gran calígrafo, eximio poeta, buen cocinero, amante de los niños y los animales y uno de los más sabios diplomáticos de la historia. Sin embargo, Este dechado de virtudes no fue feliz en su vida personal.
Enamorado inicialmente de una princesa de Bagdad(Mahi Debran Gulbehar) con quien tuvo a su hijo mayor, pronto cayó en las garras de una intrigante pero bellísima chela rusa llamada Roxelana, quien tras convertirse en su segunda consorte con el nombre de Khurrem, habría de deschincacarle la vida por completo. Khurrem hizo exiliar a su rival Gulbehar y luego intrigó para asesinar al hijo de ésta. Khurrem por su parte tuvo varios hijos de Solimán, entre ellos Selim II El Borrachín, quien heredó el trono en 1566 al morir su atribulado papi. La influencia de Khurrem se hizo sentir a lo largo de la dinastía , ya que otras dos mujeres tendrían enorme poder tras el trono. Como madre de sultán, la griega Kosem llegó a ser una dictadora tras el trono de sus hijos Murad IV e Ibrahim I el Desquiciado.
Ninguno de sus hijos se atrevía a contradecirla, pero Ibrahim sin querer habría de conseguir a quien la pusiera en su lugar. Ibrahim se enamoró de una preciosa pero dominante rusita llamada Turhan, y la enemistad entre nuera y suegra fue enorme, a tal punto que Turhan para sacársela del pelo la hizo asesinar cuando Kosem ya era una venerable pero nada inofensiva ancianita de 80 años.Turhan Hadice a pesar de ser la mami del sultán Mehmet IV gozó por un rato de su poder, pero en sus años de vejez tuvo que huir de sus lujos para poder conservar cuerpo y alma juntos.

Clase de chispas!


LOS ENCUENTROS Y ENCONTRONAZOS MAS CELEBRES DE LA HISTORIA
Cecilia Ruiz de Ríos
Cuando le di la mano en una tienda a mi gran ídolo del boxeo el exquisito negro Cassius Clay (Muhammad Ali tras su conversión al Islam), el estómago se me puso helado y no quería lavarme la mano nunca más, siendo éste el encuentro que más atesoro en mi memoria de mis tiempos de estudiante. Poco después, al conocer al mundialmente famoso citarista hindú Raví Shankar, él nos comentó a varios estudiantes que se había sentido con el corazón como corcel a mil al darle la mano a nada menos que al gran guitarrista español Andrés Segovia. Los encuentros entre famosos tienen una magia especial, pero es un consuelo saber que no solo los silvestres y plebeyos anónimos como yo sentimos que la adrenalina se nos alborota en la presencia de alguien como Joaquín Rodrigo o Gabriel García Márquez.
En la historia, algunos encuentros se han convertido en encontronazos. El que sostuvo Ma. Antonieta, reina de Francia por su casorio con el soso Luis XVI, con la plebe fue fatal pues el odio saltó a primera vista cuando la reina expresó despectivamente "si el pueblo de París no tiene pan para comer, pues que se harten tortas!" El destino habría de destinarle a la arrogante y estúpida Ma. Antonieta un buen encontronazo con la guillotina, en el cual la odiosa chele fue la que más perdió(¡la cabeza!)merced a un filoso tortazo. Curiosamente Ma. Antonieta, en su remilgada infancia como archiduquesa allá en Austria, sostuvo un encuentro tierno con el músico Wolfgang Amadeus Mozart siendo ambos chiquitos. Resulta que le emperatriz Ma. Teresa de Habsburgo, mamá de Ma. Antonieta, había invitado al chico prodigio que era Mozart entonces a tocar al palacio. Al bajarse del piano, Mozart se cayó y se chimó la rodilla, estallando en poco musical llanto.
Ma. Antonieta corrió a levantarlo y a besarlo, calmando el dolor a besos. Mozart, agradecido, le prometió que siendo mayor se casaría con ella para tener una esposa dulce...Si este encuentro hubiera tenido mejor futuro, no creen que Ma. Antonieta se hubiera capeado de ceder su hueca cabecita como reina de Francia a la guillotina siendo feliz con el alegre Mozart?
Mozart estaba destinado a protagonizar un encuentro frío con su sucesor musical, Beethoven. Mozart ya estaba bastante enfermo y cargado de deudas cuando le presentaron al joven Beethoven, y tras oírlo sin mucha atención por un rato, Mozart "salió de ese maiz picado" rascándole la piojosa cabeza a Beethoven comentándole distraído "algún día vas a hacer bastante ruido en el mundo". La profecía de Mozart se cumplió a cabalidad.
Dos famosos generales estaban destinados a ser rivales desde el primer día que se vieron: el gringo George Patton, eximio tanquista y personalidad controversial por sus "lunas", y el inglés Bernard Law Montgomery, de quien se reía Patton porque el narigudo inglesito siempre andaba una Biblia debajo del sobaco. La rivalidad entre estos dos genios militares habría de estallar en la Segunda Guerra Mundial cuando Montgomery cayó primero en la invasión de Sicilia mientras Patton aún se sobaba las nalgas de la regañada que le pegó su jefe Eisenhower-después que tuvo un encontronazo violento con un soldado que se había automutilado para evitar ir al frente de guerra( Patton lo había cacheteado y el escándalo había sido a nivel mundial.)
Entre músicos, cualquier cosa puede pasar. Franz Liszt no sólo era célebre como pianista y compositor, sino también como faldero y mecenas de artistas cuando Pedro Ilitch Tchaikovsky, el homosexual que muchos consideran ha sido el mejor compositor ruso de todos los tiempos, se expresó muy mal de él."Es un viejo hipócrita, azucarado y arrastrado que me da alergia", dijo irritado Tchaikovsky de Liszt. Claudio Debussy ya era todo un compositor célebre como padre del impresionismo musical cuando se le acercó un joven ruso trompudo que acababa de estrenar su obra El Pájaro de Fuego, Igor Stravinsky.
Stravinsky le pidió opinión sobre su ballet y Debussy, tras rascarse la barba, le dijo sin mucho entusiasmo,"Ay, mi muchachito, qué quiere que le diga...pues por algo se empieza..." guardándose las ganas de mandar al rusito a estudiar astronomía o a sembrar papas.
Sin embargo, no todos los encuentros entre músicos fueron tan desagradables. Juan Brahms, máximo sinfonista alemán tras la muerte de Beethoven, se moría por conocer a otro Juan: Juan Strauss hijo, rey del Vals. El gordo y barbudo judío Brahms se fue a Viena a buscarlo, y cuando se sentaron a hablar Brahms y Strauss charlaron como viejas loras en guanacaste. Brahms lo abrazaba y lo alababa-cosa rara en Brahms que siempre le hallaba pelo a la mejor sopa-y al partir, Brahms le puso como autógrafo las primeras notas del célebre Danubio Azul de Strauss, firmando, desafortunadamente no de la pluma de su eterno admirador, Juan Brahms. Cuando Brahms murió, el rey del vals-quien habría de seguirlo al más allá poco después- se atacó en llanto en público.
El encuentro en París entre dos famosos escritores norteamericanos, Scott Fitzgerald y Ernest Hemingway, parece un mal chiste. Resulta que Scott-autor del Gran Gatsby-andaba el ego muy abollado pues su mujer Zelda (en medio de su affaire con el aviador francés Jozan) le había gritado que sus menudencias eran más chingas que las de un ratón anémico. Scott acabó haciendo confidencias a Hemingway en medio de una mesa de tragos. El machazo de Hemingway, condolido por su nuevo amigo, se lo llevó al baño de varones para comparar sus partes nobles con las de Fitzgerald en un afán de quitarle el complejo de liliputiense sexual que andaba cargando el pobre Fitzgerald.
Uno de los encontronazos más aparatosos fue el del feo y brillante literato inglés George Bernard Shaw con la casquivana, poco sesuda y bella danzarina gringa Isadora Duncan, considerada madre de la danza moderna. La Duncan se le acercó contoneándose como gacela en celo a Shaw, proponiéndole cama desde el primer momento al decirle que un hijo de ambos sería perfecto si salía con el genio de Shaw y la belleza de ella. Shaw, a quien no le gustaba que le recordaran lo feo que era, le repostó,"Agradable propuesta, señora, pero va y cae la desgracia que el bebé sale con su cerebro y con mi cara, no sería una tragedia?"
Pedro I, llamado el Grande, fue un zar muy curioso. Quiso occidentalizar y civilizar a su amada Rusia a como diera lugar, y emprendió varios viajes a Inglaterra, Francia y Holanda para traer lo mejor de regreso a casa. En Inglaterra quiso saber cómo funcionaba la Casa de la Moneda, y tuvo la suerte que en ese entonces el que estaba a cargo de esta entidad era Sir Isaac Newton, con quien trabó una entrañable amistad que le llevó a numerosas cartas. Una vez en Francia, el gigantesco y espontáneo Pedro fue atendido por el hermosísimo duque de Orléans Felipe de Borbón, un multifacético hombre que amaba la ópera, las artes, las ciencias y cocinar.
Desde el primer momento, Felipe y Pedro simpatizaron y Pedro le propinó un cariñoso manotazo en la espalda al duque que casi lo deja sin pulmones. Cuando Pedro quiso ir a "aliviar el vientre", casi se desternilla de risa al ver que su edecán Felipe lo llevó a un taburete alto con bacinilla llamado chaise percé. Pedro estaba acostumbrado a defecar tras cualquier arbusto y usar las hojas para limpiarse sin importarle quien estuviera mirando, y Felipe habría de anotar en sus memorias que el zar poseía el trasero más sonrosado que jamás hubiera visto en su vida, añadiendo que al sentarse en la silla el zar casi la quiebra por su peso. Pedro y Felipe, al amparo de la buena primera impresión, se cartearon por el resto de sus vidas.


y a la cabeza ahora marcho yo


LOS ESTRAFALARIOS Y KITSCHS MAS COLORIDOS DE LA HISTORIA

Cecilia Ruiz de Ríos

Recientemente me di cuenta de cuán afortunada soy de ser la única mujer en Nicaragua de tener una “guardiana plenipotenciaria del escote” y una CPF dedicada solo a que la minifalda no se me suba mucho, lo cual me hace vanagloriarme del gusto por lo exótico, lo kitsch y lo raro en la vestimenta que comparto con grandes personajes de la historia. Los siguientes personajes jamás cabrían en una lista a-lo-Vanidades de “mejores vestidos”, pero sus méritos, integridad y cerebro brillante siguen siendo la envidia de los que supuestamente son los árbitros del gusto en la moda y la modestia.
El desfile de estrambóticos lo vamos a comenzar en Roma con Cómodo, el bellísimo pero perverso emperador que sucedió a su padre por afecto pero no por genes Marco Aurelio. Vestíase de mujer o de imitación de Hércules, pero de todas maneras se veía fabuloso, aunque para reinar fue el epítome del desastre. Pero seguramente que muchas chicas de blazer o señores de corbata cambiarían sus tiesas vestimentas en un santiamén por tener las cuotas de poder y riqueza que Cómmodo ostentó en su breve vida. No se le quedaba atrás el emperador adolescente de origen semita Heliogábalo, quien se vestía de sedas vistosas para ir a adorar una extraña piedra negra fálica que hizo llevar a Roma como representante del dios Baal. Procopio, durante el Imperio Bizantino, se debe de haber muerto de envidia codiciando las ricas vestimentas y joyas extravagantes de la emperatriz Teodora, quien para colmo antes de ser coronada como consorte de Justiniano, fue meretriz. Teodora usaba unos collares gruesos de oro como para amarrar leones, y muchas veces incluía flores exóticas y frutas en sus tocados.
En la Edad Media, el rollizo y talentoso Guillermo de Aquitania, primer gran trovador de la Francia medieval, se vestía con colores tan alborotados que hasta los animales se volteaban para verle pasar. Incluso al escoger escudo para irse en una cruzada, Guillermo pintó en su arma a su mujer desnuda, alzando cejas de los hipócritas y partiéndose de la risa a como yo lo hago ante los gazmoños. Gateau, el gato Manx predilecto del trovador, acompañó a su amo a la cruzada en una canasta adornada con cintas y flores, e iba ataviado con unas bombachas multicolores. Juana de Arco, la cuaca y analfabeta campesina lorenesa que salvó el honor de Francia durante la Guerra de los Cien Años, inicialmente fue tildada de “locaria” por las nobles cuando optó por irse a la guerra enfundada en pantalones y camisas masculinas. Incidentalmente, Juana al ser quemada por la iglesia en Ruán escuchó entre sus acusaciones de herejía y brujería que “esas vestimentas raras” mucho la comprometían, convirtiéndose por ende en la primera kitsch involuntaria en la historia en morir por andar la indumentaria equivocada! Lo malo es que la misma iglesia ostentó entre sus filas a un estrafalario de cuidado: Rodrigo Borgia, más conocido como el papa Alejandro VI. Este señor que fue papi de Lucrecia Borgia a menudo se ataviaba de mujer para asistir a sus orgías, y dormía con un camisón de seda con rosas bordadas que le regaló Djem el refugiado otomano a quien acabó envenenando posteriormente.
Vlad Drácula, gran patriota rumano y nunca vampiro ni conde ni nada por estilo a pesar de la mala fama que le crió el borracho Bram Stoker, usaba enormes adornos de pedrería y sombreros raros para irse a batallar contra los otomanos. Dado que era guapísimo, aún así lograba verse bien. El loco sultán otomano Ibrahim I tenía pasión por las pieles, joyas y perfumes, y solía untarse las bellas barbas castañas con litros de almizcle para luego ostentar enormes prendedores de brillantes y rubíes en ellas. Un poco más moderado que Ibrahim I, pero siempre vanidoso y bello fue el gran constructor del Taj Mahal, el emperador mugalo Sha Jehan, quien no solo ostentaba tantas joyas en su persona que era un milagro que lograra caminar del todo con ellas puestas, sino que se dio a construir el famoso Trono del Pavorreal. Tristemente, este trono fue robado por el cruel y loco Nadir Sha de Persia, quien también era tan kitsch que a veces llevaba hasta 4 chaquetas puestas una sobre otra.
Pedro I, gran zar de Rusia, les pareció horriblemente kitsch a los boyardos cuando se le metió en la cabeza occidentalizar a Rusia hasta en la vestimenta. Hasta entonces los hombres nobles de este imperio habían andado con enormes melenas, barbas hasta las rodillas y unas túnicas oscuras que daban miedo. Pedro El Gran incluyo puso una tarifa de impuesto a ser pagada por aquellos que quisieran andar a la antigua, pero como la clase adinerada generalmente es la más tacaña y quejumbrosa, los pobres peludos acabaron poniéndose pantalones y quitándose todo el pelaje de la cara.
La vestimenta de la bella pero frívola Ma. Antonieta de Habsburgo, reina de Francia por su boda con Luis XVI, dio en qué hablar incluso hasta la madre de ella, la serena y juiciosa Ma. Teresa de Austria. La emperatriz de Austria reñía a menudo a su hija porque Ma. Antonieta despilfarraba en vestidos cursis y sombreros gigantescos con plumas, flores y cristales. Antes que ella, otra reina había soltado las lenguas en París durante una visita a Luis XIV:la monarca sueca Cristina. Cristina, quien de por sí era chela y fea y muy imbañable, andaba ataviada como si su peor enemigo le seleccionara la ropa. Sin embargo, el intelecto de Cristina era fuente de suspiros, envidia y admiración dado que era la erudición personificada.
En el siglo XIX, dos gringos con extrañas vestimentas soltaron las malas lenguas. George Armstrong Custer, quien primero se cubrió de gloria durante la Guerra de Secesión y posteriormente de fango y sangre india inocente, mostró que para ser buen militar no hay que conservar el porte y aspecto en el uniforme. El bello pero cruel chele usaba pañoletas extravagantes, sombreros raros y un mostacho engominado espantoso, y con esa pinta tan particular se le recuerda como uno de los mejores militares de la historia, a pesar de que en 1876 los indios acabaron con él en la Batalla de Little Bighorn. El otro gringo estrafalario fue el genial periodista empírico y poeta Walt Whitman, quien fue uno de los primeros ciudadanos que usó los jeans de Levi Strauss cuando esa indumentaria solo se la ponían los mineros. Whitman usaba un sombrero viejo, camisas arremangadas hasta el codo y jeans ajustados con sandalias viejas aunque las chismosas del barrio y los catedráticos de leva lo miraran feo...quizás porque ellos no tenían tamaña sesera!
A finales del siglo XIX, un hermosísimo y genial gay irlandés fue criticado por sus vestimentas y gustos en la comida: Oscar Wilde. Alto, fornido y extravagante, se miraba bien aún con trajes estrafalarios, y sus recetas de sopas y ensaladas inicialmente ocasionaban rechazo...y luego adicción. Pero como ser distinto es pecado, sobre todo en sociedades hipócritas, su “suegro”(padre de su amante Bosie)logró meterlo a la cárcel solo por tener distinto gusto a la hora de hacer el amor.
Alejandro Scriabin, pianista, compositor y donjuán ruso, solía coleccionar sombreros y dicen las malas lenguas con la mía a cargo del desfile que hasta dormía con los sombreros puestos. Este extravagante imitador pálido de Chopin para colmo tuvo ideas de proclamarse el Mesías de una secta y cuando llegó de gira a los Yunáit con su amante Tatiana(ya bien pipona), los gringos casi lo sacan a patadas. Scriabin era siempre seguido por un coro de niños que le hacían burla cantando estribillos del Viejo del Sombrero.
Albert Einstein, considerado uno de los grandes genios de la ciencia y padre de la teoría de la relatividad, odiaba la elegancia y nunca se peinaba. Andaba con los zapatos destapados y los suéteres manchados.No por eso era menos genio.
Frida Kahlo, la mejor pintora latinoamericana, gozaba ataviándose ricamente con ropajes típicos de México, y debido a su bello rostro llamaba la atención por donde pasara. Yukio Mishima, gran novelista gay quien se suicidó en público en 1970, también vestía de forma estrambótica. El nipón adoraba los trajes de la época de los shogunes y su gusto por lo raro incluso le llevó a suicidarse en público en una explosión de exhibicionismo.
Exóticos? “Qué asco?” Qué dicen sin embargo de sus valiosos aportes? O de veras hace el hábito al monje?

el estoico por excelencia


SABIO, JUSTO, INCOMPARABLE: MARCO AURELIO
Cecilia Ruiz de Ríos
“Este libro te vendrá de perlas” me dijo con una gran sonrisa mi
profesor de inglés James Martin en uno de los pocos momentos felices de mi atribulada secundaria. Era “Las Medita­ciones” del gran filósofo estoico y empera­dor romano Marco Aurelio. Apenas abrí el libro, fue amor al primer mordisco. Luego, cuando fui a Roma, pasé un rato platican­do con su estatua aunque me vieran como loca.

Marco Aurelio Verus era español, nacido un 26 de abril de 121 de la era cristiana en una distinguida familia. Su papi fue Annio Vero y su madre Domicia Lucilla. Su abue­lo había tenido una notable carrera política durante el reinado de otro notable español, el barbudo emperador Adriano. Marco des­de niño lució muy bien, con rizos castaños claros y unos ojos de mirada dulce. Adria­no, quien sabia detectar talento donde era posible, se vio muy impresionado por el nieto de su servidor y lo observó desde chi­co con vistas a hacerle su sucesor, pues ya es harto sabido que Adriano a pesar de te­ner por esposa a Sabina, no iba a dejar descendencia. Aunque Antonino sería el sucesor de Adriano, adoptaría a Marco Au­relio por disposición del mismo Adriano. Marco Aurelio se entrenó para ser empera­dor bajo la larga y pacifica administración de Antonino, quien no tenía ímpetus gue­rreristas. Marco, quien desde niño fue adicto a la lec­tura y amaba la música y los animales por encima de todas las cosas, fue ascendien­do gradualmente como heredero.

Entre 140 y 145 fue cónsul, teniendo acceso a codear­se con intelectuales de Ia talla de Fronto, famoso por su retórica, y el filósofo estoico Epícteto, quien habría de influir en su ten­dencia dentro del campo de Ia filosofía. Marco se vio por fin emperador a los 40 años, un 7 de marzo de 161 cuando Antonino murió. Al no haber oposición alguna, Marco eligió a su propio hermano como co­emperador. El clavo era que su hermano Lucio no tenía mucha andadura militar
cuando en 161 se vio el conflicto con Partia.

Mandó a su hermano con los mejores generales, y desde 162 la fortuna le sonrió a Roma, pues varias ciudades partas como Seleucia y Ctesiphon fueron destruidas. En 166 Partia capituló y un delegado romano se sentó en el trono armenio. Las huestes triunfantes al entrar en Roma no solo traí­an botín y gloria, sino que entre los solda­dos venía la peste. Se cree que fue una es­pecie de viruela que arrasó con buena par­te de la población romana. Tras la guerra de Partia, Marco Aurelio optó por fijarse en el norte, lanzando una campaña contra las tribus germánicas. Lucio Vero moriría en campaña, dejan­do a Marco solo en el trono.


A inicios de 169, los Marcommani y Qua­dis habían cruzado el Da­nubio, entrando a territo­rio italiano. Al irse a en­contrar a los invasores, Marco estaba destinado a perder a su amado herma­no. Marco al fin logró ven­cer a los germanos, pero Marco regresó a Roma car­gando el cuerpo de Lucio. Enterró a su hermano con plenos honores. Las Gue­rras Marcománicas habrían de ser caras y sangrientas, pero al final Marco logró ir progresando lentamente. Marco se llevó buen susto cuando Avidio Cassius, uno de sus mejo­res generales, se quiso hacer emperador de Roma desde su gobierno en Siria. Cuando Marco llegó a enfrentar la conjura, ya Avidio había sido asesinado. Marco re­gresó aprisa a Roma. Al no tener a su her­mano, Marco llevó a su perverso hijo Cómmodo para que aprendiera a guerrear. Marco estaba destinado a morirse el 17 de marzo de 180 durante el conflicto bélico, dejando como heredero al corrupto Cómmodo. Se especuló sobre un envenenamiento por parte de Cómmodo-versión integrada en la deformante cinta Gladiador-pero se sabe que Marco era diabético y murió de un ba­jón de azúcar.

La vida familiar del pobre Marco fue un de­sastre. Casado con Faustina, la bella pero casquivana hija del emperador Antonino, esta mujer era 8 años menor que el y po­seía una de las líbidos más alborotadas de la historia. Los casaron en 145, y estaban destinados a tener 13 hijos juntos. La ma­yor parte de estos chavalos murieron en la niñez, y la paternidad de Cómmodo es una de las grandes interrogantes de la historia. Faustina al parecer pasó una noche de co­pas muy alegre con un gladiador mientras Marco estaba firmando papeles, y aunque Marco nunca supo a ciencia cierta de quién era Cómmodo, lo amó tier­namente desde que nació, como si fuera suyo. Faustina coronó la testa de Marco con más cuernos que un venado adulto, y entre sus amantes estuvo Avidio Cassius, el general que le quiso quitar el trono a Marco. Se cree que fue por ambición de Faustina que Cassius se lanzó a tan descabellado atrevi­miento. A pesar de ser gastona e infiel, Marco adoraba a su mujer llo­rándola copiosamente cuando murió en 175 a consecuencia de un accidente. Marco la deificó y llamó a la ciu­dad de Cappadocia como Faustinópolis. Tras la muerte de este viudo inconsolable, las cenizas de Marco fueron internadas en el mausoleo de Adriano.

La historia lo recuerda como un buen mo­narca, accesible y justo. Respetuoso de la vida ajena y de buen corazón, prohibió las justas sangrientas de gladiadores que tanto deleitaban a la plebe. Vegetariano debi­do a su amor por las criaturas, fue un go­bernante ecológico que no le gustaba que desperdiciaran los recursos naturales. Sus “Meditaciones” de tendencia estoica lo confirman como un genuino filósofo de gran monto, y aunque ha sido acusado de usar opio, nunca se ha podido confirmar di­cha especie. Sentía debilidad por todo tipo de felinos, y tuvo como mascotas a dos panteras que le trajeran del África, y su pa­sión por Luna, una mechuda gata, fue legen­daria. Tras su muerte, su hijo Cómmodo desbarató todo lo que su sacrificado padre hizo, pasando a ser uno de los aberrados más despreciables de la historia, confir­mando el refrán de “una rosa, una espina.”


el señor presidente y su segunda dama


MAS CARA QUE SUCURSAL DE PRESIDENTE...
LOS MANDATARIOS CON QUERIDAS
Cecilia Ruiz de Ríos
No sé por qué muchos consideran casi de rigor que un rey o emperador tenga favorita, pero cuando un presidente o caudillo tiene sucursal, la cosa cambia. Pocas cosas hay más caras que una querida de premier o dictador, pero a lo largo de la historia muchos de ellos han tenido como concubinas a mujeres valiosas o completos desastres.
El tercer presidente de los Estados Unidos, el erudito Thomas Jefferson, se vio en aprietos cuando tomó como amante a Sally Hemmings después de haber perdido a su esposa. La hermosa mulata llegó a tener varios hijos del presidente a quien se le debe la compra de Luisiana, y Jefferson, según malas lenguas tan viperinas como la mía, nunca quiso hablar mucho de la emancipación de los negros porque quería seguir oprimiendo a su propia negra, en todo el sentido de la palabra! No sería el único presidente gringo que fuera atacado por tener sucursal, porque en el siglo XIX también es digno de mencionar el brevísimo y gordo James Garfield, a quien su propia esposa lo tiró de las mechas de la barba en un arranque de celos cuando se enteró que tenía ina pasión ciega por una chica de baja estofa a quien había instalado en bonita casa. Cuando el ampuloso Woodrow Wilson se casó en segundas nupcias poco después de la muerte de su primera consorte, no faltó quien lo acusara de haber tenido a la querida solo esperando que la legítima estirase la pata.
Otros hasta injuriaron a Wilson diciendo que envenenó a su primera mujer. El hombre a quien Wilson entregó el mando de los Estados Unidos sería un chele hermoso llamado Warren Gamaliel Harding, y éste protagonizaría una aventura morada con la joven Nan Britton, una chica quien se enamoró de él cuando Harding apenas era un editor de Ohio y ella una colegiala. Harding incluso llegó a consumar el coito como conejo asustado en un closet del despacho Oval de la Casa Blanca mientras su atolondrado y fiel perro Laddie Boy aúllaba solidariamente por él. Nan tras la muerte del pobre Harding escribió un libro acerca de su affaire y afirmó que la niña que parió era del presidente. Franklin Delano Roosevelt, el presidente quien sacó a los gringos de la espantosa depresión de los años 30, no se vio impedido por la silla de ruedas para tener aventuras y entre sus queridas, llegó a enamorarse de forma violenta de la modosita Missy Le Hand. Lo triste del caso fue que mientras FDR andaba zanganeando con ella y otras, su propia esposa quiso saber qué se sentía tener querida y se echó de amante lésbica a la periodista Lorena Hickock, llevándola a vivir a la Casa Blanca!
Dwight "Ike"Eisenhower, quien se cubrió de gloria durante la II Guerra Mundial dirigiendo el Desembarco de Normandía, pasó gran bochorno en la década de los 50 ya siendo presidente pues su amante irlandesa, Kay Summersby, publicó en su libro "Más Allá del Olvido" que Ike a veces padecía de impotencia. Al parecer durante la guerra, Ike no solo había hecho mapas militares, sino que hizo operación cusuco y no precisamente solo mientras las bombas caían sobre Inglaterra!
John F.Kennedy llegó al punto de ser el presidente gringo que virtualmente convirtió la Casa Blanca en motel. Entre sus amantes estuvieron la opulenta Jayne Mansfield y la esplendorosa Marylin Monroe. En nuestros días, Bill Clinton se puso más rojo que tomate maduro cuando afloró el caso de la gordita judía Mónica Lewinsky con todo y el puro delator. Es fácil para algunos fanáticos políticos decir que eso de las sucursales son parte de la descomposición capitalista, pero la verdad es que los señores de izquierda han hecho de las suyas también. Cuando Vladimir Ilitch Lenin se llevó a vivir bajo el mismo techo que su robusta esposa a la menudita Inessa Armand, no era la primera vez que se echaba querida atuto. Sin embargo, el amor del ruso por su Inessa fue apabullante, y hasta la Krupskaya acabó teniéndole mucho cariño a su comadre.
El guapo y multitalentoso hombre unificador de Yugoslavia, Josip Broz Tito, siempre tenía una esposa y por lo menos una querida, y varias veces la querida calentaba banca para mientras el hermoso estadista pudiera desposarla. La querida más famosa de Tito fue la bella percusionista francesa María Marteaneau, quien al darse cuenta que tenía como rival no solo a la esposa de turno, lo sopapeó en público y amenazó con castrarlo. El chef, poeta, maestro y patriota vietnamita Ho Chi Mihn tuvo suficiente energía no solo para liberar a su país, sino también para echarse de queridas a varias apetecibles hembras, entre ellas Claude Jihan, una curvilínea médico francesa con quien se fue a la cama en la primera cita y con quien manufacturó una hija. Mao Tse Tung, padre de la China comunista, cambiaba de querida tan a menudo que era difícil seguirle el paso. Entre las más famosas estuvo una legendaria patriota cantonesa quien quedó loca después de sobrevivir a la legendaria marcha.
Los dictadores siempre han buscado cómo hacerse de queridas vistosas. El ex hombre fuerte de Indonesia, Sukarno, adquirió como juguetito caro a la japonesita Dewi, pero luego se casó con ella tras el nacimiento de una niña. Adolf Hitler tuvo numerosas amantes, entre ellas su propia prima Geli y luego la que sería su esposa, Eva Braun, pero se quedó con la ira de no poder conquistar a la fabulosa Marlene Dietrich. Benito Il Duce Mussolini encontró el amor verdadero en la persona de Clara Petacci, una morena belleza quien fue su amante fiel, a tal punto que cuando lo iban a ajusticiar los partisanos, Clara ofreció morir por él y al soltarse las balas, ella interpuso su cuerpo entre el pelotón de fusilamiento y el dictador. Vano intento.
Al verse casado sin amor con Kamala Devi, el padre de la independencia india Jawaharlal Nehru optó por buscar más allá del hogar la pasión que siempre quiso sentir. Para no perder la costumbre de decir Kamala, se enredó con la novelista y periodista india Kamala Napurdalah, quien acabó teniendo un hijo suyo.
Quizás la más fulgurante de las amantes latinas haya sido la erudita y hermosa Manuela Saénz, compañera de vida del Libertador Simón Bolívar. Aunque solo compartieron los 8 años finales de vida de Bolívar, la pasión que les unió deja pálida cualquier telenovela. En Nicaragua, la fama de Príapo de don René Schick fue inmensa, y no se le quedaba atrás Augusto Calderón Sandino, quien aunque nunca fue presidente, tuvo carisma suficiente como líder para que le mencionemos entre otras a la salvadoreña Teresa Villatoro. Integrada al folklore popular nica, la hermosísima Dinorah Sampson logró cautivar al último miembro de la dinastía Somoza, Tachito Somoza Debayle, y llegó a tener tanto poder que era la primera dama de la república en todo menos papeles oficiales

los mimaditos de sus majestades



LOS GRANDES FAVORITOS DE LA HISTORIA
Cecilia Ruiz de Ríos
Un indignado macho de la especie me reclamaba el otro día de que no solo los reyes tuvieron queridas (y concubinos) a montón, y recordaba que varias reinas también gozaron de momentos alegres con sus amantes. En realidad, muchos hombres pasaron a la historia como los amorcitos secretos o no tan secretos de monarcas, y algunos hasta se dieron el lujo de cambiar el curso de la historia.
Uno de los favoritos más encantadores de la historia no fue el "mari novio" de una reina, sino de un conquistador: Alejandro Magno. Hefaestión fue amigo de la infancia del hermoso Alejandro, y a lo largo de su vida fue su inseparable compañero de vida. El amor entre ellos solo acabó con la muerte de Hefaestión, quien además no conocía los celos. Hefaestión ni se molestó cuando Alejandro Magno invitó a su lecho a un eunuco persa adolescente llamado Bagoas, quien había sido mucamo del gran rey persa Darío. Entre Hefaestión y Bagoas, Alejandro Magno se sentía completamente realizado. Bagoas, tras la prematura muerte del rey macedonio, nunca volvió a amar, consagrando su extraña "viudez sin anillo" a la memoria de quien fue su amo y amante.
Julio César no solo fue el amante del rey Nicomedes de Bitinia, sino que también fue el primer amante oficial de Cleopatra VII Filopator, la legendaria reina egipcia. Cleo le parió un hijo(Cesarión) y lloró abundantemente cuando Julio César fue apuñaleado en las gradas del senado romano, pero pronto pescó otro favorito-romano también-en la figura del bolenco pero encantador Marco Antonio. Cleopatra le tuvo gemelos y otro hijo más a su favorito, y le proporcionó armas y apoyo para rebelarse contra Roma. Lástima que Cleo y su borracho favorito perdieran la Batalla de Actium, ya que poco después ambos se vieron forzados a acabar con ellos mismos.
No era la primera vez que una soberana egipcia se recetaba un favorito. Antes de la bella Cleo, la vigorosa Hatshepsut había tenido por favorito a Senenmoot, quien además era su gran consejero. Aunque Hatshepsut nunca se casó con su amante, le obedecía fielmente y le honraba en público a menudo. La mandamás de la India, Sultana Razzia, también tuvo un favorito que comenzó como su sirviente. Tan buen servicio, acompañado de una musculatura a lo Dolph Lundgren, le pavimentaron el camino al criado...hacia el lecho de la sultana.
Entre los romanos, Adriano se dio el lujo de amar con pasión a su joven Antínoo, y cuando su mozalbete murió en Egipto, lo deificó e hizo levantar una ciudad en su nombre. No sería el único emperador romano que tuviera un favorito macho, ya que el depravado Nerón-tras matar a su encinta esposa Poppea de una patada en el vientre-adquirió un chico de placer físicamente idéntico a su difunta mujer, lo hizo castrar y hasta se casó con él en ruidosa ceremonia.
En la Edad Media, a la reina Leonor de Aquitania se le ocurrió ofender a su primer marido-el santurrón Luis VII de Francia- teniendo como favorito a su propio tío Raymundo. Lo peor del caso fue que Leonor no solo cometió incesto flagrantemente, sino que lo hizo durante la Cruzada en que acompañó a su marido, precisamente cuando se suponía que estaba pensando solamente en Dios. El mal de conseguir favoritos lo heredó Ricardo Corazón de León, el hijo predilecto de Leonor de Aquitania. Entre sus favoritos se incluye al sultán Saladino, su rival en la Tercera Cruzada. De Saladino se dice que antes de enamorar a Ricardo, ya había tenido devaneos con la mamá de éste, Leonor, quedando todo en familia.
Otra reina francesa que tuvo grandes amores con un favorito fue Isabeau de Wittelsbach, quien era la esposa del pobre rey loco Carlos VI. Isabeau adquirió como favorito al hermano menor de su marido-Luis de Orléans-y hasta manufacturó con su ayuda al futuro rey galo Carlos VII. Este Carlos VII sería el cobarde soberano a quien Juana de Arco colocaría en el trono, pero siendo producto de semejante adulterio entre la reina y su cuñado favorito, no es de extrañarse que haya salido tan inservible como para no mover un dedo para salvar a su benefactora Juana de Arco cuando los ingleses la remitieron a la hoguera.
La francesa Isabella Capeto, hija de Felipe IV el Hermoso de Francia, al casarse con el maricón Eduardo II de Inglaterra no fue feliz, sin embargo adquirió como favorito a Lord Roger Mortimer. Pronto, Isabella-llamada la Loba Francesa por los ingleses-se alió con su concubino para deponer a Eduardo II, a quien hicieron asesinar en el Castillo de Berkeley mediante hierros calientes introducidos por el posterior. Lord Mortimer entonces es recordado como un favorito real cuya influencia cambió el curso de la historia.
La caída de Eduardo II, por otro lado, se debió al amor desmedido por dos de sus favoritos. Primero se enamoró tan violentamente del poeta Piers Gaveston que no quería cumplir sus deberes matrimoniales con Isabella. Con el correr del tiempo,Piers literalmente perdió la cabeza por el amor del monarca(los barones lo ejecutaron). Hugh Despenser,por cierto ancestro de Lady Di,fue el gran amor de la vida de Eduardo II. Cuando Isabella depuso a su marido, el hermoso Hugh fue desmembrado en público con lujo de saña.
Carísimo le costaría al erudito monarca Juan II de Castilla el haber sido yuntita de Alvaro de Luna, quien le consiguió a su segunda esposa Isabel de Portugal. Una vez casada, la portuguesa Isabel odió al favorito de su marido y tramó para quitarlo de en medio. Enrique IV el Impotente, hijo mayor de Juan II y entenado de Isabel de Portugal(quien por cierto acabaría más loca que una cabra tras parir a la futura Isabel la Católica), también tuvo un gran favorito,Beltrán de la Cueva. Dado que Enrique IV el Impotente sufría lo suyo porque en aquel entonces no había Viagra, se especuló que Beltrán de la Cueva y él se miraban bastante raros... Cuando Enrique IV el Impotente se casó con Juana de Portugal, ésta adquirió de favorito en la cama a Beltrán. Entre sábanas, Beltrán y la joven Juana confeccionaron a la princesa Juana, a quien le llamaban La Beltraneja pues era bastarda del favorito.
Muchos le asignan a Isabel la Católica un favorito bastante controversial: Cristóbal Colón. La reina española indudablemente sentía un cariño galopante por Colón(a pesar de que nunca le pagó lo que le debía por haber cumplido con 4 viajes) y hay quienes juran que lo patrocinó porque había algo más que amistad entre ellos. En realidad, las versiones se contradicen y solo la reina a quien le debemos la desgracia que nos hayan venido a saquear los españoles se llevó a la tumba el secreto de su intimidad con Colón.
Complaciendo a lectores que afirmaron que mi lista de favoritos se quedó chinga, seguimos con la «lista roja» de la historia.
Una de las monarcas que prefirió tener favoritos en lugar de esposo fue la bella pelirroja inglesa Elizabeth Tudor, quien a pesar de ser llamada «La reina virgen» se duda mucho que se haya ido al otro mundo con el himen puesto en su lugar. Elizabeth amó con locura a un cortesano que pasó a ser leyenda: Lord Essex. Alérgica a las bodas, al salir Essex de su vida Elizabeth habría de perder nuevamente el corazón por un muchacho de apenas 19 añitos de edad cuando ella ya estaba menopáusica.
No sería la única reina de su época que diera en qué hablar a causa de los favoritos, ya que al otro lado del canal de la Mancha, en Francia, la hermosa Margot de Valois comenzó a tener amantes desde que su propio hermano Enrique cometió incesto con ella. Entre los favoritos de la libidinosa Margot estuvo Bussy DÁmboise, un cuarentón apellidado de la Mole(cuya cabeza ella conservó en su alcoba cuando el galán fue ejecutado acusado de conspiración), y numerosos pajes con los cuales la sensual Margot se refocilaba a pesar de estar casada con el futuro Enrique IV de Francia.
Jacobo I fue el rey que quedó en el trono cuando Elizabeth I murió en 1603 sin dejar descendencia. Jacobo no solo heredaría el cetro inglés, sino también la costumbre de Elizabeth de tener favoritos machos. Aunque Jacobo se vio casado con la chela princesa Ana de Dinamarca, siempre tuvo favoritos masculinos, entre ellos un noble llamado Jorge que estaba bastante pesadito de peso. Jacobo I acariciaba en público a este gordito, logrando que las lenguas (con la mía en este siglo)hicieran añicos su reputación.
Jacobo I no sería el único en ostentar un amor apasionado por sus favoritos machos, ya que Enrique III-hermano de Margot de Valois-sería el rey francés cuyas correrías con amantes masculinos serían la comidilla de su tiempo. Casado por razones de estado con la dulce Luisa de Mercour, Enrique tuvo todo un ejército de mignons, pero entre ellos se destaca el hombre que lo adoró con una pasión casi enfermiza: Juan Alejandro de Normandía. Desde el instante-siendo ambos niños- en que Juan le limpió los mocos al futuro rey hasta que Enrique murió asesinado, Juan se dedicó en cuerpo y alma a amar al monarca, dedicándole más de 1000 poemas de amor.
Tres zarinas de Rusia fueron famosas por sus favoritos: Catalina I, Elizabeth Petrovna y Catalina II. Catalina I fue elevada de meretriz a emperatriz por su boda con Pedro I el Grande, pero una vez casada con el zar regresó a sus malas costumbres al echarse de amante a Wilhelm Mons (precisamente el hermano de Ana Mons, quien había sido amante de Pedro I antes que éste desposara a Catalina). Cuando Pedro se enteró que su mujer se las había pegado y que le daba todo gusto a Wilhelm, lo hizo ejecutar y la cabeza del infortunado favorito fue a parar en un vaso de vidrio con vodka encima del tocador de Catalina I, quien debió soportar esta amarga tortura.
Elizabeth Petrovna heredó de su disoluta madre el gusto por los amantes, y aunque nunca se casó, tuvo numerosos favoritos a los cuales les daba a manos llenas del erario, entre ellos un soldado prusiano llamado Jorge Federico. Cuando murió Elizabeth, su sobrino Pedro III tuvo que soportar que su esposa, inicialmente llamada Sofía Augusta de Anhalt Zerbst y Catalina tras su conversión a la fe ortodoxa, le restregara numerosos favoritos en la cara. Catalina, aprovechando que Pedro III era impotente debido a una fimosis galopante, perdió la virginidad con un noble de apellido Saltykov, quien fue el padre biológico del feo Pablo I de Rusia. Posteriormente Gregorio Orlov pasó a ser favorito de Catalina, y entre ambos depusieron e hicieron asesinar al tarado Pedro III.
Aunque Catalina -ya como zarina Catalina II- tuvo hijos con Gregorio Orlov, nunca se quiso casar y continuó teniendo favoritos, entre ellos el famoso tuerto Gregorio Potemkin, quien para conservar su ascendiente sobre la libidinosa Catalina II hasta se dio a la tarea de cabrón real escogiéndole los amantes. Entre los posteriores favoritos, Catalina se apasionaría por un abuelo del compositor Nicolás Rimsky-Korsakov, y siendo ya una madura menopáusica, hasta por un veintiañero arrogante llamado Platón Zubov, con quien sostenía sesiones amorosas nada platónicas.
Otras reinas tendrían sus momentos apasionados con sus favoritos, entre ellas Ana Mauricia de Austria-esposa de Luis XIII de Francia y madre de Luis XIV-quien tuvo un romance con el duque de Buckingham, y la odiada Madame Déficit(ma. Antonieta de Habsburgo, esposa de Luis XVI) quien se hizo adorar de su siempre fiel Axel.
En la corte de Luis XIV no era nada raro ver al hermano menor del rey Sol, Felipe de Orléans, en grandes arrumacos en público con su eterno favorito, el Caballero de Lorena. En el siglo XIX, Luis II de Baviera echó a correr las lenguas romanceando primero con el compositor Ricardo Wagner-a quien mantenía en gran boato-y luego con un alemancito rubio también llamado Luis.
Ma. Luisa de Parma, al convertirse en la esposa del rey español Carlos IV-ya llevaba fama de cachonda. Aunque se le imputaron varios amantes, el favorito perenne fue el rollizo Manuel de Godoy, cuyo ascenso de soldado a general y luego primer ministro se debió exclusivamente a su paso por las bragas de Ma. Luisa. Lo curioso es que Carlos Iv también quería mucho a su «compadre» y cuando Napoleón Bonaparte echó del trono español a Carlos y María Luisa, estos cargaron con Godoy hacia el exilio. Isabel II, reina que fue nieta de Ma. Luisa y Carlos IV, también tendría numerosos favoritos para compensar que Francisco, su esposo, era gay. Isabel fabricó al futuro rey Alfonso XII con el militar Enrique Puigmoltó, aunque no faltan quienes le imputen la paternidad del alegre Alfonso a otro favorito, el «Pollo» Arana.
Mientras la reina Victoria de Inglaterra se ruborizaba ante cualquier mención considerada impúdica, el destino se haría cargo de hacerle tragarse sus críticas. Tras la muerte de su adorado Alberto de Saxe Coburgo Gotha, Victoria tuvo un fornido criado escocés llamado John Brown a quien todo mundo le criticaba su excesiva confianza con la pudibunda monarca. Dos nietas de Victoria también ostentarían favoritos: María reina de Rumania por su boda con el feo Fernando, y Alexandra de Hesse Darmastad, zarina de Rusia por su boda con el pusilánime Nicolás II Romanov. María amó con locura a un romántico cortesano llamado Stirbo, pero Alexandra se manchó de lodo por su sórdida relación con el monje loco y oportunista Rasputín.
La princesa Grace Kelly de Mónaco, ex estrella de Hollywood con un pasado escarlata de quitamaridos convertida en princesa por su boda con Rainiero de Mónaco, también tuvo un favorito siendo una señorona cuando hizo un documental con un cineasta muy simpático. Para colmo en 1980, yo la vi en París con dos mozalbetes universitarios en una boutique comprando ropa para sus petsywetsies, aunque posteriormente alegaría a un tabloide parisino que eran «becarios de familias pobres a quienes ella beneficiaba».Recordando que los franceses afirman que quien mucho se excusa se autoacusa, Grace Kelly probó que mientras hayan cabezas coronadas, seguirán existiendo los favoritos.


hasta sus majestades jugaron pelota!



LOS GRANDES DEPORTISTAS AMATEURS DE LA HISTORIA
Cecilia Ruiz de Ríos

Nadie que haya jugado profesionalmente deporte alguno tiene cabida en los Juegos Olímpicos, ni en la antigüedad ni en los juegos modernos resucitados a fines del siglo XIX por el barón Pierre de Coubertin. Muchas grandes figuras de la política, literatura y cabezas coronadas fueron aficionados apasionados de diversos deportes, y algunos azules como la princesa Ana de Inglaterra, quien es una excelente amazona. incluso han llegado a integrarse a equipos de categoría olímpica para representar a sus países. Cuántos de los personajes célebres de la historia hubieran dado cualquier cosa por estar incluidos en las delegaciones de sus países cuando la llama olímpica se prende en la sede de las competencias?
Uno de los mejores nadadores de la historia fue un granuja rico, guapísimo y astuto como él solo: Alcibíades de la antigua Grecia. Este hermoso general que se cambió de bando tres veces durante las Guerras del Peloponeso era un genuino tritón, además de ser aficionado al lanzamiento del disco, la jabalina y las carreras. Gran amigo de filósofos y grandes intelectuales como Aristófanes fue el famoso literato Agatón (de quien yo tomé su frase “ni los dioses pueden cambiar el pasado” para lema de uno de mis sitios web). Agatón además era buen lanzador del disco y la jabalina, aunque en una ocasión casi se parte la sesera en un ridículo accidente. Entre los grandes jinetes de la historia figura Xenofonte, el griego a quien le debemos el Anabasis y un buenísimo manual para entrenar sin sufrimiento a los corceles. Otro gran jinete fue el monarca persa Cyro el Grande, a quien ningún corcel o camello se le resistía.
Entre los romanos, Claudio el Historiador adoraba irse de vela por la costa sur de Italia, aprovechando para nadar aunque nunca hubiera sido campeón. Su entenado Nerón se dedicó a conducir aurigas y hasta ganó un premio olímpico por favoritismo, no porque haya sido nada bueno con los caballos. La madre posesiva de Nerón, Agrippina, fue tan buena nadadora desde joven que cuando su malagradecido hijo Nerón la quiso asesinar para que no insistiera en aconsejarlo, no pudo lograr que la ahogaran en el Mediterráneo. El barbudo emperador Adriano amaba la lucha libre, lo cual lo relajaba tras tantos viajes. Cómodo, quien fue adulterinamente concebido por Faustina, la esposa del buen y cornudo emperador-filósofo Marco Aurelio, salió igualito a su papi biológico y llegó a ser un buen gladiador por derecho propio. Además, su musculatura enorme se la debía a un sistema de pesas que él mismo inventó.
La afición de Atila, rey de los temibles hunos, por los caballos le convertiría en el jinete más temido de toda la primera parte de la Edad Media. Entrenó a sus tropas para poder hacer cualquier cosa arriba de un buen corcel, y así sembró el terror por toda Europa. Otro gran aficionado a la equitación y al polo fue el emperador Akbar el Grande, tercer monarca de la dinastía mugala fundada por Babar el Tigre, quien a su vez fue eximio jinete y gran cazador. La pasión del gentil Akbar por el polo llegaría a tal extremo que inventó una pelotita de materiales fosforescentes para poder jugar de noche!
Felipe el Hermoso, mujeriego maridito de la reina española Juana La Loca, no sacó la musculatura famosa de su papi Maximiliano de Habsburgo, quien practicaba el levantamiento de pesas, lucha libre y equitación, teniendo la fuerza suficiente como para levantar en peso corceles gordos. Tampoco fue aficionado a la cetrería como su mamá la ricachona María de Borgoña, quien llegó a tener hasta 50 halcones-apenas 10 menos que la bella reina de Cerdeña Leonor de Arborea(otra gran aficionada a la cetrería). Felipe el Hermoso amaba el fútbol y fue tras un partido muy agitado que cometió el craso error de beberse tanta agua helada que pescó neumonía y se murió poco después sin haber podido anotar otro gol.
El tiro con arco y flecha tuvo muchos adeptos, entre ellos el gran sultán seljuk Saladino- azote de los cristianos en la III Cruzada y por cierto también buen ajedrecista- y el gran monarca sasánida Shapur II. Ricardo Corazón de León, nefasto y cruel monarca chele inglés, también fue bueno en su puntería, pero el que le asestó un flechazo en el hombro mientras sitiaba un castillo la tuvo mejor, ya que de esa herida moriría de gangrena este odioso mariposón. El feroz toqui araucano Lautaro también fue temido por su puntería con arco y flecha. Las mujeres no se quedaron atrás poniendo la flecha donde ponían el ojo, y entre ellas contamos a la hermosa y valiente reina Nzingha de Ndongo y Matamba(hoy Angola), la aguerrida y astuta Amina de Nigeria y las esculturales Nomcoba y Pampata de la nación zulú, hermanita y amante oficial(además de coronela de las tropas femeninas de Shaka) respectivamente del legendario Shaka Zulu. Shaka , unificador de su nación, fue un hombre de puntería temible, y su resistencia para las correlinas y largas caminatas lo hubieran colocado a las alturas de un Abebe Bikila o un Jesse Owens en estos tiempos.
Felipe de Borbón, duque de Orleáns y regente de Francia tras la muerte en 1715 de su tío el soberano Luis XIV, fue gran aficionado al tenis, el soccer y el ajedrez. Otros grandes ajedrecistas de la historia fueron el rey polaco Juan III Sobieski (quien derrotó a los otomanos en el sitio de Viena en 1683), la reina Cristina de Suecia, la soberana Elizabeth I de Inglaterra, el bardo y periodista empírico francés Juan Alejandro de Normandía(favorito del rey galo Enrique III), el estadista Armando de Plessis (más conocido como Richelieu el poder tras el trono de Luis XIII), el independentista irlandés Michael Collins, el multifacético Sir Winston Churchill, el poeta e independentista vietnamita Ho Chi Minh, el unificador de Yugoslavia Josip Broz Tito y el hermoso monarca inca Atahualpa, quien aprendió a manejar este tablero durante su cautiverio cuando ya Pizarro lo había destinado a ser ejecutado.
Los deportes rudos como el boxeo fueron favoritos de protomachos como el presidente gringo, constructor del canal de Panamá, Teodoro Roosevelt, y del escritor norteamericano Ernest Hemingway. Tanto Roosevelt como Hemingway eran aficionados al safari y la cacería, así como la pesca deportiva y el tiro al blanco con armas de fuego. El gran escritor nipón Yukio Mishima se dedicó al levantamiento de pesas con óptimos resultados visibles, siendo también aficionado al kendo, deporte netamente japonés quien contó entre sus adeptos a varios shogunes de la dinastía Tokugawa que encontrara fin a mediados del siglo XIX. Paul Cézanne, gran pintor francés, era aficionado al juego de bolos llamado pétanque que se juega en el sur de la tierra de los Luises, y el excelente pintor galo francés Jules Nardeaux era tan excelente pesista que en una ocasión consideró la posibilidad de dejar los pinceles por lanzarse a competir profesionalmente.